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ACEQUES (CASTRILLO DE LA VEGA (BURGOS)

Lleno, por favor

Beatriz Lucía Osorio, en el exterior de la estación de servicio de Castrillo de la Vega y, al fondo, su café-restaurante Aceques, que forma parte del complejo.-ARGICOMUNICACIÓN

Publicado por
Javier Pérez Andrés

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En febrero de 2015 abrió las puertas de su café-restaurante. Por fin tenía su negocio propio y podía ejercer el oficio en el que se había formado. Beatriz Lucía Osorio es cocinera. Lo tenía tan claro, que primero se preparó en la Escuela Internacional de Cocina Fernando Pérez de Valladolid. Pero fue en Castrillo de la Vega, al pie de la N–122, en el Valle del Duero, donde puso en práctica sus conocimientos, su vocación y la forma de gestionar un restaurante; es decir, todo lo que aprendió en la escuela.

Menús a diario, entre diez y doce euros, y a elegir entre cinco y seis platos, entre primeros, segundos y postres. Nunca falta una sopa, una legumbre, una verdura o algo de pasta. Y, sin salirse de este menú, cuando toca también hay bacalao, merluza, lubina, pollo al ajillo y ternera guisada. Y, de postre, flan de café, mousse de chocolate, arroz con leche cremoso, yogur y frutas de temporada. Solamente en algunas salsas se detecta que Beatriz Lucía, la jefa de cocina del restaurante Aceques, tiene origen colombiano. Asoman el cilantro, el comino y toques de cúrcuma y achiote. Pero, ante todo, este es un lugar de cocina popular, para todos los públicos y para una clientela que se detiene en la estación de servicio para hacer un alto en el camino, en la arteria principal del Valle del Duero, la N–122.

El restaurante Aceques, que dirige esta mujer empresaria, cocinera, madre y hostelera vocacional, forma parte de las instalaciones de la estación de servicio de Castrillo de la Vega, junto a la rotonda que empalma con el trozo de la autovía del Duero. Aunque ella suele estar en la cocina, se alterna con Araceli para tomar comanda. Este es un pequeño restaurante rural, de claro corte familiar, que piensa en todos: transportistas, viajeros, profesionales del mundo del vino (bodegueros, viticultores…) y familias con sus niños, pues en el restaurante de Beatriz Lucía los más pequeños tienen un hueco, para comer y para jugar. No es habitual encontrar una oferta gastronómica tan digna dentro de una estación de servicio, y mucho menos a una cocinera con las ideas tan claras. Lleno, por favor.