EL KIOSCO (SORIA)
El latido del corazón verde de Soria
El Kiosco ofrece en pleno parque de la Dehesa cocina innovadora de la tierra, amplias cartas de vinos y vermús y un aire europeo ‘chic’
La capital soriana tiene un corazón verde. El parque de La Dehesa (oficialmente Alameda de Cervantes) lleva cerca de un milenio ligado a la vida de la ciudad. Hoy ya no es espacio de pastos sino de paseos, pero desde hace dos años y medio late con una fuerza especial que le ha dado vitalidad gastronómica y de ocio. El Kiosco, con sus tres ambientes para distintas épocas del día y del año, marca un nuevo pulso.
Todo el establecimiento lleva el sello de Roberto Aldea, hostelero de cuna. El primer espacio nació en 1945 pero el actual, totalmente distinto, es más reciente. «Surgió a raíz de una convocatoria del Ayuntamiento para la trasformación del antiguo kiosco en un bar–restaurante. Las ideas eran libres y presenté este concepto, intentando reflejar los cafés europeos y al final fui el elegido». La madera, la decoración cuidada y la integración de los árboles existentes son algunas de las señas de identidad de un estblecimiento que saltó del siglo XX al XXI.
Aldea ya sabía lo que era trabajar en el sector dentro de espacios verdes únicos. No en vano, ya había sumado experiencia en lugares como el hotel de Valonsadero, durante años el negocio mejor valorado de toda la provincia en páginas como Tripadvisor. «Yo nací en un bar. Mi padre tenía un hostal restaurante y lo he mamado desde niño. En Soria hemos regentado diferentes establecimientos y la trayectoria familiar está muy ligada a la hostelería».
Con la combinación de bagaje y paisaje, el Kiosco nació bajo una forma innovadora. «Una de las ventajas de este establecimiento es que tiene tres espacios diferenciados». El primero de ellos es «un bar como una especie de vermutería y un café más moderno para degustar vermús, pinchos y tapas. Por la tarde es un espacio para tomarte una copita con un poco de música y en la tarde–noche unas cañas» entre libros, lámparas de diseño y coquetos sillones.
«Luego está la parte del restaurante, La Taberna del Kiosco, en la cual hacemos una cocina que intentamos basar en los productos tradicionales y a la vez innovar un poco y dar un toque más moderno», prosigue Aldea. «El tercer espacio es puramente de terraza, que funciona sobre todo en los meses de verano y que refleja un poco el espíritu del kiosco antiguo que había» y que nació hace 73 años.
CARTA ENTRE DOS AGUAS
Respeto a la oferta gastronómica, la carta oscila entre lo que el visitante espera encontrar en Soria y lo que la gente de la ciudad busca para salir de la rutina. «En productos de temporada intentamos tener la mayor variedad posible. Como productos de la tierra la micología y las carnes son nuestros fuertes», vinculando así la oferta a la tradición. «Pero intentamos tener también una oferta en pescados u otro tipo de entrantes más elaborados también pensando en la gente de aquí». Así, hay desde chuletillas y lubina al horno hasta tataki de presa ibérica o arroz con viéiras picantes.
«Quizás al turista sí que le gusta más comer el lechal, los boletus... Pero el cliente soriano está cansado», relata el alma mater del Kiosco. «Tienes que jugar un poco a dos bandas. Es verdad que cada vez hay más turistas, pero sigue siendo una clientela principalmente soriana. El que viene de fuera quiere comer migas, torreznos o lechal, como cuando vamos a Asturias y queremos tomar sidra y fabes».
Con el Duero a un cómodo –y bonito– paseo por el centro de la ciudad, prácticamente peatonalizado en su totalidad, no podían faltar los buenos caldos de la Denominación de Origen para regar la comida. «Uno de nuestros fuertes quizás es la oferta de vinos y sobre todo basarla un poco en la oferta de vinos de la tierra, de Soria. Tenemos unos vinos muy buenos y tenemos que ponerlas en valor», apunta Aldea ante una pared repleta de botellas. El número de referencias no es ninguna obsesión, más bien un lazo con los orígenes. «Buf, no sé cuántas habrá. No lo he pensado nunca.. Un centenar en total, seguramente».
También hay vermús para todos los gustos, desde los sugerentes nombres italianos hasta los españoles de raigambre pasando por marcas artesanas y minoritarias. Un toque sibarita, que no elitista, para disfrutar antes de entrar a comer o cenar.
No obstante, Roberto Aldea es consciente de que «parte del éxito del establecimiento es que se ha integrado perfectamente» en uno de los emblemas de la ciudad, el más verde de todos. «Parece que lleve aquí toda la vida» aunque en su formato actual aún no sople las tres velas. «Se ha respetado la naturaleza y desde luego el espacio es único. Hay parque muy bonitos en muchos sitios, pero es que esto está en el centro de la ciudad. Un parque tan bonito como este en Soria es una gozada», concluye desde un espacio que ha acelerado el pulso de La Dehesa.