Diario de Valladolid
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JAVIER PÉREZ / VALLADOLID
Valladolid

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Que el sector del vino va bien es algo que se sabe, se nota y se siente. Las estadísticas de permanente crecimiento ahí están. El vino crea empleo, fija población, propaga una imagen de calidad al exterior y encima contribuye al fenómeno enoturístico, apunte este que va camino de hartar al visitante si no se controla.

La clase política llena el álbum de fotos con copas de vino en la mano y fondo de bodega. Y lo que más les gusta contar es eso de nuestra potencia exportadora. Mucho ruido por ahora y, aunque vendemos nueces, no se imaginan lo que nos aprietan los importadores, estos sí que saben de vino. Y de precios competitivos por obligación.

Muchos nos sorprenderíamos a qué precio nos pagan reservas con DO estos hábiles negociantes. Y encima aquí algunos se quejan de lo baratos que son los vinos blancos jóvenes con DO en los lineales donde compra el común. Los importadores son tan listos que siguen la estela de los puntos Parker – a quién también las redes sociales e internet acabarán fulminando- y multiplican beneficios para todos, aunque a costa de sacar provecho pagando poco al resto de los palés de vinos de calidad. Así es el mercado.

La naturaleza, a pesar del evidente cambio climático, nos es fiel y nos trata bien, salvo alguna helada, un par de pedriscos y esas locas maduraciones. Las inservibles calificaciones de añada así lo corroboran, ni por asomo una campaña regular ni mala. No hay ‘polifenoles’ para admitirlo. Dicen, y con mucha razón, que hoy se pueden salvar las dificultades con criterios agronómicos y prácticas enológicas.

En general, pasada la crisis de principios del XXI, el vino disfruta de un estado de bonanza. La panorámica del paisaje no para de reverdecer las laderas con esa estampa monótona de la espaldera. Nos hemos cargado los chozos de guardaviñas y lo peor es que nadie defiende este tipo de arquitectura majuelar.

Eso sí, cada día somos más verdes y más ecológicos pero sin inscribirnos en el consejo regulador de Agricultura Ecológica. ¡Ah! Y tenemos cepas con más años que Matusalén. Pero seguimos consumiendo poco, muy poco y esto no es culpa del gobierno ni de la Guardia Civil. «Un pueblo que deja de beber vino, sabe Dios lo que terminará bebiendo» no lo dijo nadie, es cosa mía. A pesar de todo, el vino va bien.

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