PANADERÍA
Medio siglo entre panes y pelusas
El horno que se encuentra en la calle Nueva número 6 de Gallegos de Hornija podría contar muchas anécdotas e historias de este obrador artesanal que desde toda la vida lleva elaborando panes y pastas artesanales en Gallegos de Hornija. Este pequeño pueblo de poco más de 100 habitantes próximo a Tordesillas y perdido en el valle de Hornija es un ejemplo más de la España vaciada. Debe su nombre a las gentes llegadas desde Galicia en los siglos X y XI para repoblar la zona. Sin embargo hoy es difícil encontrar jóvenes en sus calles que quieran asentarse a vivir y continuar con el legado familiar. Aún así sus mayores siguen manteniendo viva la tradición que, desde niños, han visto en sus casas. Jesús García, propietario de este obrador da buena cuenta de ello. Desde los diez años lleva «madrugando» para elaborar el pan que distribuye por los pueblos de alrededor. Medio siglo de vida trabajando ininterrumpidamente para mantener una empresa familiar que ya va por la quinta generación. Sus bisabuelos ya fueron panaderos, un oficio que ha ido pasando de generación en generación. En 1954 su padre, Carmelo García Mangudo, inauguró lo que hoy es la empresa de productos ‘El Villar’. Jesús tomó el testigo del negocio hace cerca de 25 años. «Invertí en maquinaria y en la modernización de las instalaciones», comenta a sus 60 años y ya con la jubilación en su mente. Su cara y sus manos denotan que el trabajo y el esfuerzo le ha acompañado toda la vida. La jornada arranca a las tres de la mañana, hora a la que comienzan a amasar y hornear los panes. «La panadería es muy sacrificada», aseguraJesús mientras revisa unos mantecados aún calientes tras pasar por el horno.
Junto a los panes, el equipo de trabajo compuesto por 7 personas realiza pastas artesanales. «Cada semana elaboramos alrededor de 1.000 kilos de pastas», comenta Jesús una mañana lluviosa de primavera mientras su mujer y su hermana María Ángeles bañan unos bollos en chocolate. Un proceso de elaboración manual que requiere de paciencia y cuidado. En total abarcan 17 referencias de pastas distintas entre las que destacan las pelusas, un dulce típico de esta localidad. «Muchas veces me han llamado para felicitarme por ellas. LLevan aguardiente y yema de huevo en una masa que esponja. Si los ingredientes son buenos, al paladar no lo engañas», dice.
La materia prima procede en su mayoría de Castilla y León «Todos son ingredientes son naturales, desde la harina que es de aquí, de la fábrica de San Salvador y también la traigo de Arévalo; los huevos proceden de una granja de Simancas, la manteca es de Guijuelo (Salamanca)...etc».
Los mantecados, una pasta típica de Portillo, son otro de los productos más solicitados por sus clientes. Los elaboran en dos formatos distintos: uno pequeño para acompañar al café y otro de mayor tamaño.
La cifra de producción no da para satisfacer la demanda que tienen. Junto a la provincia de Valladolid, las venden en otras comunidades comoMadrid,Cataluña (Barcelona y Tarragona son algunos de los destinos a donde viajan sus pastas surtidas) y parte de Aragón (Teruel). También las podemos encontrar en tiendas de algunas gasolineras. «Trabajamos con La Pausa, una empresa de áreas de servicio que está presente en toda España. Tienen mucha confianza en mí», apostilla.
La empresa está integrada desde hace ocho años en la marca de calidad Tierra de Sabor, «una ventana abierta que nos ha dado a conocer; gracias a ella yo trabajo mucho con la gente que viene de paso procedente de Galicia y Asturias por carretera y paran a comprar», comenta.