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César Ruiz, hijo del genial José Luis, con el enólogo José Andrés Notario, en la biblioteca de la bodega.-ARGICOMUNICACIÓN

Publicado por
Javier Pérez Andrés

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Todavía impresiona el cajón del limpiabotas. Ocupa su propia vitrina y destaca en el laberinto artístico y cultural de la bodega, donde se confunden cuadros de Dalí y Picasso con los vinos, las barricas y las cavidades subterráneas. También se conservan las firmas y el recuerdo de muchas personalidades, como don Juan de Borbón, que inauguró la bodega, y el Premio Nobel Camilo José Cela, que hizo lo propio con la fascinante biblioteca que forma parte del complejo vinícola.

Esta es una bodega con 30 años de historia en la DO Rueda, propiedad de la familia Solaguren y los cinco hermanos José Luis, Iñaki, María José, César y Javier. Responde al nombre de Bodegas Mocén y está situada en Rueda, la capital histórica de la Denominación de Origen de los blancos más cotizados y célebres del mercado del vino de calidad en España, sin discusión. En cuanto al cajón del limpiabotas, era y es el símbolo de su fundador, José Luis Ruiz Solaguren quien, a los 60 años –en el año del mildiu de 1988– decidió rematar su brillantísima carrera al frente de su grupo de empresas construyendo una bodega en la localidad vallisoletana de Rueda. Solaguren, que falleció en 2013 a los 84 años, hizo de su origen humilde y de su profesión –en su tarjeta se leía, literalmente, la palabra ‘Tabernero’– todo un modelo de gestión, de actitud y de prestigio social, ganado a pulso con años de esfuerzo y sudor en la hostelería. Todos estos rasgos le caracterizaron siempre, a los que hoy se suma su huella en la cultura del vino y, en particular, su aportación a los vinos de la DO Rueda y de Castilla y León.

José Luis Ruiz Solaguren nos dejó un excelente recuerdo y un impresionante legado. Sirvan estas cifras para entender las razones por las que Mocén hoy representa el argumento cultural y artístico más interesante de todo el sector de vino regional: 280 hectáreas de viñedo, con cuyas uvas se producen tres millones de botellas, el 80% blancos de uva verdejo y, el resto, tintos; una pinacoteca con cerca de un millar de obras expuestas en amplísimas salas y con la firma de los pintores más relevantes del siglo pasado; cerca de cuatro kilómetros de galerías subterráneas, con cimbreados mudéjares de cuatros pisos que bajan a 30 metros de profundidad, penetrando en las mismas entrañas de Rueda y con más de cuatro siglos de historia. A todo esto se suma un museo etnográfico, que comienza en el patio exterior y se esparce por las distintas cavidades, con recuerdos personales, colecciones privadas y útiles del vino; un espacio expositivo dedicado al mundo del toro; una bellísima biblioteca de madera de nogal con varios pisos y recovecos, en cuyas estanterías reposan más de 14.000 libros donados por escritores, entre ellos, Martínez Llopis, que aquí dejó su biblioteca completa. Cada año, más de 6.000 personas visitan el complejo cultural y enológico de Bodegas Mocén.

El argumentario cultural de esta bodega es evidente. Con respecto a su encaje en el mercado, sus vinos han mantenido una buena regularidad y cuentan con el aval de una viña propia aclimatada a los suelos históricos de Rueda, en pagos de este mismo término y de Foncastín, y la dirección técnica del veterano enólogo José Andrés Notario, con más de 30 años de experiencia en el Duero, dos terceras partes de ellos al frente de los vinos de la familia Solaguren.

Los tintos de tempranillo, Bravía y Cobranza, y los blancos Mocén, de verdejo y sauvignon blanc, logran el diferencial sensorial que marca el terruño propio -a apenas unos kilómetros del río Duero- y un buen criterio enológico que satisface la demanda del mercado. La bodega elabora también vinos rosados y, desde hace décadas, un espumoso brut nature, elaborado con vino base de uva verdejo y medias de 14.000 botellas al año. Bodegas Mocén deja, además de sus vinos, el recuerdo imborrable de José Luis Ruiz Solaguren, que nos legó el proyecto cultural del vino más interesante de todo el sector. Y a quien debemos todavía un merecido homenaje por todo lo que nos dejó en Castilla y León.