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Un asado entre Soria y Numancia

El restaurante ocupa una antigua cuadra reconvertida en algo más que un asador con el encanto de lo rústico y auténtico

Ballano y Matei .flanquean la chimenea del comedor en la planta baja.-L. Á. TEJEDOR

Publicado por
ANTONIO CARRILLO
Valladolid

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Con Campos de Castilla, el poeta Antonio Machado glosó como nadie el encanto de una tierra sencilla pero con mucho sabor. Años después el poemario da nombre a un restaurante ubicado entre Soria y Numancia y que también atesora esa esencia rústica. Piedra, madera, el olor a asado y la brasa en la chimenea evidencian una larga trayectoria que ahora pasa a manos de una nueva gerencia.

Con Ana Isabel Ballano en la gestión y Raluca Anamaría Matei al mando de los fogones, el objetivo es dar un nuevo impulso sin perder una esencia que viene de lejos. Y es que originalmente el hotel–restaurante «eran unas antiguas cuadras. Las acabaron convirtiendo en asaderos» y comenzó la popularidad de este establecimiento, ubicado en Las Casas, un barrio rural de la capital al que se accede incluso por carril bici.

«Aún tenemos un cartel viejo en la entrada de ‘asadero de lechazo’», recuerda Ballano. «Y poco a poco se ha ido convirtiendo en mesón, de ahí a restaurante y ahora abrimos una nueva etapa» en la que entran toques de cocina contemporánea pero sin perder de vista los orígenes de este espacio.

Matei detalla que la carta va «desde cocina tradicional, que es lo que más requiere y pide el público soriano, hasta cosas más innovadoras. Jugamos un poquito con lo nuevo y con lo que siempre vas aprendiendo» según se gana experiencia y se van atesorando las recomendaciones de los clientes.

Hace no tantos años –incluso en la década de los 90– en las caballerizas se podían guardar los animales mientras se disfrutaba de un buen almuerzo o sobre todo las piezas hechas a la leña. Hoy los animales ya no forman parte del paisaje pero las especialidades permanecen. «La comida a la brasa, los asados, los corderos, la cochinilla tienen mucha demanda. A la gente les gusta mucho venir aquí sobre todo por las carnes». La clave es optar por el «producto soriano y siempre fresco» como base culinaria.

Con dos amplios comedores donde rústico no se convierte en sinónimo de oscuro, ni mucho menos, el espacio tiene demanda para una comida turística, un menú diario u ocasiones más especiales. «Celebramos desde bautizos, comuniones, cenas de empresa, cumpleaños... Lo que se pida», detalla Matei. «Entierros, bodas... desde lo más alegre a lo más triste», completa Ballano. Y sí, hay quien decide que hay pocas despedidas mejores que reunir a los deudos en torno a un buen asado. «Para todo lo que haga falta comida de por medio, aquí estamos», remata la cocinera.

Otra de las claves es la ubicación. Aunque muchas veces se identifica a Numancia con Soria, lo cierto es que el cerro de la antigua ciudad celtíbero–romana está en Garray con restos también en Renieblas. El Campos de Castilla se sitúa entre la capital y este icónico enclave, permitiendo combinar dos visitas imprescindibles para los turistas por la zona.

«A cinco kilómetros de Numancia y a las afueras de Soria», resumen las dos mujeres que capitanean la nueva etapa. En una ciudad famosa por su reposo, «mucha gente busca tranquilidad y no quiere meterse en pleno centro simplemente por calma. Tiene todas las salidas hacia todas las direcciones si quieren salir hacia la Laguna Negra, hacia El Burgo de Osma, a Calatañazor... donde sea. Estamos muy bien ubicados, en pleno centro de todas las carreteras», reseña la locuaz Matei.

No obstante, reconocen que en ocasiones «a la gente de Soria le cuesta un poco venir y trabajamos con gente de los alrededores, por ejemplo del polígono y turismo». No obstante, a pesar de la pereza de los capitalinos para coger el coche hay incluso servicio de autobús urbano, así que no hay problemas para darse un homenaje, tinto incluido, sin tener que conducir. Y si no, además de parada hay fonda para descansar.

Así, con ecos machadianos, Soria en el horizonte y el viento soplando desde la legendaria Numancia, el Campos de Castilla sigue ofreciendo sus famosos asados y carnes a la brasa. Ahora las caballerías han dejado paso a un comedor más amplio pero con la esencia real de lo rústico. Sea para unas tapas, para un menú ligero o para dar buena cuenta de un lechón horneado sin prisa, las décadas lo actualizan pero el alma sigue siendo la misma, el sabor soriano.