Pueblos a ras de cielo
Un viaje a los pueblos emplazados a mayor altitud de las nueve provincias de la Comunidad: Navasequilla, Beratón, La Cueta, Riofrío de Riaza, Piedrasluengas, Porto de Sanabria, Neila, Candelario y Campaspero
NAVASEQUILLA: EN EL LÍMITE CON EL INFINITO (1.684 metros)
Es el pueblo más alto de Castilla y León y uno de las más elevados de la Península desde donde podemos divisar Gredos
Hay un lugar donde lo terrenal se funde con lo celestial. Donde el que lo visita tiene la sensación se sentirse en otra dimensión. Navasequilla, en la provincia de Ávila, se levanta a 1.648 metros sobre el nivel del mar. La localidad, una pedanía perteneciente al municipio de Santiago de Tormes se encuentra en plena Sierra de Gredos.
La vida en este paraje sigue otros patrones muy alejados de las rutinas y horarios a los que acostumbran los que residen en las urbes. Y es que en Navasequilla el tiempo que marcan las agujas del reloj deja de tener importancia.
Situado a unos 3 kilómetros de Horcajo de la Ribera, el pueblo cuenta con una de la mejores vistas de la cara norte del Macizo Central. En sus calles, antaño habitadas por hombres de campo, apenas queda ya nadie. Los más mayores del pueblo recuerdan las copiosas e intensas nevadas que caían en esta pequeña localidad. No solo guardan en su memoria los duros inviernos sino que, como prueba fehaciente, muestran las marcas que aún conservan las paredes de alguna vivienda donde llegó a cubrir la nieve en torno a los tres metros de altura.
Tradicionalmente la economía se asentaba en la ganadería. Las grandes manadas de vacas, de razas avileña y morucha constituyeron en tiempos atrás el principal sustento de los pueblos de este entorno. También abundaban por estos parajes rebaños de ovejas merinas y churras. El pueblo conserva aún la arquitectura típica de la zona, con casas realizadas piedra sobre piedra con anchos muros. El barro es el único elemento que sirve como argamasa sobre el que se levantan las paredes. Antiguamente en su construcción colaboraban todos los miembros de la familia: unos hacían los adobes, otros extraían la arcilla con grandes azadores y hacían de peones con los albañiles que colocaban las piedras. Incluso los niños arreaban los burros cargados con los escombros que salían de los cimientos.
CONTEMPLAR LAS ESTRELLAS
Pero si algo tiene de especial este paraje son sus condiciones para contemplar noches estrelladas. A 25 kilómetros de allí, en el camino del puerto de Tornavacas, se encuentra el Mirador Estelar Puerto Castilla, uno de los lugares para contemplar noches estrelladas y cielos oscuros de la Sierra de Gredos. Cada año se contabilizan más de 220 días óptimos para observar las estrellas en la Sierra de Gredos. Este parque regional del Sur de Ávila es uno de los 25 puntos de todo el mundo condecorado con la denominación de ‘Cielo Oscuro’, es decir, con muy poca o nula contaminación lumínica. Desde allí pueden contemplarse miles de estrellas en una sola noche. Un auténtico lujo no solo para los amantes de la astronomía sino para cualquier tipo de público en general.
Entre las joyas monumentales que guarda Navasequilla destaca la iglesia de Santa Ana con un pequeño pórtico.
Junto a este templo se conserva un potro de herrar, una construcción existente en muchos pueblos para herrar las pezuñas de las vacas y bueyes de tiro y labor. Está formado por cuatro grandes piedras de una sola pieza dispuestas en los vértices de un rectángulo y unidas por vigas de madera en los laterales y por un yugo en uno de los frontales. También es de destacar la ermita en honor a la Purísima Concepción.
El entorno es un lugar idóneo para realizar turismo activo con numerosas rutas de senderismo. En los alrededores se puede disfrutar de comida típica de la zona como el Barco de Ávila. Allí no duden en degustar las judías del Barco, el chuletón de ternera, cochinillo asado o el cordero en caldereta.
BERATÓN: UN HOGAR A LOS PIES DEL MONCAYO (1600 metros)
Este pueblo, el último y más alto de la provincia soriana es parada obligada para conocer el macizo que da nombre a la comarca
Su origen es celtíbero tal y como lo evidencia un castro en el paraje conocido como el cerro de San Mateo, a las afueras del actual casco urbano, cuya primera ocupación está datada en el la época de Hierro.
La localidad soriana, situada a menos de 8 kilómetros de la provincia de Zaragoza, cuenta con una estratégica situación para conocer la sierra moncaína en toda su dimensión paisajística y cultural. Dicen sus gentes que debido a su altitud y a su emplazamiento, en el límite con Zaragoza es «el techo de Soria y el balcón hacia Aragón».
La Sierra del Moncayo se levanta en un punto geográfico donde confluyen tierras de Soria, Zaragoza, La Rioja y Navarra, en un espacio natural caprichoso y excepcional, al borde de las tierras ribereñas y llanas del Ebro. El resultado es un rico puzzle de vegetaciones y paisajes propio de microclimas oceánico o mediterráneo, de alta montaña o de meseta cerealista, todo ello en un puñado de kilómetros cuadrados.
En el término de Beratón nacen los ríos Araviana e Isuela. El primero surge a más de 1.600 metros de altitud, en el paraje conocido como ‘Collado del Puerto’. Curiosamente los dos ríos desaguan en cuencas opuestas, mientras que el primero vierte sus aguas a la del Ebro, el Araviana lo hace a la del Duero. Próximo al nacimiento de ambos ríos se encuentra la Muela de Beratón, singular paraje que alberga especies propias del Pirineo.
El encrestado paisaje serrano se encuentra enmarcado en el corazón del Moncayo y abrazado por el Parque Natural localizado en la provincia de Zaragoza.
En cuanto a la vegetación predominan los bosques de rebollos, carrascas y encinas. También pueden contemplarse en la sierra pinos o algunas hayas. La mitad del término de Beratón está protegido a través de la Red Natura 2000 con las categorías de Lugar de Interés Comunitario (LIC) o de la Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA).
El carácter rural y pastoril de Beratón, más aislado y con peores accesos que otros pueblos del entorno de la Sierra, no dio a esta localidad el protagonismo social y cultural que tuvieron otros núcleos importantes como Ágreda. La actividad agraria y ganadera ha sido relevante en este municipio serrano que en los últimos 100 años ha pasado de tener 400 habitantes a apenas 40. El municipio también cuenta con una pequeña producción artesanal chacinera.
Su época de mayor desarrollo se produjo a lo largo del siglo XX cuando la agricultura vivió una expansión en la década de 1920. Sin embargo a partir de 1940 la migración hacia los núcleos industriales de provincias como Zaragoza, Vizcaya, Barcelona o Madrid, dejaron a este pueblo prácticamente deshabitado en pocos años. En 1960 se cerró la escuela, dejando a Beratón luchando por la supervivencia hasta nuestros días.
Desde el mirador de la Cruz de Piedra, a la salida del casco urbano de Beratón, puede contemplarse el macizo del Moncayo con sus cumbres que superan los 2.000 metros de altitud como el Pico San Miguel (el más alto del Sistema Ibérico al alcanzar los 2.135 metros) o Peña Negra. El recorrido de lo que se conoce como ‘la cara más oculta del Moncayo’ puede iniciarse desde Ágreda (en la provincia de Soria) o Borja (en tierras aragonesas), a una distancia de 31 y 72 kilómetros de Beratón respectivamente.
Dicen que este paraje tuvo influencia en alguno de los relatos de Gustavo Adolfo Bécquer como La Corza Blanca.
En 1862 el poeta del romanticismo descubrió en un viaje a esta comarca las gentes, el costumbrismo y los escenarios adecuados para contar sus historias y relatos. Una ruta que va desde Soria hasta Trasmoz con parada a medio camino en Beratón recuerda las andanzas del escritor que falleció muy joven de tuberculosis, a los 34 años de edad. En la localidad de Noviercas hay un Museo de Gustavo Adolfo Bécquer y Casta Esteban donde puede visitarse la casa en la que residió el matrimonio.
RUTAS AL PICO SAN MIGUEL
Existe un camino que sale de Beratón, de 11,5 kilómetros de recorrido que nos lleva hasta el alto de San Miguel, la cumbre más alta de la Sierra del Moncayo, con 2.136 metros de altitud. Se trata de un ruta de alta montaña para la que hay que ir con la vestimenta y el material adecuado.
Otro camino de más fácil acceso es la Ruta de la Cruz de los Ladrones, denominada así porque llega hasta un paraje en el que la tradición popular sitúa el ajusticiamiento de algunos de los ladrones que saquearon el pueblo después de encerrar a los vecinos en la Iglesia. Termina en un gran roble que tiene grabadas cruces en el tronco, como recuerdo a aquel suceso. La ruta, de 2,2 kilómetros, sale de la Cruz de Canto.
Para los amantes de la historia el pueblo cuenta con otro recorrido de casi 3 kilómetros que nos conduce al primitivo asentamiento celtíbero de la época delHierro, ubicado sobre una plataforma rocosa alargada y estrecha que también fue un poblado medieval. La ruta comienza frente a la Cruz el Canto, por el llamado Camino de Añón.
LA CUETA: LA SENSACIÓN DE ESTAR EN BABIA (1.450 metros)
Lugar escogido en la Edad Media por los reyes de León para huir de las intrigas palaciegas, la comarca mantiene inalterable su esencia
a penas 40 habitantes residen durante todo el año en esta pequeña aldea donde nacen las aguas del río Sil. Dicen los vecinos de La Cueta que cuando nació el más pequeño de sus habitantes, en 2007, hacía 40 años que no se producía tal acontecimiento. Un dato más que significativo que da una idea de cómo es la radiografía social de esta localidad perteneciente a la comarca de Babia que aglutina 24 pueblos, la mayoría de ellos deshabitados.
Situado en la zona septentrional de la provincia leonesa, quien se acerque a descubrirlo disfrutará de un paraje de difícil acceso lleno de caminos escarpados y gargantas. Un auténtico paraíso alejado del mundanal ruido rodeado de montañas calizas y verdes prados que conserva casi intacta su arquitectura tradicional con casas de piedra, hórreos y tejados de pizarra. La estructura de las viviendas se distribuye en una planta baja destinada para el ganado y el primer piso, que es utilizado para vivienda. El pueblo cuenta con dos barrios, el de Quejo y el Cacabillo, además de varios templos religiosos, una ermita para cada barrio y la iglesia de La Cueta. Desde cualquier rincón se pueden contemplar unas vistas impresionantes de todo el valle acostumbrado a recibir la visita de montañeros. Al lindar con el Parque Natural de Somiedo se trata de un lugar idílico para los amantes del senderismo al ofrecer distintas rutas sólo aptas para mentes intrépidas.
Se encuentra delimitada al norte por una línea de cumbres entre las que destacan por su altitud superior a los 2.000 metros los picos de Peña Ubiña, Alto Rosapero y Picos Blancos. Por ello es habitual ver en estos bellos parajes a deportistas practicando esquí de travesía.
Durante muchos días del año las pocas familias que quedan en La Cueta se quedan incomunicadas debido a los temporales que acechan durante el invierno. Los antiguos del pueblo dicen que antaño recuerdan años en los que cayeron nieves durante todos los meses del año. Lo que es cierto y nadie discute es que la meteorología condiciona el carácter de sus habitantes y en La Cueta se han hecho duros ante los inviernos y las bajas temperaturas; una imagen que contrasta con la que se respira en verano, momento en el que su población se multiplica y se convierte en destino perfecto para turistas que quieren desconectar en el sentido más estricto de la palabra.
RESIDENCIA DE REYES
Cuenta la leyenda popular que durante la Edad Media a los reyes de León les gustaba pasar largas temporadas de verano en esta zona al representar un territorio apacible, donde habitaban gentes leales al rey y con buenos cazadores de osos, corzos y jabalíes. Un lugar, donde los monarcas del Reino de León se encerraban huyendo de intrigas de la Corte en busca de paz, caza y del buen yantar. De ahí que la expresión «estar en Babia» venga a significar estar ausente o lo que es lo mismo il dolce far niente.
Los habitantes de esta localidad perteneciente al municipio leonés de Cabrillanes viven de la ganadería. En el año 2004 la Unesco declaró la comarca de Babia ‘Reserva de la Biosfera’ por la riqueza natural de esta zona que ocupa 28.018 hectáreas.
La cocina de caza ocupa buena parte de los ricos y contundentes platos que se cocinan en los fogones de las casas de La Cueta.
Junto a ello destacan los embutidos, las truchas, el bollo babiano o la morcilla babiana. En el recetario popular son frecuentes los cocidos y potajes de garbanzos, lentejas y arvejos.
Y entre los dulces es conocida la tarta babiana (con miga de pan duro, leche y huevos) además de los frixuelos o la tortilla de manzana.
RIOFRÍO DE RIAZA: UN MAR VERDE EN TIERRAS CASTELLANAS (1.312 metros)
Los bosques de hayas que abrazan a este pequeño pueblo situado en el macizo de Ayllón lo convierten en un lugar de visita obligada
Durante el siglo XIII se denominaba simplemente Río Frío pero a partir de mediados del siglo XIX se añadió el nombre de Riaza al pueblo al estar atravesada por el río del mismo nombre y, al mismo tiempo, distinguirla del Real Sitio de Riofrío. Situada a poco más de 1.300 metros sobre el nivel del mar, esta localidad enclavada en el bello paraje de la Sierra de Ayllón tiene el honor de ser el pueblo más alto de la provincia de Segovia.
Los vecinos que pasaron allí el último invierno se cuentan tristemente con los dedos de una mano. Según las estadísticas oficiales en 2014 había censados en el municipio 29 habitantes. Una sangría poblacional que va camino de convertir a este pueblo en un núcleo de población estacional.
Se trata de un paraje con gran encanto que se funde con la naturaleza casi sin quererlo. Rodeado de enclaves montañosos como el Puerto de La Quesera, el Pico del Lobo (de más de 2.000 metros) o la estación de esquí de la Pinilla. Sin embargo la gran joya de este término municipal es, sin lugar a dudas, el impresionante ‘Hayedo de la Pedrosa’, considerado como el más meridional de España y de su área de distribución natural. Se llega a él por la carretera que sube al puerto de la Quesera y merece ser visitado especialmente en otoño, cuando ofrece una estampa multicolor que despierta los sentidos. Junto a los ejemplares de haya, encontramos en este inmenso mar de vegetación otras especies vegetales como el roble, el avellano o el acebo. Cuentan en la villa que los vecinos talaron desde tiempo inmemorial las hayas para hacer palos de sillas, industria que dio trabajo y dinero al municipio. El entorno del hayedo no solo destaca por su rica y extensa flora. Se han catalogado especies de aves como el gavilán, el alcotán, además del buitre leonado que sobrevuela frecuentemente este espacio natural.
Merece la pena conocer el paraje recreativo de la Ermita de Hontanares. Fue construida en el año 1606 con dos grandes estancias: la propia iglesia y la antigua hospedería. Son importantes las romerías que se hacen en su honor el segundo y tercer domingo de septiembre. Dispone de una amplia zona de descanso con banco, mesas y barbacoas de piedra que invitan a disfrutar a disfrutar de la Sierra de Ayllón. El área recreativa cuenta también con restaurante que abre durante los meses de verano. A tan sólo un kilómetro de la ermita de Hontanares, podemos asomarnos a contemplar las vistas que ofrece el mirador de Piedras Llanas.
Entre los platos típicos destacan los asados en horno de leña.
PIEDRASLUENGAS: EL PARAÍSO SE VISTE DE BLANCO (1.340 metros)
Patrimonio, naturaleza, historia y gastronomía. En la Montaña Palentina hay escapadas para todos los gustos
Quien quiera conocer la Montaña Palentina, Piedrasluengas es el lugar indicado. Este pueblo, el último de la provincia de Palencia y el que se encuentra a mayor altitud de la Pernía, representa naturaleza en estado puro.
La historia dice que por el Puerto de Piedrasluengas pasaron los romanos, en concreto una de las tres columnas que dirigió la batalla definitiva contra los cántabros. A quien le apasionen las subidas de montañas éste es su lugar indicado para hacerse una escapada. Se puede llegar tanto andando por las múltiples rutas de senderismo que hay en el Parque Natural de Fuentes Carrionas y Fuente Cobre, como en coche. Es habitual ver la estampa del pueblo cubierta de blanco, motivo por el cual no ha prosperado la agricultura. En cambio es una buena zona para la cría de ganado vacuno y equino. Destaca la parroquia de Santa Ana, en cuyo interior se guarda una imagen de la Virgen con el niño del siglo XVI.
Una de las panorámicas más impresionantes la encontramos dejando atrás la localidad en dirección a Potes. Allí se ubica el Mirador de Piedrasluengas. Un balcón de madera que se asoma hacia el valle de Liébana y los Picos de Europa. Desde allí descubriremos una panorámica completa de Peñalabra, el pico Tres Mares, el del Cuchillón y el de Valdeprado.
La Montaña Palentina cuenta con importante patrimonio del románico y una rica gastronomía que hará las delicias de los paladares más tradicionales. Desde el Parador de Turismo de Cervera de Pisuerga, se puede contemplar una impresionantes vistas del embalse de Ruesga al que también se puede acceder por carretera. Desde allí se puede emprender la denominada Ruta de los Pantanos.
ESPECTÁCULO SONORO
Uno de los espectáculos más impresionantes que tienen lugar en esta zona es la berrea. El bramido de los ciervos machos durante su época de celo tiene lugar durante el otoño con la caída de las primeras lluvias. Los venados compiten para demostrar su superioridad frente a otros machos rivales a través de broncos bramidos y choques de cornamentas. Es fácil contemplar este espectáculo de la naturaleza en el Parque de Fuentes Carrionas aunque desde Cervera de Pisuerga se organizan salidas guiadas y se facilitan prismáticos.
HUELLAS DE LA CONTIENDA
También resulta interesante descubrir el sendero o camino conocido como ‘de los Rojos’, pues fue construido durante la Guerra Civil con el fin de vigilar toda la Cordillera que separa Palencia con Cantabria. Posteriormente se utilizó como vía de estraperlo y paso de ganado. A lo largo del itinerari, de 5 kilómetros de recorrido, encontraremos numerosos restos del enfrentamiento bélico (trincheras, ametralladoras, fosas comunes).
Se trata de una senda cómoda y fácil en un bello entorno natural repleto de hayas, robles y brezos en donde viven especies animales como corzos, jabalíes y lobos. Sin embargo el habitante por excepción de estos territorios es el oso pardo, visto en estos parajes en numerosas ocassiones.
PORTO DE SANABRIA: EL CORAZÓN DEL LAGO GLACIAR (1.211 metros)
Porto de Sanabria es el municipio más recóndito de la comarca y también uno de los rincones más bonitos de descubrir en esta zona. Para llegar allí es necesario entrar en Galicia y adentrarse en una sinuosa carretera entre montañas. Como recompensa, al fondo del valle, tras superar el espejo del embalse de San Sebastián, se ve dibujada la silueta en piedra y pizarra de las casitas, enmarcada por las cumbres cercanas que parecen proteger al pueblo. Las altas montañas, los bosques, el aire puro y la sensación de libertad que emana Porto producen el mágico efecto de reconciliación con la naturaleza: el invierno es entrañable, una postal con chimeneas humeantes, el blanco manto de la nieve salpicado de manchas verde oscuro y rojo de los acebos que, a modo de árboles de Navidad, decoran los montes. La primavera y el verano son el frescor y, en cuanto al otoño, no hay suficientes tonalidades en la paleta de los ocres para describirlo.
Su orografía accidentada de origen glaciar, con abundancia de lagunas, manantiales y arroyos que permiten la existencia de turberas, formaciones de alto valor ecológico. La proximidad de las cumbres hacen de Porto punto de partida para multitud de rutas de montaña, la más conocida es la ascensión a Peña Trevinca (2.124 m.) la cota más alta de la provincia y punto de confluencia de los territorios de Orense, León y Zamora. Ésta siempre ha sido tierra de pastos, destino de pastores trashumantes que llegaban de Extremadura, tierra también de ganado, donde se cría la afamada ternera sanabresa.
En medio del pueblo, de calles apretadas para defenderse del invierno, sorprenden tres pequeños molinos en buen estado de conservación que, apostados en la ladera del monte, aprovechan el caudal de un pequeño arroyo que os hará las veces de guía, ya que serpentea por las callejuelas del pueblo hasta unirse a las aguas del río Bibey. También se puede visitar una fragua restaurada con los instrumentos que se utilizaban para domesticar el hierro. Las casas antiguas muestran en sus portadas de piedra el esplendor de otros tiempos y lucen orgullosas la chepa de sus hornos en los muros.
Sus gentes afables hablan un dialecto propio influenciado por la proximidad de Galicia, Portugal y León, el ‘portes’, y las encontraréis siempre dispuestas a mostraros orgullosas su pueblo y sus montañas.
NEILA: AIRE PURO DE LA PERLA SERRANA (1.175 metros)
Situado en la comarca de La Demanda, el municipio burgalés de Neila fue el centro pastoril más importante de toda la región y en su término funcionó un gran lavadero de lana. Esta tradición de la trashumancia se rememora cada año con una fiesta donde los vecinos hacen demostraciones de esquileo, marcado con pez e hilado.
Todavía hoy quedan numerosos pastores retirados, que conocieron la trashumancia a pie por las cañadas reales que atravesaban de norte a sur nuestra comunidad hasta las tierras extremeñas, donde buscaban los pastos de invernada. Algunos aún pueden contar cómo eran las duras jornadas por la cañadas, su vida en los pastos de la montaña o las dehesas extremeñas, viviendo en los chozos... vidas que apenas variaron durante siglos hasta su definitiva desaparición.
La villa, conocida como ‘la perla serrana’, está rodeada de altas montañas. Destaca por la belleza de su arquitectura tradicional popular. Casonas solariegas blasonadas entre las que sobresale el palacio de los Márquez o del Cura Merino. Junto a este paseo por el casco antiguo, es muy recomendable para quien quiera conocerlo entrar en la iglesia de San Miguel: un templo del siglo XII, con las características propias del románico de la sierra burgalesa. De esa época conserva el ábside de tres paños y el cuerpo inferior de la torre, así como un magnífico ejemplar de pila bautismal de copa semiesférica y profusamente ornamentada. además del ábside y la torre, la iglesia conserva una de las lápidas más antiguas del románico burgalés.
El pueblo es un punto de partida de numerosas excursiones. Los amantes de la naturaleza no deben dejar pasar la oportunidad de conocer el Parque Natural de Las Lagunas Glaciares. Situadas al sureste de la provincia de Burgos, gozan de gran atractivo paisajístico por la espectacularidad de las formas glaciares, los contrastes de color que ofrecen los ecosistemas acuáticos y sus paisajes propios de alta montaña mediterránea.
Entre la vegetación destacan especialmente por su singularidad y escasez las comunidades acuáticas ligadas a los bordes y zonas de escasa profundidad de las lagunas de origen glaciar, los enebrales, los pastos, y especialmente la turbera flotante de la Laguna Larga. De su fauna, resaltan anfibios y peces típicos en lagunas y las zonas higroturbosas de alta montaña, así como algunos pequeños mamíferos y aves como la nutria paleártica, el desmán ibérico, el mirlo acuático.
CANDELARIO: EL BALCÓN DE LA SIERRA DE BÉJAR (1.136 metros)
La historia de este pueblo de montaña situado en el extremo sureste de la provincia de Salamanca está vinculada en sus orígenes a los romanos. Sin embargo su desarrollo no se entendería sin la pujanza de Béjar, en la que mucho ha tenido que ver la floreciente industria chacinera.
La villa se escalona en la ladera de la sierra de su mismo nombre. La disposición de sus calles es muy original, con las principales en el sentido de la pendiente y las secundarias, transversales a las anteriores.
Las viviendas, que conservan la arquitectura típica de la zona, se distribuyen entre callejuelas laberínticas empedradas, repletas de fuentes, que nos conducen por las casas de no más de tres pisos con puertas de madera que reciben el nombre de ‘batipuertas’. Hay quien dice que son para que en invierno no entre la nieve, pero conociendo su tradición chacinera, la teoría que coge más fuerza es la de que las batipuertas servían para trabajar con la luz del día y a la vez evitar que entraran los animales atraídos por los olores del embutido. Otro de los elementos singulares de la zona son las conocidas como regaderas, canalillos a los lados o en el centro de las calles que servían para eliminar los restos de quemar la piel del cerdo cuando se hacía la matanza.
Fue declarada Conjunto Histórico-Artístico en 1975 por su arquitectura tradicional, entorno natural y cuidado de costumbres y tradiciones. Entre sus lugares de interés destacan la ermita del Santísimo Cristo del Refugio y el Ayuntamiento, construido entre 1894 y 1895 por el arquitecto modernista catalán Benito Guitart Truls. Quien quiera descubrir los encantos de esta villa serrana puede dejar el coche aparcado en las inmediaciones del pueblo, en el aparcamiento público y gratuito que hay debidamente señalizado.
Candelario es punto de partida de numerosos senderos por la sierra, además de estar a pocos kilómetros de la estación de esquí de La Covatilla, lo que la convierte en un importante foco de atracción de turismo.
UN LUGAR DE TRADICIONES
Desde hace casi tres décadas el municipio ha recuperado una singular e interesante tradición que celebran cada segundo domingo de agosto. Se trata de la recreación de una boda típica del lugar en el siglo XIX. Los habitantes se transforman en actores y escenifican sobre las calles el rito nupcial. El festejo cuenta con la declaración de interés turístico regional.
También son famosas las fiestas de la Candelaria, que celebran cada invierno en honor a esta Virgen de la clases pudientes de la villa.
CAMPASPERO: UNA VILLA FUNDADA SOBRE ROCA (903 metros)
En Campaspero es difícil encontrar a una familia que no haya tenido vinculación con la piedra. Durante años los vecinos de esta localidad vallisoletana han extraído la blanca caliza de las canteras que se ubicaban en este páramo. Una piedra que ha servido para dar el jornal a sus gentes en tiempos donde no había cosecha y que ha sido empleado como material para construir y en muchas ocasiones, reconstruir, gran parte del patrimonio de la Comunidad (emblemáticos monumentos históricos como el castillo de Peñafiel, el de Cuéllar, la fachada de la Universidad de Valladolid o la iglesia de San Pablo se levantaron utilizando piedra campasperana). Hoy en día su fama ha cruzado fronteras, convirtiéndose en una de las calizas de referencia a nivel europeo.
El municipio, situado a medio camino entre Peñafiel y la localidad segoviana de Cuéllar, se erige en un páramo conocido como los ‘Altos de la Mula’. Un emplazamiento privilegiado que la convierte en la localidad más alta de la provincia de Valladolid, al situarse a 903 metros de altitud sobre el nivel del mar.
La villa vivió su momento de esplendor durante el pasado siglo XX, cuando superó los 2.000 habitantes tras el apogeo del sector de la piedra y el abandono de pueblos cercanos como el de Minguela cuyos habitantes emigraron a este núcleo al tener mejores perspectivas para vivir y prosperar.
Recorrer sus calles supone adentrarse en un paseo donde las construcciones de las casas destacan por la esbeltez y sobriedad de la piedra. Destaca la iglesia del siglo XVIII de Santo Domingo de Guzmán, un templo barroco de cruz latina de una sola nave con bóveda de cañón y tallas de importancia como la de la Virgen de la Asunción. Conserva un Cristo del siglo XVI de admirable realización. Este pintoresco pueblo de la Churrería castellana destaca por su rica gastronomía, centrada en el lechazo asado, del que dicen es el mejor elaborado en toda España.
MUSEO DE LA PIEDRA
Quien quiera conocer el pasado histórico de este municipio y empaparse de fotografías y recuerdos de un pasado no muy lejano puede visitar el Museo de la Piedra que abre los viernes con cita previa (grupos mínimo de 10 personas) y los sábados y domingos. En él podremos contemplar la recreación de una cantera, el proceso de extracción de piedra y su tratamiento antes de ser utilizada. La visita se completa con un interesante recorrido por el Jardín de Piedras.