SIERRA DE ÁVILA Y VALLE AMBLÉS
Siguiendo la esencia Vettona
Esta ruta descubre el patrimonio arqueológico menos conocido de la provincia de Ávila tanto por turistas como por los lugareños
Ávila cuenta con numerosas señas de identidad desde el punto de vista patrimonial, gastronómico y natural. Desde la muralla de la capital a la imponente Sierra de Gredos, pasando por el chuletón, las patatas revolconas o las judías de El Barco de Ávila, todo ello forma parte de la riqueza de una provincia que atesora mucho más, que no siempre es conocido, tanto dentro como fuera.
Entre esas joyas que permanecen en un segundo plano se encuentra el riquísimo patrimonio arqueológico, donde destacan los castros vettones, símbolo de una cultura que forma parte de la historia de Ávila.
De hecho, desde mediados de la pasada década, el Torreón de los Guzmanes, sede de la Diputación de Ávila, alberga un espacio cultural permanente denominado ‘Vettonia: Cultura y Naturaleza’, que ofrece una completa visión de aquella cultura de la Segunda Edad del Hierro, que tantos vestigios ha dejado repartidos por la provincia.
En esta ocasión, nos vamos a centrar en algunos de los más destacados castros que aún pueden verse en las inmediaciones de la capital: Las Cogotas, Mesa de Miranda y Ulaca. De esta manera, quienes quieran disfrutar de un fin de semana en Ávila, también podrán disfrutar de un enriquecedor periplo por las cercanas comarcas del Valle Amblés y de la Sierra de Ávila, donde se encuentran estos asentamientos.
Uno de los emplazamientos más sobresalientes y representativos se encuentra en el cercano municipio de Cardeñosa, situado a unos 10 kilómetros al norte de la capital. Tanto desde la AV-824, como desde la N-403 se puede acceder al castro de Las Cogotas, un yacimiento emblemático en la investigación sobre la Edad del Hierro en la Península.
Ubicado en un promontorio situado en la margen izquierda del río Adaja, este asentamiento que cuenta con una extensión de 15 hectáreas, fue excavado por el prestigioso arqueólogo Juan Cabré, entre 1929 y 1932. También trabajó al mismo tiempo en la necrópolis, que cuenta con 1.600 tumbas.
Este poblado lo componen dos recintos amurallados, correspondiendo la necrópolis al que se encuentra más elevado. El recinto principal cuenta aún con unas murallas bien conservadas y adaptadas a la topografía del lugar.
Además, llama la atención en este recinto el espectacular el campo de piedras hincadas, que completa las defensas amuralladas en toda la zona oeste, ya que servía, entre otras cosas, para dificultar los ataques de los enemigos a caballo, de manera que los jinetes tenían que descender para luchar a pie.
Algo más alejado de la capital, aunque a poco más de 20 kilómetros, se sitúa el castro de Chamartín, conocido como ‘La Mesa de Miranda’ que, junto a su necrópolis de La Osera, con unas 2.200 tumbas, constituyen uno de los ejemplos más destacados de lo que fueron los castros vettones pre-romanos, habitados entre los siglos V y I a.C.
Hasta la localidad de Chamartín se llega desde Ávila a través de la carretera AV-110. Una vez en la travesía de pueblo, un camino apto para vehículos conduce hasta este espectacular yacimiento al que también se puede acceder a pie, realizando una agradable ruta de poco más de media hora.
Este castro también descubierto por Cabré está declarado Bien de Interés Cultural (BIC) con categoría de Zona Arqueológica, lo que deja bien a las claras la trascendencia de este asentamiento de 29 hectáreas que cuenta con tres recintos amurallados con torres y bastiones.
En la agradable visita por este lugar estratégico desde el que se divisa la llanura morañega, puede verse la necrópolis dividida en seis zonas, quizá debido a los diferentes y castas en la sociedad de aquella época. Al igual que Las Cogotas, el de ‘La Mesa de Miranda’ cuenta con otro llamativo campo de piedras hincadas que, junto al foso, precedía al recinto amurallado.
Quienes deseen ampliar los conocimientos sobre esta cultura y acerca de este castro, tienen una buena oportunidad de hacerlo en el mismo pueblo de Chamartín, donde existe un Aula Arqueológica.
Pero si hay un castro vettón que destaque por unas dimensiones que le sitúan entre los más extensos de la Europa céltica, ese es el de Ulaca, ubicado en el municipio de Solosancho, a poco más de 20 kilómetros de Ávila, en dirección sur, a través de la N-502. Para llegar, no se puede hacer de otra forma que a pie, después de una pequeña y agradable caminata de 45 minutos desde el casco urbano de Solosancho.
Una vez en el poblado, uno de los aspectos más llamativos es la impresionante vista del Valle Amblés que existe desde su privilegiada situación. Este prototipo de oppidum vettón de nada menos que 70 hectáreas de extensión, ofrece al visitante la posibilidad de sorprenderse, no sólo con sus murallas, sino por otros restos de mucha importancia y muy llamativos.
Se trata del denominado Altar de los Sacrificios, un espectacular llamativo tallado en piedra, al que se le suponen funciones vinculados a determinados rituales relacionados con el sacrificio.
En su amplio recinto también destaca una singular sauna ritual que los expertos vinculan a los ritos iniciáticos de los pueblos vettones. Además, también permanecen las ruinas de una monumental construcción denominada “El Torreón, así como dos casas excavadas y restauradas.
La importancia de este castro y su espectacularidad han marcado a los vecinos de la zona, que cada año a mediados del mes de agosto celebran en Solosancho el festival Luna Celta, que sirve para mantener viva la herencia de sus antepasados, los vettones.