DE VINOS
Súbditos de una reina blanca
REINA DE CASTILLA (DO RUEDA)
No lo dudaron cuando llegó el momento de poner un nombre a un proyecto vitivinícola que nacía de la mano de 18 viticultores en la añada de 2007. La bodega, y en consecuencia sus vinos, tendrían que estar relacionados con la Reina de Castilla. Al fin y al cabo estaban en su viejo feudo, antaño territorio afamado por sus vinos y viñedos, del que se sienten súbditos sentimentales. «Nada más pegado al terruño histórico que la figura de Isabel tan ligada a las tierras de Medina», apunta su actual presidente, Pablo Jesús Escudero. Y así fue. Tampoco dudaron a la hora de elegir de qué manera se gestionaría la inversión y la propiedad de todos y decidieron que fuese la fórmula cooperativa. Francisco Lozano Cantalapiedra, es el secretario y asegura que esta decisión se fundamenta en que casi todos los fundadores y actuales propietarios son «cooperativistas agrarios en otros campos de toda la vida». Este modelo permitió entonces y ahora rentabilizar el fruto de sus viñedos. Hasta aquí el envoltorio y la raíz de un proyecto en el que estos viticultores decidieron unir viñas, euros y riesgo para construir su propia bodega en la que elaborar sus propios vinos lejos de las batallas de los precios de la uva en cada vendimia. El mayor activo de la Reina de Castilla son sus viticultores. En este caso sus propios dueños que responden de la sanidad de las uvas y de todos los pasos dirigidos a obtener una materia prima destinada a elaborar vinos de calidad. De ahí, que tanto las prácticas culturales, tratamientos y criterios en la viticultura se controlen durante todo el ciclo vegetativo con prácticas culturales responsables.
La bodega produce por el momento una media anual de 1.700.000 de kilos de uva procedente de las 225 hectáreas de viñedo. De las que un 92% son de uva verdejo, un 5% sauvignon blanc y pequeñas partidas de viura y tempranillo. Otro factor diferencial es el de los suelos de La Seca, de probada solvencia agronómica y una media edad de 25-30 años en las viñas en espaldera con un 10% de hectáreas de más de 40 años y algún majuelo viejo muy puntual en vaso. Para la enóloga Ana Tesón «éste es el verdadero potencial y la mayor la garantía para trabajar en bodega y diseñar vinos modernos competitivos y que expresen el terruño».
Además se une otro perfil importante en los 16 socios de la cooperativa es que cultivan plantaciones de vid en una media entre 15 y 20 hectáreas cada uno. Esto permite un seguimiento mejor, dado el tamaño y la proximidad de las plantaciones, la mayor parte a corta distancia del lagar. Hoy la bodega cooperativa se enfrenta a nuevos retos de crecimiento y expansión comercial tras la definición de sus vinos que se ajustan al diseño enológico que demanda el mercado, en este campo Ana Tesón, formada en la Escuela de Enología en Palencia, ha definido toda la gama con bastante acierto a juzgar por el refrendo de prescriptores y premios en concursos de vinos. Destacan los jóvenes blancos de verdejo y sauvignon blanc los fermentados en barrica y una partida pequeña de rosados que complementa un frizzante respondiendo así a una tendencia creciente que demanda una parte del mercado. Se trata del «príncipe azul» de la bodega, una nota original chispeante y divertida dirigida a un sector que demanda bebidas refrescantes de escasa graduación.
La bodega desde el principio tuvo claro su participación en el fenómeno enoturístico y participa en la Ruta del Vino de Rueda permitiendo la visita a las instalaciones. Sin duda el diseño de su arquitectura exterior, llama la atención por su silueta ovalada con tirantes laterales que conforman una estampa diferente y original entre la arquitectura de bodegas. Otro aspecto que valoran los visitantes es el propio emplazamiento de las instalaciones y un escenario rodeado de viñas.