RESTAURANTE EL CAPRICHO (LEÓN)
Un menú de 1938
Cuando toma comanda y recibe a los comensales que vienen de Casa Botines –el nuevo Museo Gaudí, a apenas 50 metros de su puerta–, Arturo les dice que su restaurante es de la época del monumento, pues su abuelo lo fundó en 1938, pero mucho antes ya era una taberna. «Hasta don Antonio Gaudí tuvo que haber entrado aquí en alguna ocasión… ¡y quién sabe si mi abuelo no llegó a conocer El Capricho de Gaudí, en Comillas, y por eso le puso ese nombre!». Por lo tanto, Arturo Suárez mantiene que su comanda mantiene ese «espíritu del 38» aunque, lógicamente, las cosas han cambiado en el local y en la cocina.
El libro de Roberto Cubillo de la Puente Aquella Hostelería de León (1752-1985) ubica esta taberna en la Plaza de San Marcelo de la ciudad de León en los años 20 del siglo pasado. También cuenta que se llamaba La Flor de la Ribera y que su dueño fue Agustín Tuñón. Más tarde fue adquirida por Antolín Suárez en 1938 y, al fallecer este, su hijo Arturo se encargó del negocio en 1966. Hoy Arturo Suárez, nieto del fundador, está al frente del restaurante. Su hija Beatriz es la cuarta generación.
Arturo explica todo esto consciente de que solo la casualidad podría demostrar su hipótesis. Pero de lo que sí está seguro es de que El Capricho es uno de esos establecimientos de hostelería que tienen el privilegio de contar con una historia casi centenaria. Y que los callos, las mollejas, la oreja guisada, el bacalao al ajo arriero y la cecina siguen igual que hace medio siglo, en tiempos de Lourdes Marcos, su madre.
Hoy El Capricho se mantiene en ese perfil de restaurante de cocina popular, con una decoración actual y una comanda de platos asequibles, sin renunciar al menú diario, que cuesta 14 euros. A la carta se puede comer entre 25 y 30 euros, con pescados, carnes, legumbres, revueltos, ensaladas y pimientos, entre otros platos, destacando la caldereta de pescado y marisco, y el arroz con bacalao, langostinos y almejas. No faltan una buena representación de vinos de mencía y prieto picudo –las dos denominaciones de origen leonesas– además de varias elaboraciones de Rueda, Toro y Ribera del Duero.