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BODEGAS FÉLIX LORENZO CACHAZO

Cachazo, vinos de familia

Rita y Félix, junto a la nueva generación que ya ha tomado las riendas, sus hijos Ángela y Eduardo, en la nave de barricas de la bodega de Pozaldez.-ARGICOMUNICACIÓN

Publicado por
Javier Pérez Andrés

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Los hermanos Eduardo y Ángela son la cara visible de la bodega del siglo XXI, pues pertenecen a una larga saga de bodegueros de Pozaldez. Para Eduardo Lorenzo –nacido en la añada del 78, licenciado en Empresariales, y responsable comercial y de exportación de la bodega– es un orgullo que su abuelo, Félix Lorenzo García, etiquetara el primer Carrasviñas en la lejana añada de 1946. Para Ángela Lorenzo –de la añada del 79, formada en Ingeniería Agrícola y licenciada en Enología por la Universidad Miguel Hernández de Orihuela (Alicante)– aquella primera etiqueta de su abuelo llegó a motivarla de tal modo, que ahora ha decidido elaborar un vino ‘dorado’ como homenaje a aquel hito protagonizado por la firma familiar. La intención era recordar, precisamente, el primer Carrasviñas, un amontillado ‘vino oloroso de Tierra de Medina’, como reza la etiqueta original, que luce enmarcada en una de las paredes de la nueva nave de la bodega.

Desde hace unas semanas ya está en el mercado este vino blanco, con crianza oxidativa y elaborado con uvas de verdejo y palomino. Los Cachazo recuperan así el ‘dorado’, tipificado en la DO Rueda como contrapunto al Rueda verdejo, una tipología que también aborda la bodega. Pero estos dos mundos sensoriales nacen de un tronco común: las cepas de uva verdejo. El joven Carrasviñas está cargado de fruta, hinojo y flor, mientras que el ‘dorado’ Carrasviñas destaca por los toques almendrados y salinos.

Este ejemplo sirve para mostrar el perfil de una bodega con profundas raíces en el sector del vino. Los Cachazo formaron parte de la creación de la DO Rueda a principios de la década de los 80 del siglo pasado. En la añada de 1987, Félix Lorenzo Cachazo y Rita Heras decidieron abrir bodega en Pozaldez, cerrando filas con la marca Carrasviñas desde entonces, topónimo local que hoy es conocido en 20 países, entre ellos Alemania, Rusia y Holanda. Pero la bodega ha dado un salto espectacular en los últimos tiempos. Hoy dispone de unas modernas instalaciones cuya última fase, dedicada a recibir y atender a las visitas, se abrió hace unos meses.

Félix Lorenzo Cachazo pertenece a esa generación de bodegueros que se armó de ganas, ilusión y valentía para salir al mundo a vender lo que elaboraba en su pueblo. El caso es que lo hizo tan bien que hoy la bodega, situada en la carretera de Medina del Campo, a las afueras del pueblo de Pozaldez, produce en torno a un millón y medio de botellas de vino al año –el 92% vinos jóvenes de uva verdejo–, a las que se unen las partidas de un monovarietal sauvignon, el mencionado ‘dorado’ y el blanco fermentado en barrica. Además de todo esto, conviene recordar que Félix fue también uno de los pioneros en la elaboración de vinos espumosos, que estos días están en pleno degüelle.

Esta es una bodega anclada a la histórica comarca de la Tierra de Medina. Desde sus inicios en la DO Rueda, optó por dejar las viñas, las uvas y la materia prima en manos de los viticultores. Por eso, el mismo Eduardo remarca cuál es el perfil que tanto ha caracterizado a la familia: «Somos más bodegueros que viticultores», señala. En este sentido, Ángela realiza una puntualización, pues de las 240 hectáreas de viñedo, 190 pertenecen a viticultores de la denominación de origen, mientras que 35 son propias de la familia y otras diez corresponden a viñedos prefiloxéricos, que están en la vecina localidad de Alcazarén. De hecho, a partir de estos últimos majuelos y de sus cepas centenarias, muy pronto se elaborará un vino especial. La bodega comercializa Carrasviñas joven y fermentado en barrica, además del espumoso. Otras marcas, siempre en vinos jóvenes, son La Rúa, El Caballero de Olmedo y Manía, un blanco cuyas uvas proceden de El Cerrellal, en el término municipal de Pozaldez.