Bodega Tenoira Gayoso (Villafranca del Bierzo, León)
Guillermo y la Padorniña
En la añada del 2007, Guillermo Tenoira Gayoso logró el sueño de elaborar, en su tierra, vinos de calidad que expresaran el terruño. Desde el principio, este ingeniero técnico agrícola, vinculado por familia al sector cárnico y soñando por apostar por la ganadería selecta, entró en el mundo del vino con criterios muy acertados para conseguir que sus elaboraciones Tenoria recogiesen el potencial de los cepajes, del suelo y del clima en el corazón de la hoya berciana. Y lo consiguió. No podía haber elegido mejor escenario para replantear un viñedo moderno sobre la base de las variedades mencía tinta y blanca godello. Para ello tuvo que renovar todo el viejo majuelo del pago. Su familia adquirió el paraje de la Padorniña. Históricos majuelos bercianos rodeados de viñas y casares. La Padorniña fue siempre admirada por su terreno y, hace muchos años, viajó a lomos de la etiqueta de un vino de la cooperativa villafranquina ya desaparecida. Curiosamente, una marca que ya ha dormido muchos años en el olvido y, algún día, podría resucitar en las etiquetas de este joven bodeguero berciano. Hoy, en la Padorniña, tiene lugar el ciclo vegetativo de las viñas de Guillermo y de su hermana Begoña. De esa materia prima se elaboran los Tenoira, tintos de mencía, y el Gayoso, criado en roble. De las viñas de Guillermo se producen, todos los años, alrededor de 130.000 kilos de uva, de las que embotella un 50% de la producción entre los tintos jóvenes, los blancos de uva godello y los tintos con crianza en roble. Lo más importante de la bodega Tenoira Gayoso es que puede garantiza regularidad, singularidad y una diferenciación que solo otorga una viña propia. En este caso, un viñedo situado en un paraje de extraordinaria belleza por el entorno que le rodea. Las viñas de Tenoira Gayoso se ven desde Dragonte y Corullón; desde los vértices de las Tres Campanas y el Malvís; desde lo alto de la imponente Aquiana y El Morredero, y se intuye, a corta distancia, el yacimiento romano que se eleva muy cerca de allí y del que los bercianos se sienten orgullosos por ser el origen de Bergidum, la ciudad astur fortificada situada entre Villafranca, Pieros, Cacabelos y Valtuille de Abajo. Sus trazos aún perduran, esperando que la actividad arqueológica nos devuelva el pasado del origen de El Bierzo. No ofrece ninguna duda el rotundo sello berciano del vino y la viña de Guillermo Tenoira. La viña está plantada en espaldera y ocupa cerca de dieciocho hectáreas, el 85% de mencía y un 15% de godello. Tiene una media de edad de unos diecinueve años y se distribuye alrededor del edificio central, acondicionado para recibir visitas y celebrar actos, catas y degustaciones de los vinos. La bodega se convierte, de este modo, en un magnífico ejemplo de la oferta enoturística berciana, un campo en el que Guillermo ha entrado de lleno. Otro factor que marca la personalidad de los vinos de esta bodega son las características de las diecisiete hectáreas de viña que crecen en suelos arcillosos, en pendientes muy suaves y a una altura de no más de seiscientos metros, con el beneplácito del microclima berciano. Hay una pequeña parte que procede de viñas en vaso del entorno, propiedad de la bodega. Los vinos de Guillermo se han ido ganando un hueco, precisamente, por esos matices que, sin perder personalidad varietal ni aportes sensoriales de la madera, llegan a la copa del consumidor sin estridencias, con suavidad y elegancia, de unas mencías y godellos que se expresan con finura. Sin duda, la visita al viñedo incrementa la fidelidad a sus vinos, que algún día se verá respaldada por el nuevo lagar a pie de viña.