El Valle del Esgueva
La sexta zona de vinos de Valladolid
Un grupo de viticultores y bodegueros se ha empeñado en devolver la vitivinicultura al Valle del Esgueva, una comarca vallisoletana anclada entre los valles del Duero y del Pisuerga, en pleno Cerrato castellano. Su ámbito geográfico sigue el curso del río Esgueva, topónimo también conocido como ‘La Esgueva’, que incluye territorios burgaleses, pasa por pueblos del Cerrato palentino y, desde Encinas de Esgueva, sigue su curso hasta la desembocadura en el Pisuerga, en la ciudad de Valladolid. Cerca de un centenar de pequeños viticultores son los encargados de conservar los últimos majuelos del Valle y otras extensiones minoritarias de nuevas plantaciones en espaldera. Todos tienen claro que representan a ‘la sexta zona de vinos’ de Valladolid, pues el resto son las ya conocidas denominaciones de origen de Ribera del Duero, Cigales, Rueda, Tierra de León y Toro, en cuyos ámbitos geográficos entran viñas y bodegas que están en términos municipales de muchas localidades vallisoletanas.
De ahí que Vicente Lorente –bodeguero, viticultor y presidente de la Asociación de Viticultores Valle Esgueva desde septiembre de 2001– sostenga que «la sexta ya es una realidad». Lo dice convencido, pues se conservan alrededor de 300 hectáreas de viñedo en la parte vallisoletana, que se unen a los términos de Palencia y Burgos, por donde se prolonga el Valle. Hay cuatro bodegas elaboradoras y medio centenar de vinos de cosecheros, dado que todos los pueblos del Valle vendimian y elaboran sus propios vinos artesanos. Lo más importante es que, en el mercado, ya hay rosados y tintos etiquetados bajo las marcas Jaramiel, Páramo de la Esgueva, Tinto Esgueva, Honorato y Carralasmayas. Todos están elaborados con criterios de calidad.
Vicente Llorente construyó la moderna bodega en Esguevillas de Esgueva. Cuenta con dos hectáreas de viñedo propio y produce en torno a 7.000 botellas al año. Envejece sus tintos de tempranillo en un parque de 25 barricas de roble nuevo. Compra a viticultores del Valle en exclusiva, salvo en años de mucha necesidad de materia prima. Por su parte, Honorato Calleja y su hijo Pablo tienen la bodega en su pueblo, Amusquillo. Honorato es agricultor desde siempre, pero hasta 2007 no entró en el mundo del vino. Y aunque plantó nueve hectáreas de viñedo en Valbuena de Duero, construyó la bodega en su pueblo pensando que algún día elaboraría vinos con uvas del Valle del Esgueva. Su hijo Pablo afrontará este reto en un futuro próximo. La bodega Honorato Calleja produce alrededor de 25.000 botellas al año con las marcas Tinto Jaramiel y Honorato.
José María Rey es de Villafuerte de Esgueva. Este agricultor también se decidió por la viticultura y plantó seis hectáreas de viñedo en espaldera y en ecológico en el páramo de su pueblo, de ahí el nombre del vino, Páramo de la Esgueva. Produce cerca de 15.000 botellas al año, aunque la materia prima sea propia y del Valle. Por ahora elabora el vino en una bodega del Valle del Duero, pero pronto rematará el proyecto de bodega en Villafuerte, cerrando así el ciclo. Por último, en la localidad de Amusquillo, la familia Soladana también entendió y encaminó su trabajo por la senda del vino, por eso construyó la bodega en 2003. Desde entonces, elabora una media de 15.000 botellas al año. También cuenta con una nave de crianza de 60 barricas. Compra materia prima en todo el Valle, aunque no descarta, en un futuro, producir con su propia uva a partir de nuevas plantaciones de viña en su pueblo. Los hermanos Luis Ángel –en la bodega– y Antolín Soladana –en la administración– están al frente de este proyecto familiar, que llega a los mercados con la marca Tinto Esgueva. Todos ellos representan hoy la nueva vitivinicultura en el valle del río Esgueva de Valladolid.