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TURISMO TEMÁTICO / LAS NAVAS DEL MARQUÉS (ÁVILA)

Entre fortines y trincheras

Una ruta de nueve kilómetros descubre restos de la guerra civil en el que fue el frente entre Las Navas y Navalperal de Pinares

Vista de un puesto de defensa y ataque ubicado en un altozano de la sierra en el frente abulense.-L.P.

Publicado por
Antonio García

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El municipio abulense de Las Navas del Marqués (5.500 habitantes) ha hecho de la necesidad virtud, al aprovechar los restos del patrimonio militar que aún se conservan de la guerra civil, para diseñar ahora una ruta saludable que, al mismo tiempo que discurre por parajes de singular belleza, transita entre búnkeres, trincheras, fortines y puestos de vigilancia.

Se trata de un trayecto circular de apenas nueve kilómetros de longitud, que puede realizarse sin demasiada dificultad y de forma circular en unas tres horas, superando en ese tiempo un desnivel superior a los 400 metros.

El itinerario puesto en marcha recientemente discurre a través de posiciones defensivas, situadas al este de este municipio abulense próximo a la Comunidad de Madrid. Algunas de ellas fueron construidas por la 71 División del bando nacional entre finales de 1936 y principios de 1937, con el objetivo de cerrar un anillo de protección en torno a la población, para evitar el posible ataque de las tropas republicanas, aunque nunca llegó a producirse.

Durante la contienda nacional hubo varias batallas y frentes que dejaron en un segundo plano otros como los hechos que en los primeros meses de la guerra civil se produjeron en la zona de Navalperal de Pinares y Las Navas del Marqués, pese a su importancia y actividad en aquellos momentos.

Sin embargo, tal y como relata el historiador Sergio Pérez Paredes, todos esos hechos coincidieron con el avance por el sur de las tropas de África, con la toma de Badajoz, Talavera de la Reina o con la liberación del Alcázar de Toledo. Estas circunstancias hicieron que el frente navero quedara «ensombrecido y prácticamente olvidado en los libros».

Sin embargo, todo ese patrimonio militar edificado en los meses finales de 1936 y en los primeros de 1937 ha sido ahora reinterpretado para poner en marcha una ruta saludable que discurre entre fortificaciones que habían permanecido casi olvidadas durante décadas.

Y ello, pese a su proximidad a la población y al hecho de que cada cierto tiempo aparecen casualmente en esta zona artefactos y restos de diferente munición, procedentes de aquella época aún sin explosionar. Son particulares los que casualmente se los encuentran y llaman a la Guardia Civil, cuyos especialistas proceden a su desactivación.

Ahora, estos restos que se encontraban ‘dormidos’ forman parte de un itinerario de nueve kilómetros repletos de naturaleza e historia, que forma parte de la Estrategia de Promoción de la Salud y Prevención del Sistema Nacional de Salud (SNS) y que se encuentra debidamente señalizado.

La ruta cuenta con restos militares, líneas de comunicación –trincheras– y posiciones defensivas que van desde parapetos a líneas fortificadas integradas por pozos de tiradores y búnkeres con puestos de ametralladora a los que se suman otros puestos de observación con construcciones abovedadas, con el objetivo de dar cobijo a las tropas en aquel momento.

Junto a todo ello, figuran posiciones con un carácter militar inferior como los denominados abrigos, unos lugares de descanso y reposo para los militares cuando no estaban de servicio.

En el recorrido circular aparece un puesto fortificado que daba cobertura a la posición por el sur, controlando los cerros más próximos. Los restos existentes consisten en una posición defensiva de vanguardia, que aparece separada de la posición principal en lo alto de la loma.

En este complejo defensivo se pueden observar el fortín o búnker, consistente en un puesto de ametralladoras, realizado en hormigón armado; una línea de trincheras, realizada con mampostería y hormigón, y pozos de tirador, con pequeñas troneras utilizadas tanto para la vigilancia, como para realizar algún tiro de fusil.

Otro de los puntos de la ruta es el observatorio, situado en el punto más adelantado del itinerario, al ser un puesto de observación, cuya misión fundamental era mantener contacto visual con el resto de posiciones del frente.

Este lugar, que permite el control directo de todo el valle y de la frontera entre la provincia de Ávila y la cercana Comunidad de Madrid, estaría unido mediante cable telefónico con la retaguardia, para así poder informar de cualquier novedad sobre los movimientos que realizara el enemigo.

Este observatorio, cuya estructura es abovedada, dispone de dos puestos de ametralladoras, un almacén y un puesto de guardia.

Más adelante se encuentra el puesto principal, desde el que puede contemplarse un conjunto de abrigos o refugios destinados al descanso de los combatientes. Se trata de un fortín o búnker, un conjunto fortificado de grandes dimensiones con dos alturas.

La primera dispone de un almacén o puesto de mando con estructura abovedada, mientras que la segunda cuenta con un observatorio desde el que se prodría realizar tiro con fusil. Asimismo, presenta un tipo de defensa en forma de estrella, que a través de un pequeño tramo enlaza con una serie de pocos de tirador.

Este recinto se completa en su parte sur con una zona rectangular, que podría ser un pequeño almacén para abastecer con munición y víveres a los soldados cuando lo necesitaran. Además, este punto puede ser el centro de esta ruta saludable, al estar situado en la retaguardia, sirviendo de centro de suministros o de puesto de mando en el que estarían los oficiales.

Desde este lugar se controlaba hacia el este la zona conocida como ‘Las Herreras’, hasta el puerto de la Cruz Verde, ya en la Comunidad de Madrid, donde se situaban las tropas republicanas. Además, se controlaba igualmente la parte oeste, donde se sitúa la localidad de Las Navas del Marqués.

Por otra parte, en esta zona de la ruta se pueden observar algunos parapetos construidos sobre la roca natural, para cubrir a los soldados, además de líneas de trincheras y puestos de ametralladora que se distinguen por contar con una tronera muy amplia para cubrir un terreno extenso.

CASTILLO DE LAS NAVAS

Esta ruta debería completarse en la propia villa navera, no sólo degustando su rica gastronomía, sino también visitando su imponente castillo–palacio de Magalia, situado en la parte más alta de la localidad.

Mandado construir por Pedro Dávila a mediados del siglo XVI, los orígenes de sus estructuras defensivas son anteriores. En 1931 fue declarado Monumento Histórico Artístico y en 1946 la Unión Resinera Española (Luresa) lo cedió al Estado para que hiciera uso de él con fines culturales.

En 1950 fue rehabilitado por el arquitecto Luis Martínez Feduchi y pasó a ser Escuela de Instructoras de Juventudes y Escuela de Magisterio, regido por la Sección Femenina de Falange.

En 1980 se hizo la última reforma y actualmente está gestionado por el Ministerio de Educación y Cultura, siendo utilizado como centro de eventos corporativos y culturales, congresos, convenciones, y reuniones de empresa.