TURISMO
Buena y bonita villa
Esta localidad de poco más de cien habitantes se ha convertido en la primera de la provincia de Ávila que entra a formar parte de la Asociación de los Pueblos Más Bonitos de España. Por algo será
De las 79 localidades que ya forman parte de la Asociación de los Pueblos Más Bonitos de España, nada menos que 20 son de Castilla y León, que se convierte así en la Comunidad que más villas aporta a esta iniciativa que incluye algunos de los rincones de España que destacan por su calidad, excelencia y belleza.
La última incorporación a esta Asociación desde Castilla y León ha sido la pequeña localidad de Bonilla de la Sierra, que con sus apenas cien habitantes se ha convertido en la primera villa de la provincia que accede a este grupo privilegiado de pueblos que destacan pos su atractivo paisajístico, monumental e histórico.
De esta forma, sólo la provincia de Palencia queda por incluir alguno de sus pueblos en esta lista de la que Salamanca, con seis localidades, es la que más aporta, seguida por Segovia y Burgos, con cuatro cada una, mientras que Soria tiene dos y el resto una cada una.
Quizá no sea demasiado conocida, incluso por los propios abulenses, pero a Bonilla de la Sierra le sobran motivos para haber entrado a formar parte de este grupo exclusivo de pueblos que encierran en su interior grandes sorpresas para quien los descubre por primera vez.
En este caso, esta villa de origen medieval y cabeza de señorío eclesial, se encuentra situada a poco más de 50 kilómetros al suroeste de la capital, muy cerca del municipio de Piedrahíta, a algo más de 1.000 metros de altitud.
Lo que más destaca, incluso desde la distancia, es la iglesia-colegiata de San Martín de Tours, cuya apariencia de catedral sorprende a cualquier visitante que contraste su grandiosidad con la pequeñez de esta localidad cuyo nombre responde al reconocimiento que acaba de obtener.
Y es que la finalización de las obras de la Catedral de Ávila en torno a 1429, hace que el obispo de aquel momento buscara una villa en la provincia para pasar los veranos. Sus ojos se fijaron en la que entonces se denominaba ‘bonna villa’ y con el tiempo se convirtió en Bonilla.
Y es que esta localidad se encuentra estrechamente vinculada a la iglesia de Ávila, por ser señorío del Obispado, ya que desde 1224 el papa Honorio III se la concedió al obispo abulense de turno. De esta manera se convirtió en cabeza de un señorío eclesiástico, perteneciente a los prelados.
Por ello, su castillo, ahora en manos privadas, fue durante mucho tiempo utilizado como residencia de verano de los obispos hasta el siglo XIX, ya que la Desamortización de Mendizábal hizo que fuera desvinculado del clero. Incluso Juan III llegó a refugiarse en su torre del homenaje.
Teniendo en cuenta este pasado, a Bonilla de la Sierra se la conoce como ‘Villa Episcopal’. En ella murió el obispo Alonso de Madrigal ‘El Tostado’ y a ella iban a parar también los obispos durante la época estival, dado que el clima resulta mucho más suave en verano, teniendo en cuenta la relativa proximidad de la Sierra de Gredos, que se atisba desde buena parte de este pueblo de calles empedradas en las que aún pueden verse casas con escudos, dinteles con adornos célticos y diferentes tipos de arcos.
Una de esas calles conduce hacia el denominado Pozo de Santa Bárbara, que según reza la tradición, suma tantos escalones como palabras tiene el Credo.
Por ello, no hay que dejar de pasear por las silenciosas y hermosas calles de Bonilla de la Sierra que, como en otra conocida frase que hace referencia a Roma, conducen en este caso a la bella plaza medieval porticada, en la que destacan sus soportales adintelados, sus arcos de medio punto y sus vigas de madera. En ella sobresale el edificio del Ayuntamiento, que fue construido bajo el reinado de Carlos III en 1779 y cuenta con un destacado escudo.
Sin embargo, si hay algo que destaca en la plaza es la iglesia. La grandiosidad de este templo declarado monumento histórico-artístico nacional –actual BIC- en 1931, parece empequeñecer un ágora con mucho encanto, cuyo espacio rodea buena parte de esta colegiata imponente, cuyos llamativos y grandes contrafuertes apuntan hacia el cielo, contribuyendo a incrementar la majestuosidad de la iglesia. Esta pequeña catedral (s. XV-XVI) cuenta con una llamativa torre-campanario de planta cuadrada. El templo cuenta con una única gran nave segmentada en cinco tramos mediante arcos apuntados.
La capilla mayor cuenta con un gran retablo barroco de finales del XVII. Según los expertos, lo más valioso son sus diez tablas pintadas dedicadas al patrón, San Martín de Tours, ya que en ellas se narran aspectos destacados de su vida. En la parte oeste del templo, aparecen dos grandes arcos que sirven de asiento al coro.
Entre las capillas destaca la de los Chaves, que sirvió de cierre a la nave por poniente. En su interior puede contemplarse desde un precioso, pero deteriorado retablo gótico, hasta a tablas hechas al temple del siglo XV, representando la misa de San Gregorio y Santa Catalina.
También junto a la plaza se sitúa el castillo (s. XII), convertido en residencia de los prelados abulenses cuando se desplazaban a la zona. Esta fortaleza, reformada en los siglos XV y XVI cuenta con tres cubos en la parte norte y una gran torre de planta rectangular, llamada torre mocha, con matacanes y unas ventanas con arcos semicirculares. Las habitaciones y dependencias se distribuían alrededor del patio. En algunas de ellas, aún se pueden apreciar restos de frescos policromados.
Otro de los atractivos de Bonilla de la Sierra es su muralla, que está siendo restaurada poco a poco por la Diputación provincial. Este recinto contaba con cuatro puertas de acceso a la villa, con diferentes nombres, en función de su orientación.
Además de su rico patrimonio y su historia, el visitante debe disfrutar de esta pequeña villa que entra a formar parte de la Asociación de los Pueblos más Bonitos de España, caminando por sus calles empedradas, desde las que se contempla su incomparable entorno natural.