BODEGAS SOBREÑO (DO TORO)
Dulce madurez de una marca
La elaboradora cumple 20 años, estrena nueva imagen y consolida en el mercado San Ildefonso, un vino elaborado con uvas de cepas de más de 80 años
Veinte años no es nada, o sí. En una bodega, dos décadas de actividad es una eternidad y tiempo suficiente para que dos generaciones se identifiquen con un proyecto que desde el primer momento buscó aprovechar la tinta de Toro para hacer vinos excepcionales.
Los hermanos Javier y Roberto San Ildefonso recalaron en 1998 en la DO Toro atraídos por la uva autóctona y por el empuje de una zona vitivinícola que empezaba a despuntar. Hoy, Paloma San Ildefonso se encuentra también incorporada al negocio para seguir insuflando vida a un proyecto, estable y consolidado, que está entrando en una dulce madurez.
La bodega estrenará su segunda década con un cambio de imagen que ha trasladado ya a algunas de las etiquetas, las que ilustran el roble y el crianza. Después, se irá incorporando al resto de las variedades a medida que salgan las distintas añadas al mercado. «La idea ha sido mantener el color naranja original que identifica a nuestros vinos pero dándole un aire más actual, con un diseño más limpio», explica Paloma San Ildefonso.
No habrá cambios en la línea de los vinos. «Nosotros siempre hemos hecho vinos modernos, en los que predomina la fruta y que son amables en boca, no existe esa necesidad de cambio de timón». Las modificaciones, añade, pueden ser muy puntuales y desde luego «suaves y graduales» como puede ser incorporar barrica de un año a algunas elaboraciones.
El próximo año será también el de la «consolidación» de Finca Sobreño San Ildefonso, un vino que se hace cada año en pequeñas elaboraciones de no más de 5.000 botellas, lo que permite controlar el proceso «desde el origen». Ese principio está en el campo, en la viña. La uva con la que se elabora San Ildefonso procede de viñas con más de 80 años de dos parcelas diferentes «para poder expresar las dos potencialidades de la DO». Por una parte añade, la «estructura» que tienen los vinos de Toro, por otra, «la sutileza, la mineralidad y la elegancia» que le dan las uvas procedentes de terrenos más arenosos.
El San Ildefonso es el niño mimado de la bodega. La uva se selecciona y se recoge a mano. Se encuba en depósitos abiertos de 2.000 litros donde se somete a una maceración en frío durante una semana. Los bazuqueos, también manuales, se llevan a cabo tres veces al día. El vino se mantiene en contacto con los hollejos una vez que termina la fermentación alcohólica hasta que se consigue una buena extracción polifenólica. Sólo entonces se trasiega a barricas francesas nuevas. Durante los 18 meses que permanece envejeciendo en las barricas se realizan tres trasiegos. El vino permanece otros 12 meses en botella antes de comercializarlo.
En este vino, explica Paloma San Ildefonso, se aplica toda la filosofía que ha mantenido Bodegas Sobreño desde sus inicios. «El trabajo en la viña se considera fundamental y el control que se mantiene sobre ella es muy importante para nuestros vinos». La bodega tiene 80 hectáreas de tinta de Toro en propiedad y controla otras 100 hectáreas de viñedo, «las mismas desde el principio». En el campo, señala, «ya está seleccionado el viñedo que se va a usar para cada vino y se hace el trabajo pensando qué es lo que se quiere conseguir, a través de la poda o la vegetación».
Con esa máxima, Sobreño elabora vinos en los que resalta «la tipicidad de la tinta de Toro que tiene mucha fruta, con estructura, pero también con una gran elegancia en la copa, vinos redondos que hacen que la primera copa te invite a la siguiente».
Estos 20 primeros años de actividad han conseguido, dice Paloma San Ildefonso, construir una base sólida a través de los viñedos que se querían, pulir las elaboraciones que son la gran carta de presentación de la bodega y abrir mercados. A partir de ahora, será momento de consolidar esas líneas de venta y abrir otras nuevas «sin dejar de pedalear en ningún momento», dice Paloma asumiendo una de las frases que su padre dice con frecuencia identificando la vida con una bicicleta y con la necesidad constante de estar en movimiento.
El mercado de los vinos de Sobreño se encuentra fundamentalmente en el exterior y llega a más de 25 países. El 75% de la producción se dedica a la exportación a países europeos fundamentalmente y también a Estados Unidos, Sudamérica y Asia, con alguna incursión en Oceanía. En el mercado nacional Castilla y León, Madrid y Barcelona son los principales destinos de las botellas de Sobreño, aunque se puede encontrar también en la zona del Mediterráneo y en la cornisa cantábrica.