Diario de Valladolid

LEÓN / LA LECHERÍA

Ingredientes únicos al calor de la cazuela

Ubicado en un antiguo taller textil, el restaurante realiza el cocido maragato en cocina bilbaína seleccionando cuidadosamente las materias primas

-

-

Publicado por
Henar Martín Puentes

Creado:

Actualizado:

Quien busque perderse en los encantos de la arquitectura popular de la maragatería La Lechería es el sitio indicado. Ubicado en Val de San Lorenzo, un pequeño pueblo con larga tradición lanera, lleva abierto desde hace 14 años.

Rubén Domínguez y su mujer María Ibáñez apostaron por ofrecer rehabilitar un hermoso caserón para transformarlo en Posada Real. El edificio, que conserva la esencia y encanto de la zona, es testigo vivo de su pasado histórico. Allá por 1904 fue precisamente una lechería y más tarde, en la década de los 50, albergó una fábrica de hilados y posteriormente, un almacén.

En este inmejorable entorno, de paredes de piedra vista y techos con vigas de madera revestidas de añoranzas, el visitante podrá degustar el emblemático cocido maragato. El plato rey de la gastronomía popular leonesa se cocina durante todo el año por encargo a un precio de 20 euros por comensal.

«Lo que buscamos es que el cocido sea una experiencia inigualable», señala Rubén, cocinero del restaurante con capacidad para 60 comensales.

Se trata de un plato realizado ‘a fuego lento’ en una cocina bilbaína durante unas seis horas.

Los garbanzos ,se dejan a remojo desde la noche anterior en agua caliente con las carnes en salazón hasta que se rehidrata la legumbre.

Se cuecen primero las carnes con el objeto de que proporcionen un caldo, tras ello se introducen los garbanzos, de pico pardal, en una estameña y aparte se cuecen las verduras. «Las cocciones las hacemos diferenciadas», matizan. «Lo que nos hace singular es que compramos siempre el mejor producto que podemos, seleccionando de diferentes proveedores lo mejor de cada uno», señalan.

La berza no es una hortaliza al uso cocida. Emplean dos variedades locales distintas: oreja de burro y asa de cántaro.

El garbanzo pico pardal es seleccionado entre un amplio abanico a principios de cada temporada. «Debe ser siempre un garbanzo pequeño», explican. Como manda la tradición se empieza por las carnes y lo último que se sirve es la sopa, que la realizan individualmente para cada mesa para con el fin de que esté en su punto y no se pase.

El tomate natural que acompañan al plato en una fuente junto con las carnes a modo de ensalada lo cultivan ellos en su propia huerta cuando es temporada.

Como vino para acompañar a este suculento planto, Rubén recomienda cualquiera de los que se elaboran en el Bierzo «por la acidez y el mineral que tienen».

Tras el cocido maragato, ofrecen de postre las tradicionales natillas elaboradas de forma casera con yema de huevo y que van acompañadas de un roscón que también realizan ellos mismos.

También cocinan el famoso garbanzo frito con gambas al ajillo. En su establecimiento llevan por bandera la defensa de lo local. «Apostamos mucho por el producto, somos coherentes con lo que hacemos», defienden. Entre los ingredientes típicos del entorno destaca la cecina de buey con tres años de curación y micuit rallado.

«La gente nos selecciona por la calidad y porque hacemos algo diferente», afirma Rubén que entre las múltiples ofertas turísticas y gastronómicas que ofrece en el hospedaje, incluye una visita al antiguo taller textil que ha mantenido su padre hasta su jubilación.

Situada a tan sólo 6 kilómetros de Astorga, a lo largo del año realizan diferentes jornadas gastronómicas (cinegéticas, setas, chocolate, maridajes, etc.).

El lugar dispone de 9 habitaciones decoradas con ambiente rústico y que han sido bautizadas con nombres de pueblos desaparecidos de la comarca.

tracking