MESÓN EL GALLO (MANSILLA DE LAS MULAS, LEÓN)
La hija de Felipa y el bacalao de Mansilla
Desde hace cuatro años, Mari Carmen Robles está al frente de la cocina de su restaurante Mesón el Gallo a las afueras de Mansilla de las Mulas, a extramuros, como corresponde a una localidad medieval murada. Pero Mari Carmen sigue fiel a lo que le enseñó su madre Felipa Miguélez y su padre Marcelo Robles en aquella inolvidable casa de comidas que es historia de la cocina leonesa. Casa Marcelo, muy cerca del puente, sobre el Esla y casi pegando a los muros del Postigo. Precisamente fue allí donde su madre Felipa hizo célebres sus platos y recetas del bacalao al ajo arriero y de la cecina de chivo, dos platos a los que Mari Carmen ha sido absolutamente fiel y junto con el tomate de Mansilla nunca faltan en la comanda del restaurante Mesón El Gallo, donde se puede comer un menú diario de 10/ 12 euros y a la carta por 20 euros.
Patricia, su hija, hoy también en la cocina, asegura que su abuela también la ha marcado y aunque es diseñadora gráfica, lleva un tiempo en la cocina del restaurante familiar. El Mesón El Gallo es uno de esos restaurantes de cocina rural con una buena definición de cocina tradicional y popular. Además, en este caso, se ha convertido en el último reducto de dos platos emblemáticos de la cocina leonesa: el bacalao al ajo arriero y la cecina de chivo entrecallada. El primero con un huevo escalfado como nota diferencial y el segundo sin guarnición salvo un chorizo, también de chivo, que le acompaña en el plato. Por supuesto, el tomate, también sin apenas intervenciones, aceite de oliva y sal, es un buen complemento dada la importancia que la huerta y esta hortaliza tienen en Mansilla de las Mulas.
Pero en el Mesón El Gallo se puede comer una buena sopa de pescado, una paella, unos cangrejos con arroz, menestras, revueltos, una merluza a la cazuela, un pollo al ajillo o carnes rojas. Sin ningún género de dudas, la cocina de Mari Carmen en Mansilla de las Mulas es una de esas estrellas que lucen al lado de los peregrinos y en el solar del Mesón literario de los padres de la ‘La pícara Justina’.