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Restaurante Venecia

Góndolas de carne roja en el Sil

Agustín y Esther, fundadores del negocio, junto a sus actuales responsables, Sergio y Noelia, con varias piezas de vacuno.-ARGICOMUNICACIÓN

Publicado por
Javier Pérez Andrés

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Este restaurante berciano ha conseguido rizar el rizo en materia de carnes rojas. Sergio y Noelia han abierto la caja de Pandora sobre un sólido tridente: conocimiento, carnicería propia y un buen enfoque hostelero. Todo un acierto que llega en el mejor momento de consumo de carnes de calidad. La carne roja y madura de bueyes viejos abrió la brecha. Sergio ha sabido asimilar el nuevo lenguaje y trasladárselo a su clientela explicando, con claridad, el momento gastronómico actual, donde las carnes rojas de vacuno recuperan el pulso en variedad, cualidad, procedencia, razas, piezas y tiempos de maduración. En la Venecia cárnica berciana se ha instalado la cultura de la carne y, al mismo tiempo que se degusta, se habla de maduraciones, texturas, infiltraciones de grasa, sabores, toques magros y un amplio abanico de matices. El milagro es obra del fuego, la sal y la misma carne.

Esto es lo que Sergio y Noelia trasladan a la mesa del restaurante Venecia, situado desde los 50 en la Avenida de Portugal, y hoy convertido en toda una referencia de las carnes rojas. Noelia y Sergio ofrecen a sus comensales la oportunidad de saborear carnes nacionales y extranjeras, con distintos puntos de maduración y edad, y razas tan dispares como Angus (procedente de Australia, Argentina, Irlanda y Estados Unidos) o Wagyu. O tan próximas como la Asturiana de los Valles, la Berrenda, la Parda Alpina, la Retinta y la Cachena. A veces se pueden degustar hasta doce tipos de carne, aunque lo habitual es disfrutar con un máximo de media docena, con puntos de cocinado e incluso piezas distintas.

El Venecia ofrece la oportunidad de probar carnes y enriquecer el archivo sensorial, disfrutando de grandes manjares vacunos. Por otro lado, no ha perdido el perfil familiar, reforzado con la presencia de sus fundadores, Agustín y Esther. En los 90, ambos tomaron las riendas del negocio que hoy regentan sus hijos. Y dada la fama de sus recordadas partidas de cartas, se podría decir que ha pasado del verde tapete al rojo cárnico. La sencillez de la fachada y de la decoración interior no hace presagiar lo que se pone encima de la mesa, que también incluye ensaladas, cecina de León y buey, bacalao, atún rojo, foie y quesos. Se puede comer por entre 30-35 euros, con tres tipos de carne, y entre 40-50 con las más exclusivas. También hay vinos muy actuales de prieto picudo, albarín, godello y mencía.