Diario de Valladolid
Rubén Montero, con uno de sus vinos tintos-

Rubén Montero, con uno de sus vinos tintos-

Publicado por
JAVIER PÉREZ
Valladolid

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El joven enólogo Rubén Montero inicia en esta añada una nueva andadura al frente de su bodega que consolida en parte su trayectoria profesional. Estudió en la Escuela de Ingenierías Agrarias de Palencia como ingeniero técnico agrícola y completó su formación con la licenciatura en Enología en la Universidad de Tarragona Rovira i Vigili. Tuvo siempre muy clara su vocación agronómica, pues su abuelo Dionisio tuvo viñas en Támara y su padre, vinculado a la maquinaria agrícola, en Amusco. Localidad palentina en la que nació en la añada del 78.

Poco sabía el joven Rubén que se iba a convertir en el primer enólogo de Amusco, aunque todo su proyecto enológico esté localizado en Torquemada, en el centro del Cerrato vitícola. Hoy está al frente como propietario y director técnico de la bodega Valdesneros, acogida a la Denominación de Origen Arlanza. Una de las bodegas palentinas que, a finales de los 90, despertó el interés por la elaboración de vinos de calidad en el Cerrato palentino.

Rubén recuerda que en su pueblo, en el siglo pasado, se llegó a exportar vino a Cuba. En casa siempre le hablaron de la bodega las Nueve Villas, de don Pedro Polanco. Cuando era estudiante puso en marcha en el pueblo de su abuelo, Támara, una plantación experimental de apenas una hectárea en el arroyo del Gato, un majuelo histórico. Y aún siguen las cepas de tempranillo, cabernet, verdejo o chardonnay, entre otras. Anécdotas que sirven como referencias de sus raíces con la cultura del vino.

Rubén Montero entró a formar parte del proyecto de Torquemada en el 2006. Fue, por tanto, el enólogo de una iniciativa que nació en el 98 del empuje de un grupo de palentinos en la asociación enológica cultural Ladrero. Más tarde, los vinos de Valdesneros se incluyeron en la mención Vino de la Tierra de Castilla y León, para terminar acogiéndose a la Denominación de Origen Arlanza en la añada de 2007.

Por lo tanto, él es el artífice de los vinos de la etapa de consolidación de Valdesneros y quien diseñó los tintos y rosados de la bodega. Fue también un innovador, ya que lanzó al mercado el dulce natural Amantia.

Actualmente, sigue en el mercado el de la añada del 16. Un 28 de diciembre se vendimiaron las uvas con las que elaboraría el primer “vino de hielo” palentino. Además de firmar los Valdesneros, los Eruelos y su última aportación, un tinto semi-maceración carbónica Cornitero, que salió al mercado con la añada del 16.

Sin duda, se trata de un enólogo que ha recorrido todos los pasos y que afronta, a partir de ahora, el reto en solitario. Sigue contando con la materia prima de algunos viñedos de Torquemada, entre ellos algunas uvas de Los pagos de Quiñones, el Royo y la Veguilla, además de adquirir uvas en otras zonas de la Denominación de Origen Arlanza.

Actualmente produce en torno a 40.000 botellas y dispone de 10 hectáreas de viñedo repartidas en distintos términos municipales. Cuenta con un parque de un centenar de barricas de roble, con una media de edad de tres años.

La bodega está íntimamente ligada al Cerrato palentino y a Torquemada, epicentro de la nueva vitivinicultura de la provincia. Ya ha cosechado numerosas menciones y medallas en concursos nacionales e internacionales que han supuesto el refrendo a los vinos de Señorío de Valdesneros, marca principal de la bodega. Pero la transcendencia de esta iniciativa va mucho más allá de la existencia de una bodega más que elabora vinos de calidad.

El hecho de que un joven palentino formado académicamente haya decidido no moverse del solar de los suyos y apostar fuerte por elaborar vinos de calidad en su tierra, tiene un mérito añadido pues está contribuyendo al desarrollo rural del Cerrato, abriéndose al turismo y a la gastronomía palentina

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