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Bodega Ramayal

Los mensajes del vino de Tábara

Antonio Ferrero y José Palacios en el interior de la nave de crianza de la bodega Ramayal de Ferreruela de Tábara con los dos vinos más representativos en las manos.-

Publicado por
Javier Pérez Andrés

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A veces una simple botella de vino lleva en su interior fascinantes mensajes de calado cultural. La del vino Ramayal, elaborado con uvas tintas de la variedad mencía de la Tierra de Tábara, es un claro ejemplo. La sola mención de Tábara nos transporta de inmediato a la iglesia románica de Santa María, que fuera parte del monasterio de San Salvador de Tábara y sede del scriptorium en el que sus monjes ilustraron el valioso Beato que lleva su nombre. También al poeta León Felipe, efímero zamorano que no imaginó que en su solar de nacimiento se soldaran tan fuerte sus versos y su memoria, como así ha sido, a pesar de que en su poesía quería «el camino blanco y sin término» y rechazaba báculos y cetros para ir solo con «un bordón del Romero…». Tábara, casualmente nos lleva a los bordones de los actuales peregrinos que la cruzan siguiendo el Camino de Santiago Sanabrés. También a las vacadas alistanas y a sus carnes, a La Raya con Portugal, a la cultura alistana, al lobo y a los frondosos bosques hoy hábitat saturado de ciervos, corzos y jabalíes. Finalmente, una última bendición que avala al territorio de Tábara, es el respaldo de la Unesco y de las políticas medioambientales. La comarca cultural de Tábara se enmarca en Aliste y está dentro de la denominada Reserva de la Biosfera Transfronteriza ‘Meseta Ibérica’ unida a la zona de Tras os Montes, formando parte del espacio natural Sierra de la Culebra.

Es precisamente en este escenario en el que viven hombres como el viticultor tabarés Antonio Ferrero que tiene ese perfil de algunos zamoranos que no claudican en el medio rural, que creen que es posible combatir la despoblación (que es la filoxera del siglo XXI) y que además lo demuestran. Antonio lidera de forma profesional la viticultura y la enología en su pueblo. Tras una década de actividad ya no hay duda alguna del nivel alcanzado por los vinos elaborados con las técnicas enológicas actuales y que salen al mercado con la etiqueta Ramayal, paraje histórico de majuelos del término municipal que da nombre a los vinos y a la bodega situada en El Secadal. Ya nadie pone en duda aquella aventura iniciada en 2011 por tres tabareses: Antonio Ferrero, Pablo Villalón y José Palacios, que comenzaron con la producción de uva de 5 hectáreas de viña y una inversión de casi medio millón de euros destinada a construir la bodega, las naves de elaboración y crianza. Han demostrado que es viable y rentable elaborar un vino de calidad y cultivar las viñas en su pueblo, Ferreruela de Tábara. Una localidad que conserva aún alrededor de 25 hectáreas de viñas viejas en vaso diseminadas por los pagos de Ramayal, el Torreón y la zona de viñedos localizada más hacia la zona de Vegalatrave de Alba y Puercas de Aliste.

Hoy están al frente Antonio, en la bodega y la viña, y José en la administración. Lo cierto es que la memoria de sus padres, Manuel Ferrero y Pedro Palacios, está muy presente, pues a ellos les deben el amor a la viña y el no haber arrancado las cepas. Un proyecto que ha salido adelante en un pueblo donde todavía quedan en torno a 25 hectáreas de viñedo repartido por el término y donde muchas familias no han dejado de elaborar sus vinos con sus propias uvas de forma artesanal. Por eso esta bodega de Ferreruela de Tábara, unida al resto de las iniciativas enológicas que han revolucionado el vino alistano dentro de la asociación de Vinos de la Sierra de la Culebra, ya tiene un futuro garantizado. El asesoramiento enológico está en manos del enólogo zamorano Ramón Ramos, buen conocedor de la zona.

Elabora en torno a 25.000 botellas al año. La mayor parte de vinos tintos jóvenes y envejecidos en barricas de roble. Sus marcas son ‘Padre Serrano’, el vino más joven, ‘Ramayal’ y ‘Soto del Torreón’, tintos en barrica, y sus precios se sitúan en las franjas de 8 a 15 euros. La bodega cuenta con 6 hectáreas de viñedo: el 90% de mencía, algo de garnacha y el resto de uvas blancas jerez o palomino. Todas ellas con una media de edad de 100 años, según Antonio Ferrero, que asegura que ya estaban plantadas cuando nació su abuelo.