VINOS
La viña de Teodora en Fradellos
Ella asegura que alrededor de sus viñas ha visto al lobo más de una vez, pero no le tiene miedo. Además, es consciente de que el corzo, el zorro y el jabalí también hacen de las suyas con las uvas y las castañas. Pero todo esto es solo una secuencia lógica de la tierra donde nació en la añada del 63, en el corazón de Aliste, al resguardo de la Sierra de la Culebra: se llama Fradellos y en invierno viven alrededor de 50 vecinos. En el pasado tampoco tuvo muchos más, pues es uno de esos pueblines alistanos que, a pesar de todo, se resiste a desaparecer, sobre todo cuando le nacen descendientes que se empeñan en defender lo que vieron en la niñez. Esto es lo que le pasó a Teodora López Vara, la hija de Juan José y la nieta de Tomás, que ha decidido que la hectárea de viñedo que heredó no se descepe bajo ningún concepto. Teodora no lo ha tenido fácil pues, como profesional del Derecho y empresaria, alterna Cataluña y Zamora, pero siempre con la memoria puesta en el ciclo vegetativo de las viñas en vaso que heredó de los suyos. Una buena parte mencía –variedad de uva muy alistana- y moscatel. De ahí, del fruto de sus viñas, salen tras la vendimia los 2.000 kilos, más o menos, que produce este majuelo alistano situado en el paraje de Retacueva, a kilómetro y medio de la aldea. Pero lo mejor de todo y que de verdad emociona a Teodora es el paisaje que circunda sus viñas: pinos, brezos, jaras y castaños -estos últimos fueron plantados por su abuelo hace 50 años- y las viñas de moscatel, hace unos 30 años. Este es el legado que defiende Teodora al mismo tiempo que anima a que conozcan su pueblo, que conserva la arquitectura vernácula y un impresionante puente al que todos llaman ‘La Puente’ sobre el fino hilo de agua del río Cebal. A la hora de elegir el vino, el puente fue su fuente de inspiración, pues era el camino que había que tomar para salir a Aliste. De ahí que su vino, el de la etiqueta azul diseñado por Raquel Revenga, salga al mercado con el nombre de ‘Caminos de Aliste’. Teodora insiste, aun con la dificultad de la distancia, en que es perfectamente viable elaborar un vino moderno rescatando aquellos vinos artesanos que elaboraron los suyos en el pasado. Por el momento, sus uvas se trasladan a una bodega próxima donde fermentan y se elaboran. No descarta, en el futuro, construir su propia bodega e incluso adquirir más uvas, pues en Fradellos apenas alcanzan las cuatro hectáreas en total de las cepas diseminadas en pequeños majuelos. Aun así, Teodora se siente castañicultora, viticultora y, por encima de todo, elaboradora de vinos igual que su abuelo. Todavía se conserva la pequeña bodega con las viejas cubas donde fermentaron antaño los vinos. Algo a lo que esta viticultora alistana no quiere renunciar a sabiendas que algún día el acero inoxidable y la tecnología necesaria suplantarán esa estampa etnográfica que hoy solo sirve para recordarla que no pueden desaparecer los vinos de su pueblo. Este año salieron al mercado los primeros vinos, apenas dos mil botellas de la añada de 2016, luciendo en la etiqueta azul. Un proyecto en el que colaboran algunos miembros de la familia y que, por el momento, encuentra su mercado en los círculos próximos, en la provincia de Zamora y entre los profesionales y aficionados al mundo del vino que buscan historias tan originales como ésta.