RESERVA DE FRONTERA
El paraíso está en el oeste
Más de 11.000 kilómetros cuadrados de Zamora, Salamanca y Portugal integran la mayor reserva de la biosfera transfronteriza del mundo
No resulta sencillo hacer un compendio de todos los atractivos paisajísticos, patrimoniales, culturales y gastronómicos que existen en los más de 11.300 kilómetros cuadrados que abarca la reserva de la biosfera transfronteriza Meseta Ibérica. Ser la más grande de Europa implica también una gran diversidad de escenarios, que van desde las montañas de más de 2.000 metros a impresionantes acantilados formados durante siglos, desde grandes río a lagos glaciares rodeados de encanto, desde parques geológicos a cadenas de suaves colinas. Los 27 municipios de la provincia de Salamanca que la conforman, junto a los 48 de Zamora y los 12 de la región del nordeste trasmontano de Portugal dan para muchas visitas, para descubrir pequeñas ermitas y grandes monasterios, la arquitectura tradicional de los pueblos y las construcciones asociadas a la actividad agrícola y ganadera de sus habitantes, pinturas rupestres, castros celtíberos, puentes y calzadas romanas, castillos medievales y recintos amurallados.
En el territorio que abarca la reserva de la biosfera Meseta Ibérica se integran cuatro parques naturales, Arribes del Duero, Lago de Sanabria, Douro Internacional y Montesinho, cinco áreas protegidas, 22 lugares de interés comunitario y diez zonas de especial protección para las aves, según recoge el Boletín Oficial del Estado en el que se publicó la declaración de este espacio fronterizo del norte de Portugal y el noroeste de España en el que se puede encontrar más de un paraíso.
En todos ellos se puede encontrar un paisaje natural privilegiado con el que el hombre ha mantenido a lo largo de los siglos una relación respetuosa. Esa especial vinculación con la naturaleza permite ahora al visitante disfrutar de productos agroalimentarios de una gran personalidad: quesos, embutidos, aceites, productos de la huerta y del bosque como las setas, las castañas y la miel, carnes como la tercera de Aliste, la vaca sayaguesa, la ternera mirandesa o el cabrito de Montesinho y el cerdo bísaro de Vinhais. Los vinos de Arribes del Duero y de la Terra Quente de Tras os Montes son también muy apreciados.
Los 48 municipios de la provincia de Zamora que forman parte de la reserva de la biosfera Meseta Ibérica se agrupan en torno a espacios naturales de gran valor como el del lago de Sanabria, los Arribes del Duero o la sierra de la Culebra.
En el Parque Natural del Lago de Sanabria se encuentra el lago glaciar más grande de España, que se constituye en el auténtico centro turístico de toda la zona. Con tres kilómetros de largo y uno y medio de ancho, cuenta con varias playas y en torno a él se han habilitado numerosas rutas de senderismo que permiten recorrer las montañas cercanas, adentrarse en el cañón del río Tera, acceder a la cascada de Sotillo y a las lagunas, de menor tamaño, situadas en la parte alta de la sierra.
Merece la pena recorrer algunos pueblos del entorno como San Martín de Castañeda, Ribadelago Viejo, que fue parcialmente arrasado por el agua tras la rotura de la presa de Vega de Tera en 1959, o Puebla de Sanabria, con calles con gran encanto y un magnífico castillo.
La sierra de la Culebra está también incluida en la reserva de la biosfera Meseta Ibérica, no en vano es el lugar donde mayor población de lobo ibérico existe de España, lo que ha abierto la puerta en los últimos años a la organización de numerosas visitas guiadas para observar a los animales en libertad. No siempre es fácil, por eso en Robledo existe un centro en el que se puede ver varios ejemplares de lobo en semilibertad y conocer la siempre dura convivencia entre este animal y los pobladores de la zona.
Villardeciervos o Santa Cruz de los Cuérragos son pequeñas localidades donde se puede disfrutar de la arquitectura tradicional de la zona y el encanto de los pueblos de la sierra de La Culebra.
La provincia zamorana comparte con Salamanca y con Portugal el Parque Natural de los Arribes del Duero, allí donde el río ha ido labrando la roca hasta formar los cañones más largos y profundos de la península ibérica. Son numerosos los lugares en los que disfrutar de las magníficas vistas que ofrece el arribe a un lado y otro de la frontera: el mirador de Sao Joao, en la localidad de Aldeia Nova, el de Picote o los accesos a Miranda do Douro, los balcones abiertos al río situados en Fermoselle, en Mámoles, en Fariza, en Villadepera, en Villarino de los Aires o Aldeadávila de la Ribera, Vilvestre, Saucelle o Mieza. Son sólo algunos de los muchos enclaves a los que se puede acceder para descubrir el arribe.
El territorio ha sido también generoso a la hora de ofrecer, dentro de la reserva, paisajes espectaculares con cascadas memorables como la que se puede ver en el Pozo de los Humos, en Abelón o en Lamoso, donde está la Faia da Agua Alta, la cascada más alta de Portugal.
La naturaleza se encuentra acompaña del patrimonio en localidades como Fermoselle o San Felices de los Gallegos.
La reserva de la biosfera se adentra en Portugal a través del parque natural de Montesinhos, situado en Tras os Montes, con más de 70.000 hectáreas de superficie, y con una clara influencia sobre las localidades de Bragança y Vinhais. En la primera merece la pena recorrer el núcleo urbano medieval, el castillo, el domus situado junto a él y la catedral. Igual que en Braganza, en Vinhais hay que pasear por sus calles y, además, descubrir las casas transmontanas tradicionales, el curioso museo dedicado al cerdo bísaro y probar las múltiples variedades de fumeiros que se elaboran en la zona.
En la reserva de la biosfera Meseta Ibérica se encuentra incluida también la albufera de Azibo, situada en Macedo de Cavaleiros, muy cerca de Braganza, un lugar imprescindible en verano con múltiples dotaciones para el ocio acuático, y que tiene un gran encanto fuera de esa época.
En esta misma zona se encuentra el Geopark Terras de Cavaleiros, donde se puede disfrutar de 42 lugares unidos por multitud de caminos que permiten recorrer miles de años de historia a través de los vestigios geológicos que se conservan.
Los pueblos incluidos en la reserva de la biosfera Meseta Ibérica han compartido durante siglos historia y tradiciones y muchas de las costumbres y las fiestas se han mantenido hasta hoy. Son comunes los encierros urbanos, como los que se celebran en Fermoselle, las fiestas taurinas como las que viven en San Felices de los Gallegos y las celebraciones de las mascaradas de invierno en la frontera de Zamora y Portugal, un encomiable ejemplo de cómo los habitantes de la zona han conservado su tradición festiva y su cultura coincidiendo con el solsticio de invierno. Personajes ataviados con trajes coloridos y máscaras de diablo recorren las calles pidiendo el aguinaldo e implicando a los visitantes en unos ritos que se han mantenido durante siglos.