Diario de Valladolid

ARRIBES DEL DUERO (DO ARRIBES)

Históricos en el Arribanzo

Los socios que colaboraron en el arranque de la DO Arribes, llevan un cuarto de siglo aprovechando el potencial de la Juan García y la bruñal

Emilio Gallego y Silvia Pascual brindan en una viña situada junto a la bodega.-J.L.C.

Emilio Gallego y Silvia Pascual brindan en una viña situada junto a la bodega.-J.L.C.

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Jose Luis Cabrero

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Las Arribes del Duero, que comparten las provincias de Zamora y Salamanca con Portugal, han sido siempre tierra de vinos. Las viñas se encuentran agarradas a los bancales, intentando no precipitarse al Duero y aprovechando el sol que se cuela entre los farallones graníticos. En este escenario empezaron a embotellar vino, hace ya 25 años, los 135 socios que pusieron en marcha la cooperativa Bodegas Arribes del Duero con la intención de aprovechar las viñas centenarias y las distintas variedades de uva que se conservan en la zona. «Vino se ha hecho desde siempre en esta zona, pero nosotros fuimos pioneros a la hora de embotellar y de poner en marcha una bodega que, sin perder el carácter tradicional, asumió también criterios industriales para sacar adelante la producción de vinos», explica Emilio Gallego, socio fundador y actualmente director técnico de la bodega.

Fue también una de las bodegas, junto a la cooperativa Virgen de la Bandera, de Fermoselle, que se implicó de forma directa en la creación de la denominación de origen Arribes, que hace ya dos décadas consiguió la primera marca de calidad para los vinos producidos en la zona. Son, por tanto, parte de los históricos de Arribes.

Los socios son ahora 65. El envejecimiento de la población, el arranque de viñas y los problemas económicos que arrastró la cooperativa redujeron a la mitad el número de cooperativistas, que se mantiene ya estable desde hace años. Entre todos sostienen 150 hectáreas de viñedo propio y una producción de 400.000 litros de vino anuales, una cifra que se alcanza, reconoce el director gerente de la bodega, porque se recibe también la cosecha de pequeños productores de la zona. «Es la única manera de evitar que se sigan arrancando viñas y perdiendo derechos, aprovechando la producción de las parcelas a veces minúsculas que están al pie del arribe».

En la filosofía de la cooperativa y en el ideario de la denominación de origen Arribes se encuentra aprovechar el potencial de las variedades autóctonas, entre ellas la Juan García que constituye prácticamente el 75% de la uva que entra en la bodega, según explica Silvia Pascual, responsable de la parte administrativa y comercial de la cooperativa, y con la que se elabora el vino más vendido de la marca. Se trata del Arribes de Vettonia crianza, un tinto monovarietal del que cada año salen al mercado entre 50.000 y 100.000 botellas dependiendo de la calidad de la cosecha, que pasa entre diez y doce meses en barrica y un año más en botella, dice la enóloga Noelia García.

La Juan García se encuentra plenamente incorporada al hacer de Bodegas Arribes del Duero, como lo está también la bruñal, una variedad que desde hace quince años los socios tratan de recuperar y que constituye la base del vino de autor más alto de la bodega. Se trata de El secreto del Vetton, un vino elaborado con uvas procedente de viñas viejas, de vendimia seleccionada, que fermenta en barrica de madera y del que apenas salen al mercado 2.000 botellas al año, y eso «cuando la uva viene buena».

Es la manera que Bodegas Arribes del Duero tiene de diferenciar sus vinos de los que se hacen en el resto de la denominación de origen. Emilio Gallego explica que hace 15 años se empezó a experimentar con esta variedad que estaba casi desaparecida. «Se comprobó la resistencia que tenía a la madera y a la botella, la persistencia de la naturaleza y la consistencia de los aromas frutales y del color». Por eso, a pesar de los racimos pequeños y de la baja producción que ofrece esta variedad, se está recuperando y plantando nueva. La bodega cuenta actualmente con 18.000 kilos de cepas catalogadas adultas, de más de 15 años. «Hay que saber trabajarla porque tiende a subir de grado, aunque luego en boca no se note tanto y lo que da es un vino impactante». Es un vino que se madura en roble exclusivamente francés y se elabora a la manera tradicional. Lo cierto, añade Emilio, es que El secreto del Vetton es uno de los grandes vinos de la casa y, sobre todo, «diferente a cualquier otro».

La bodega tiene una gran variedad de vinos. De las cepas de malvasía, variedad que constituye el 100% de la uva blanca plantada por los socios, salen vinos jóvenes, semidulces y fermentados en barrica. También elaboran un rosado que sacan de la maceración de la Juan García y que permanece 24 horas con la madre por sangrado para fermentar después el mosto solo. «Son vinos muy frutales y juguetones que invitan a seguir bebiendo», dice Emilio Gallego. Todos ellos, igual que los tintos, desde el joven al reserva, se comercializan bajo la marca común de Arribes de Vettonia.

El destino de la mayor parte de los vinos de esta cooperativa de Arribes se encuentra en el mercado nacional. Solo el 20% llega a la exportación, preferentemente a Inglaterra, Alemania y República Checa.

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