Restaurante Arlanza (Quintanar de la Sierra, burgos)
Macu y la cocina del bosque
Se llama Inmaculada de Pedro, es serrana hasta la médula y toda su vida ha tenido en su entorno enormes masas forestales. Lleva cocinando casi treinta años y ha dejado su huella en Regumiel, al frente de uno de los lugares icónicos de la comarca de Pinares burgalesa: las instalaciones del restaurante y comedores del Comunero Revenga. Es de Canicosa de la Sierra pero, desde hace seis años, dirige la cocina del restaurante Camping Arlanza en Quintanar de la Sierra. No hay duda de que Macu, como la conocen los miles de comensales que han probado sus platos, tiene un sello claramente identificado con Pinares y con todo su potencial gastronómico, empezando por el ajo carretero, caldereta popular que nunca falta en su oferta de platos. Además, Macu es de esas cocineras que guisa realmente bien. Caracoles, cangrejos… Se trabajan las ensaladas, las legumbres y también el bacalao en varias de sus versiones. El marco donde se encuentra el restaurante, en medio del bosque, anejo al camping de naturaleza de la localidad, convierte una comida en un paseo por la exuberante imagen forestal de Quintanar, cuna y patria de carreteros y leñadores. De ahí que Macu haya logrado convertirse en una cocinera reconocida en todo el entorno de Pinares, donde nunca defraudan sus croquetas de jamón y boletus, sus platos de setas, su paturrillo y varios revueltos. Tampoco faltan las carnes rojas, las chuletillas y algún pescado. Sin duda, Macu es un magnífico ejemplo de cocina rural, con oficio, sabiendo lo que tiene en las manos. Por un lado, guisar, dar de comer y atender al comensal. Por el otro, junto a su familia, mantener una infraestructura fundamental en el desarrollo del turismo de naturaleza en Quintanar de la Sierra. Todo un lujo para la gastronomía burgalesa. Lo mejor es que podemos probar la cocina de Macu todos los días del año. Se puede comer a diario, con un menú de once euros que tiene mucha aceptación, a juzgar por el número de comensales. El domingo, sube a trece euros, aunque cada vez aumentan más los que optan por pedir platos a la carta, que no suelen sobrepasar los veinticinco euros. Un restaurante de cocina rural burgalesa a tener en cuenta.