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PEÑA MESA (1.081 METROS)

El laberinto de Las Tuerces

Setas de roca, prolongados callejos y arcos naturales conforman un paisaje encantado en el que resulta fácil evadirse, dando rienda suelta a la imaginación

Una montañera disfruta del paisaje encantado de Las Tuerces.-N.S.

Publicado por
NACHO SÁEZ
Valladolid

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Nos vamos a la comarca de las Loras, territorio que comparten Palencia y Burgos. Este espacio geográfico entró, en la primavera de 2017, a formar parte de la Red Mundial de Geoparques de la Unesco, consiguiendo así ser el primer Geoparque de Castilla y León –y el decimoprimero de toda España– que pasó a formar parte de este selecto grupo, en el que se incluyen solo 120 espacios en todo el mundo por atesorar un patrimonio geológico singular y una estrategia de desarrollo propia.

Uno de los paisajes más interesantes de todo este conjunto lo constituye el Monumento Natural de las Tuerces, situado en el norte de la provincia de Palencia, muy próximo a la localidad de Aguilar de Campoo. En este excepcional paraje la fuerza erosiva de la naturaleza ha tallado sobre la roca caliza un conjunto de formas caprichosas dando lugar a un conjunto tremendamente sugerente e interesante para pasar una gran jornada de senderismo.

El itinerario que vamos a seguir parte de Villaescusa de las Torres. Tomaremos como primera referencia el paso a nivel del ferrocarril que se encuentra a entrada de esa localidad procediendo de Valoria de Aguilar (hay que prestar mucha atención, pues se trata de un paso a nivel sin barrera y con poca visibilidad). Pronto nos encontraremos con la iglesia de San Juan Bautista, que dejaremos a la izquierda, para tomar las calles que permiten bordear el casco urbano por su vertiente sur hasta dejar atrás la población y entroncar con una buena pista de tierra que atraviesa de norte a sur (Km. 1,2 del recorrido). A partir de aquí tomaremos dirección sur, para remontar por un amplio cañón en el que podremos ver las primeras formaciones calizas escoltando nuestro paso. En tres cerradas curvas el camino coge altura, para rápidamente colocarnos en la parte alta de la meseta. Los primeros farallones calizos, a modo de torreones, aparecen a nuestra derecha, mientras que a la izquierda nos acompaña un bosque de pinos de repoblación.

Todavía transitaremos un tramo más por esa buena pista, hasta llegar a la parte más alta, donde empieza a trazar un amplio giro hacia el sureste (2,7 kilómetros). En este punto la abandonaremos para seguir otro camino, bastante definido, que se dirige primero hacia el oeste girando pronto hacia el norte, tomando ya una buena perspectiva sobre el Monte Cildá, en cuya cumbre existió un asentamiento cántabro, posteriormente ocupado por los romanos.

Las formaciones rocosas con forma de seta, más estrechas en su base que en su zona somital, empiezan a aparecer creando un paisaje muy singular. Pronto llegaremos a la más grande y característica de todas, que constituye la cota más alta de la excursión y que recibe el nombre de La Mesa (1.081 metros). Subir a su parte más alta, donde está colocada una cruz, no entraña gran dificultad (un pequeño escarpe de 5 metros con un paso de III) pero no por ello está exento de riesgo, sobre todo con la roca húmeda, con lo que será mejor solo intentarlo si estás habituado a trepar por la roca y extremando al máximo las precauciones.

La excursión, lejos de terminar en La Mesa, no ha hecho más que empezar, pues la parte más atractiva y sugerente la encontraremos a medida que nos separamos de ella y avanzamos por los senderos que se dirigen entre los «callejos» hacia el oeste. Nos adentraremos en un territorio donde la naturaleza ha tallado un paisaje cárstico laberíntico, digno de una cuidad encantada. Nos podremos asomar al extremo del roquedo y disfrutar de un fantástico mirador, y luego progresar por su orilla hacia el este. Resulta divertido juguetear entre el laberinto que conforman, pasando de uno a otro y descubriendo las ventanas que la erosión ha ido abriendo en la roca. No será difícil localizar los más interesantes, pues con el paso de la gente se han ido creando senderos que será posible seguir.

Tras dejar atrás los callejos, las «setas»se presentan más dispersas y siguiendo hacia el este encontraremos el itinerario de regreso hacia Villaescusa. Sin dejar de prestar atención a la bajada, que toma pendiente en algunos tramos, podremos disfrutar de unas maravillosas vistas sobre esta localidad ubicada en un extraordinario rincón de las Loras.