Barro, leña y carnón

El restaurante de Ascensión Peña en la pequeña localidad burgalesa de Cernégula nos vuelve a poner en el mapa de las carreteras olvidadas. Ya no están en su linde las ventas, los paradores, las posadas y los ventorros que no hace tanto escoltaban los caminos carreteros. En aquel tiempo había tráfico de ganados y de personas, y las chimeneas de las cocinas echaban humo. Ya no vamos a resucitar aquellos viejos pastores ni tampoco a aquellas mujeres que cocinaron con carbón en el hierro de bilbaínas, pero al menos sí podemos valorar una oferta gastronómica que mantiene abierta la puerta, como lo hicieron antaño con nieve, de noche o con sol. Y además, si alguien quiere encontrar sensaciones, aventura o historias bonitas en torno a una mesa, puede encontrarlas en restaurantes de sencilla cocina rural. Solo se trata de darles la dignidad que se merecen y agradecer que exista esta cara de la gastronomía tan necesaria hoy en una buena parte del territorio rural de Castilla y León. Ahora bien, ellos, los pequeños restaurantes de carretera, son los lugares donde se puede comer en tantos pueblos desperdigados. Esas familias que regentan este tipo de establecimientos deben retomar con orgullo su procedencia, su origen familiar. En definitiva, su verdadera cultura gastronómica, incluyendo la receta y el relato heredado, y trasladarlo a la decoración y a la comanda. Y, ¿por qué no? resucitar la cocina del barro, de la leña y el carbón.