REVUELTO DE POLIFENOLES
Cocina de aldea, SOS
Seguimos todavía, espero que por muy poco tiempo más, sin abordar la trágica situación de la oferta gastronómica en el medio rural en Castilla y León. En el medio urbano se disimula más con la tapa y el ‘gastrobareo’.
Cada vez tiene uno la sensación de probar los mismos pinchos en San Sebastián y en Palencia. Que, dicho así, alguno se alegraría por el supuesto avance, pero solo es un espejismo. Menos mal que algunos taberneros siguen fieles a viejos sabores. Pero ahora no toca cocina urbana. Volvamos a la rural, la de aldea, que es la que demanda intervención urgente.
Algunos pondrán cara de incrédulos ante este dibujo pesimista, cuando las estadísticas son tan amables y rimbombantes en la región turística más visitada, con más alojamientos, patrimonio, conjuntos históricos, espacios naturales con sus reservas, parques y ‘Biosferas’ y sus lobos, osos, buitres y avutardas. Pero la cocina rural y sus recetas vernáculas, la aportación de los recetarios comarcales y la definición de modelos de gestión en restaurantes rurales… ni está en los costosos y temporales planes estratégicos, ni se la espera.
Y, sin embargo, los pequeños restaurantes familiares, con esa carga de aportación a la sociedad rural, sí están en peligro de extinción y vamos a cierre por día. La cargas fiscales, el bajo perfil de los empleados, una comanda desenfocada, la nula potenciación del carácter familiar rural y la dificultad para encontrar empleados con un mínimo de oficio en cocina y sala están minando el mapa gastronómico cada vez más disperso y globalizado.
Es decir, en los establecimientos y bares que dan comidas en los pueblos de zonas turísticas por lo general se ofrece lo mismo que en los barrios y plazas de las ciudades pero sin definición. Y en estas estamos. Espero que por poco tiempo.