Diario de Valladolid

POZA DE LA SAL (BURGOS)

La huella de Félix en su tierra natal

Por las calles de este bello pueblo medieval, famoso por sus salinas, correteaba el célebre naturalista sin dejar de mirar nunca a sus tres cielos

-ALBERTO MARROQUÍN

-ALBERTO MARROQUÍN

Publicado por
Diego Santamaría

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Cada vez que os vais me doy cuenta de que me dejo lo mejor». A Antonio Sanjuanes «siempre» le pasa lo mismo cuando atiende a un periodista interesado en profundizar sobre la vida de Félix Rodríguez de la Fuente y el impacto de su legado en Poza de la Sal, la tierra que le vio crecer hace 90 años. A sus 86, recuerda como si fuera ayer las peripecias juveniles con el célebre naturalista y sus inseparables halcones. Por aquella época, adiestrar estas aves no estaba muy bien visto que digamos. En la vecina Briviesca «lo único que hacía todo el mundo era reírse de nosotros». No todos. Don Samuel, padre de Félix y notario de profesión, tenía otros planes para aquel intrépido muchacho al que «siempre le gustaron los pájaros». De hecho, «cuando le veíamos por una calle nos marchábamos por otra porque no quería que se dedicase a eso». Al final consiguió que se licenciase en Medicina, pero nunca logró que se olvidase de la cetrería.

Aunque a estas alturas lo ha contado prácticamente todo sobre Félix, todavía le invade la nostalgia. Hasta esta semana, Policarpo de la Fuente y él eran los únicos amigos de la cuadrilla ‘Dios te libre’ que todavía viven. Desgraciadamente, el bueno de ‘Polis’ falleció el lunes a los 88 años de edad. Aún así, Sanjuanes no duda en atender a este suplemento para trazar un perfil de la persona reconvertida en leyenda que nunca perdió su naturalidad.

Tampoco la osadía, virtud en este caso positiva que cultivó durante sus años mozos cuando se dirigía al Ayuntamiento para sacarse unos reales por «quitar los nidos de las picazas, las urracas y muchos animales, incluso el zorro». Ahora junto al Consistorio se ubica la Oficina de Turismo, que alberga en su interior el Espacio Medioambiental de la Infancia de Félix Rodríguez de la Fuente.

La «ampliación de contenidos» en esta dotación ha sido posible gracias a los testimonios de ‘Polis’ y Sanjuanes, partiendo de su historia y valiéndose de recursos interactivos para que el turista pueda «conocer Poza desde la perspectiva infantil de la cuadrilla». De esta forma, la técnica de turismo local, Esther García, asegura que este recurso es de vital importancia para «traer el mensaje de Félix al presente». Además, también ayuda a imaginar en buena medida «qué les diría Félix a los niños» -y también adultos- de hoy en día.

Por muy presente que esté la figura del naturista en el pueblo que le vio crecer, García subraya que el 90 aniversario de su nacimiento ha fortalecido más si cabe el «incremento exponencial» de las visitas durante los últimos años. Ahora bien, la localidad también cuenta con otros alicientes como las salinas, su impresionante entorno medieval o la flora y fauna que tanto entusiasmó al célebre divulgador ambiental.

En lo que va de año, las estimaciones iniciales de la empresa Marnawolf -gestora de los recursos turísticos de Poza- hablan de un incremento de «entre el 10 y el 15%» de las visitas en relación al mismo periodo del ejercicio anterior. En este sentido, desde la compañía destacan el interés creciente de los grupos organizados que han aprovechado fechas clásicas de escapada como la Semana Santa o los festivos.

DE RUTA POR EL PUEBLO

El «primer cielo» que Félix observaba junto a sus amigos es el leitmotiv perfecto de una ruta de 800 metros y siete puntos de interés señalizados que arranca, como no podía ser de otra manera, en el Espacio Medioambiental. A escasos metros se encuentra la Plaza Vieja, escenario de ferias y mercados donde los tramperos vendían pieles mientras la cuadrilla correteaba alegremente. La siguiente parada, en el número 18 de la calle Mayor, fue la primera casa y lugar de nacimiento del naturalista.

Llegados a este punto, el visitante ya ha descubierto la estrechez de las calles medievales que conforman un laberinto por el que apetece deambular durante horas. Lo mejor de todo, aparte de la singularidad urbanística de un municipio con casas de gran altura por la falta de espacio a costa de su muralla, es el acompañamiento de recursos turísticos -en folleto o panel explicativo- que permiten viajar al pasado para recrear al detalle la infancia y juventud del chico «más atrevido» de la pandilla que «guiaba a sus amigos en todas las aventuras».

EL ECOSISTEMA

Los otros dos cielos que tanto fascinaban a los chavales de ‘Dios te libre’ vigilan desde lo alto el yacimiento salino de la villa y el páramo de Poza y Masa en cuya cumbre durmió Félix plácidamente «escuchando aullidos de lobos». De hecho, el propio naturalista confesó que en esa ubicación concreta aconteció una de las experiencias «más trascedentes» de su vida, «uno de esos momentos que influyen ya para el futuro de toda la existencia de un ser humano».

Pese a que La Bureba se impone majestuosa desde la Plaza Nueva, resulta 100% recomendable abandonar el casco urbano para adentrarse en los paisajes que deslumbraron a Félix y compañía. Sin lugar a dudas, las mejores vistas se encuentran en el mirador de la carretera que conduce hasta el páramo. Por ello, el monolito que rinde honores al vecino más ilustre de Poza debía asentarse en este enclave.

La influencia mediática de Félix benefició sobremanera al ecosistema local. Sanjuanes recuerda su intermediación ante el gobernador civil a finales de los 70 para retirar unos vertidos tóxicos en el Páramo de Masa procedentes de una factoría vizcaína. De nada habían servido las protestas iniciales previas porque «no nos hacían caso». Sin embargo, el intrépido ecologista consiguió salvar el entorno. Antes de ello, le enseñó a su íntimo amigo el desastre. «Me dijo que cogiese unas pesetas rubias, las echamos al líquido y... ¡Joder como hervían las pesetas!», revive con orgullo al saber que, gracias a su gestión, la fauna y la flora constituyen hoy en día un reclamo turístico de primer nivel en la comarca. No es de extrañar, por tanto, que «le propusieran para ministro».

Sin lugar a dudas, los paisajes burebanos están en deuda con Félix. El respeto al medio ambiente continúa siendo marca de la casa, de tal manera que el castillo de los Rojas y el diapiro salino mantienen intacta su integridad dentro de tan bella estampa, hogar de múltiples especies animales que ensalzan cada uno de los pasos del naturalista a pie de campo.

DE BUEN COMER

Si algo caracterizaba a Félix era su «buen apetito». Tenían buen saque, aunque «no era nada exigente». Lo mismo le daba una copiosa comida que un plato de alubias y dos huevos, como aquella vez que Sanjuanes y él pararon en el Hogar del Productor Burgos. «Yo pensaba que íbamos a comer bien, pero me enseñó el dinero que nos quedaba y solo nos daba para eso», rememora su compañero de aventuras.

Hablando de gastronomía, la localidad presume de contar con El Pozano, la empresa familiar que desde el 61 elabora morcillas, chorizos y otros productos derivados del cerdo como picadillo o cabecero de lomo. Se pueden adquirir, junto a la tradicional sal de Poza, en el hotel- restaurante Casa Martín, que ofrece al visitante lo mejor de la despensa provincial. La propietaria del establecimiento, Nuria de la Fuente, nos recomienda los «pimientos rellenos de morcilla», la selección de carnes (solomillo, cordero, lechazo asado o chuletillas) y su «espectacular» arroz con leche casero.

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