VALDEVIÑAS (LANGA DE DUERO, SORIA)
Un ‘Burdeos’ acunado sin prisa
Vinos como Mirat y Tinar de Mirat maduran más de una década antes de salir al mercado y revestir sus viñas viejas de premios internacionales
Sus vinos lo tienen todo, menos prisas. Las modernas Bodegas Valdeviñas recogen una trayectoria que surge en el siglo XVIII. Ubicadas en la localidad soriana de Langa de Duero, apuestan por aplicar los métodos de Burdeos y todo el tiempo necesario para obtener unos caldos que nacen siendo clásicos. Valga decir que la última cosecha a la venta es la de 2005 con su inconfundible marca Mirat. O que en su debú, el gran reserva de esta misma añada ha sumado una Medalla de Oro y el Best of Show Ribera del Duero en el Mundus Vini; otra presea áurea en el AWC Vienna; o la Medalla de Plata en Les Citadelles du Vin celebrado en Burdeos.
Detrás de la excelencia está una historia que surge en el extremo opuesto de Castilla y León. Isidoro Álvarez es el responsable de la bodega y recuerda cómo todo surgió de la mano de la familia Mirat, dedicada a la producción agraria desde 1740 en Salamanca. Almidones o porcino dieron paso a los más recientes fertilizantes, vacuno extensivo e incluso bravo. Ocho generaciones después, «esa obligación con el campo nos llevó al proyecto para producir nuestro vino».
Tras un exhaustivo análisis «decidimos ubicarnos en Soria porque nos gusta el terreno». La altitud y su singularidad climática, la calidad de la uva o la constancia de que «no se aprovechaba y se iba a la Ribera Baja» hicieron que se decantasen por una parcela en Langa.
En 2000 comenzaron los trabajos y en 2001 se elaboró el primer vino en bodega externa. Dos años después las instalaciones de Valdeviñas estaban listas para comenzar la elaboración de la primera cosecha 100% propia. Ya entonces se decidió apostar «por vinos de alta expresión, de viñedo viejo» con su tempranillo.
También se optó por hacer caldos «de guarda. El proceso de maduración lleva 10 ó 12 años en botella aparte de lo que les corresponde de barrica», explica Álvarez «Nuestra elaboración es un poco de Burdeos, no es la típica de Ribera». Y detrás hay nombres enológicos que lo refrendan.
La gama se divide en dos líneas de prestigio. Mirat es únicamente tempranillo de viñedo viejo en barrica nueva. En el mercado están las reservas y grandes reservas de 2004 y 2005. Su afinado es un «proceso complejo a base de seleccionar» el matiz perfecto en la medida justa.
Pero una vez alcanzado el punto deseado «hay barricas que en el coupage no cuadran. Decidimos darle una vida, porque es un vino muy bueno y no merece la pena». Apoyados en barricas también de roble francés pero de tercer y cuarto año, surge Tinar de Mirat. Premios como un Bacchus de oro evidencian que, el segundo de los hermanos también tiene mucho que ofrecer. «Luego elaboramos un vino más sencillo, para un consumidor avezado pero, digamos, más normal».
¿Merece la pena tanta paciencia? Álvarez ríe. «El proyecto es bonito... pero la comercialización es difícil. No hay tanta gente que lo entiende» sobre todo en el paso de la distribución. Por ello concentra ventas en Suiza, Holanda, Dinamarca, Bélgica, los países nórdicos o el propio Burdeos. Sí, desde la humilde Soria se vende vino a la icónica región ofreciendo su propio estilo. «Jamás lo pudimos imaginar», pero «es una satisfacción».
También ayuda una bodega «de las más avanzadas» en el control de variables como la temperatura, la humedad o el cuidado con el que se ventila para aprovechar que el propio aire de la Ribera deje su impronta. Incluso hay una zona excavada en la roca que ayuda a controlar el calor cuando aprieta.
Bodegas Valdeviñas también esconde un pequeño secreto que se toman como diversión, un «blanco que elaboramos por puro capricho, lógicamente sin Denominación de Origen». Con albillo y tempranillo blanco, aprovechando el viñedo viejo pero con la plantación de 0,3 hectáreas este año para disponer de esta escasísima uva en la zona, «a los entendidos les sorprende». Y es que hasta los juegos tiene un sello de buen hacer.