DULCA
El ‘alma’ de Peñaranda sabe a repostería
Dulca surgió hace cuarenta años de la unión de cinco empresarios que decidieron unir sus fuerzas en un proyecto que hoy da trabajo directo a 180 trabajadores de esta localidad salmantina y que actualmente exporta sus productos a más de una decena de países de todo el mundo.
La localidad charra de Peñaranda de Bracamonte tiene ‘alma’ repostera gracias a un proyecto que surgió hace cuatro décadas de la iniciativa de cinco empresarios que decidieron dar un paso adelante y unieron sus fuerzas para crear un gigante que actualmente da empleo directo a 180 trabajadores y factura 18 millones de euros al año.
Desde que en 1976 estos cinco empresarios se lanzaran a la conquista del mercado nacional e internacional, todo ha sido crecer poco a poco, pero con paso firme, hasta convertirse, tal y como dice su gerente, César Serna, en el ‘alma’ de una localidad desde la que salen miles de productos de bollería industrial hacia más de una decena de países de todo el mundo.
De los cinco visionarios que se lanzaron a la aventura, hoy sólo permanecen dos socios en el proyecto. Se trata de Serna y de Miguel Ángel Andrada, ya que el resto se han ido jubilando.
Tras unos comienzos «muy modestos», la empresa ha ido abriéndose paso en el mercado nacional y, sobre todo, en el internacional, ya que en torno al 80% de su producción viaja a diferentes países, entre los que destaca Alemania, que se lleva buena parte de su producción.
Después, sobresale el mercado portugués, donde Dulca vende tanto en cadena como en el mercado tradicional, convirtiéndose en el primer o segundo suministrador de bollería industrial en el país vecino.
Junto a estos dos mercados, también son importantes clientes países como Francia, Italia o Inglaterra, aunque también las exportaciones van dirigidas a Holanda, Bélgica, Dinamarca, Grecia o Malta, entre otros.
Ahora, como sucede con tantas otras empresas, la vista está puesta en el inmenso mercado chino, donde Dulca pretende abrirse paso poco a poco, a través de los contactos con empresas de aquel país al que los responsables del gigante repostero peñarandino viajarán este mes de octubre.
Continuar en esta línea de expansión exterior es uno de los objetivos que se marca César Serna, quien asegura que el gran nivel de exportaciones se debe al trabajo que realizan sus agentes, pero también la participación de Dulca en algunas de las principales ferias internacionales.
Sin embargo, el nivel de confianza de sus clientes y su continua expansión no sólo es producto de una apuesta en esta dirección, sino también de una intensa apuesta por la calidad y la profesionalización, especialmente desde la incorporación al proyecto de los dos hijos de César Serna: Noelia y César.
Su llegada hace algo más de una década a Dulca supuso un «impulso» para las áreas de administración, organización y ventas, tal y como relata su padre, quien hace especial hincapié en la evolución que han experimentado unas instalaciones que, además de crecer en espacio, se han adaptado de forma escrupulosa a la normativa europea en materia de higiene y trazabilidad.
Según señala Serna, sus instalaciones reciben, al menos, dos inspecciones anuales «muy exigentes» desde el punto de vista de la maquinaria y la limpieza, pero también en aspectos relativos a la calidad de los productos que se elaboran y de la administración.
Estos controles estrictos aseguran que el cliente, de forma directa o a través de las grandes superficies a las que suministra Dulca, tengan la completa seguridad de la calidad de los productos que compran y que van desde cruasanes a napolitanas, pasando por pan de leche, mini galletas rellenas, pastas de té… Y en fechas señaladas también fabrican ensaimadas, roscones de reyes, ochos…
Y todo ello mediante una línea de producción que se encuentra «casi toda robotizada y muy automatizada». De esta manera, buena parte de la plantilla se dedica, entre otras cosas, a la elaboración y al empaquetado.
La demanda es tal, que el ritmo de producción requiere que de lunes a viernes trabajen tres turnos durante las 24 horas del día.
De los 180 empleados de la plantilla, todos de la comarca de Peñaranda de Bracamonte, en torno al 80% son mujeres y el 20% restante son hombres, ya que a juicio del gerente, ellas ejecutan mejor que ellos el trabajo que se necesita en Dulca.
En el futuro, la intención es ampliar unas instalaciones que actualmente cuentan con tres naves de 4.000 metros cuadrados cada una y a las que este mes de octubre se sumará un almacén ‘inteligente’ con otros 1.500 metros cuadrados de superficie. Además, los responsables de la empresa pretenden contar con nuevas oficinas y se encuentran en proceso de negociación con el Consistorio peñarandino para tratar de recalificar 60.000 metros cuadrados e instalar una nueva nave más.
Si eso fuera posible, Dulca seguiría creciendo para dar más empleo en la zona y continuar ampliando mercados, especialmente hacia China, sin olvidar la consolidación de los ya existentes y que tan bien funcionan, como el alemán.
Respecto a las materias primas que precisa la fábrica, la gran mayoría proceden de diferentes puntos de Castilla y León. Así la harina se la suministran fábricas de Arévalo (Ávila), Palencia o Aranda de Duero, mientras que el azúcar procede de las azucareras de la tierra, el huevo de Valladolid…
Por ello, César Serna se siente orgulloso no sólo de que Dulca sea el ‘alma’ de Peñaranda, sino también de que contribuya a generar empleo indirecto en otros puntos de la Comunidad.
Tras rechazar la mala prensa que en ocasiones tiene la bollería industrial, Serna afirma que la crisis de la que parece que está saliendo España, no llegó a afectar a su empresa, ya que trabaja con productos básicos que resultan esenciales para la alimentación «a precios baratos».