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MAGNA MATER (LAS CUEVAS, SORIA)

La ‘dolce vita’ romana, en museo

La recuperación de una villa del siglo IV repleta de mosaicos y estancias típicas permite viajar en el tiempo a la vida campestre imperial... y de lujo

Varios visitantes observan desde la pasarela parte de la villa romana de La Dehesa, en Las Cuevas de Soria.-MARIO TEJEDOR

Publicado por
ANTONIO CARRILLO
Valladolid

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El legado celtíbero de Numancia, Uxama o Tiermes suele conformar la imagen arqueológica que muchos visitantes tienen de Soria. Sin embargo, no faltan vestigios de cómo la conquista romana trajo cultura, lujos y una nueva forma de entender la vida.

Uno de los puntos más interesantes para conocer este legado se encuentra en la localidad de Las Cuevas de Soria, donde se ubica la musealizada villa romana de La Dehesa. Se trata de un espectacular chalé en el campo donde no faltan lujosos mosaicos, estancias características de la vida romana, el patio o detalles que evidencian una huella que pervive en la actualidad.

Los primeros trabajos de investigación se realizaron hace 90 años. No obstante hubo que esperar bastante más hasta que se pudo visitar como enclave turístico, una opción que unas 4.000 personas al año incluyen en sus rutas. La Unión Europea y la Diputación de Soria aunaron esfuerzos para restaurar y musealizar este espacio, que se estrenó en julio de 2012 bajo el nombre de Magna Mater, la Madre Tierra adoptada por los romanos, y que hace alusión al carácter campestre de la villa. A través de la gestora SoriaMuseum comenzó entonces un amplio programa de actividades que va desde las visitas guiadas a conciertos o teatro, lanzamiento con armas romanas o talleres.

La construcción se encuentra en la actualidad dentro de un moderno cascarón similar al de la villa romana de La Olmeda (Palencia), otra vivienda de la misma época. En el caso de Soria, el recorrido permite descubrir un auténtico palacete en plena naturaleza. Con cerca de 4.000 metros cuadrados, engloba su propia zona de termas, espacios al aire libre y lugares para el ocio. Más de una veintena de estancias son visitables.

La villa de los Irrico (o Irricos), que así se llamaba la acaudalada familia que la habitó según dejaron consignado para la posteridad, cuenta con un amplio recorrido que muestra las zonas ya excavadas. Un amplio patio da la bienvenida al visitante, donde las columnas, la vegetación y el agua dejan claro que el lujo podía estar lejos de la atestada Roma.

La visita se realiza a través de un recorrido elevado. A la derecha aparece la zona de museo propiamente dicha con los paneles explicativos y vitrinas con piezas de la época. Cuenta además con visitas guiadas para sumergirse de lleno en una época que acabó marcando la civilización occidental, pero también el día a día a orillas de río Izana.

De allí se pasa a las pasarelas, desde donde se aprecia mejor la panorámica de los mosaicos y la distribución de los espacios. En la actualidad se conservan las bases de los muros entre las habitaciones, lo que permite observar de un vistazo cómo se organizó la villa, posiblemente edificada sobre otra anterior.

Destacan especialmente zonas como la habitación con una especie de ábside, cuya función todavía es motivo de investigación y que quizás en unos años arrojen luz sobre el mundo romano. La ahora denominada aula magna fue en su tiempo un comedor de 200 metros cuadrados y junto a ella se encuentra el espacio de termas con los servicios de caldarium y frigidarium.

También son singulares sus mosaicos geométricos. Quizás al no representar escenas cotidianas o mitológicas pueden resultar sobre el papel menos espectaculares que otros conocidos, pero la riqueza de formas, la calidad de ejecución y la variedad (hay 21 habitaciones con estos suelos) compensan de sobra. Hay lujos que no pasan de moda...