de huerto y lumbre (espinosa de los monteros)
El placer de la mermelada artesana
Las conservas se hacen con los productos recogidos de su propia huerta dando como resultado hasta 40 variedades distintas
Todo empezó como un hobby. Así explica Teresa Reymundo, propietaria de Mermeladas Huerto y Lumbre, el inicio de su andadura como empresaria de este tipo de conserva dulce. Desde hacía tiempo ya elaboraba mermelada en su casa, aprendiendo de las recetas facilitadas por su suegra. Y fue en septiembre de 2015 cuando su hijo y ella tomaron la decisión de hacerlo «oficial». «Lo hicimos porque todo el mundo nos decía que estaban muy buenas y que deberíamos comercializarlas».
Esta arquitecta de profesión confiesa que también otra de las causas fue el hecho de tener huertas que no producían nada y había que hacer algo al respecto. En ellas había todo tipo de frutales, como perales –algunos de más de 100 años-, manzanos, guindos, cerezos y membrilleros que hicieron resurgir, a la vez que plantaron otros alimentos como la calabaza. Se pusieron manos a la obra y los excedentes les llevaron a montar un pequeño obrador y una tienda.
El proceso de elaboración prácticamente sigue el mismo patrón. En primer lugar recogen la fruta y demás alimentos que han plantado en su huerta, salvo las moras. «No las cultivamos y para conseguirlas nos pateamos el campo sin coger las de los caminos para que no estén ni contaminadas ni sucias». Después los limpian y trocean para terminar cociéndolos ligeramente con el azúcar y zumo de limón, que actúa como conservante. El tiempo en cazuela depende de cada producto, pero Teresa recalca que intenta que se deshaga solo. «Prefiero no utilizar batidora, y uso el fuego bajo para que se haga lentamente».
En total realiza cerca de 40 variedades, siempre con alimentos de temporada. Por eso nunca las tiene todas a la vez. Y en caso de no disponer de alguno de ellos se abastece de la zona. «Procuro seguir este orden: mi huerta, las cercanas, las de Burgos y las de Castilla y León».
En su amplio abanico de propuestas se encuentran desde la más clásicas, como de fresa, melocotón y albaricoque, hasta las más sofisticadas, como la de jalea de pétalos de rosa roja, que sólo está disponible en tarro pequeño al no disponer de suficiente materia prima. De ahí un sinfín de sabores que se mezclan unos con otros ofreciendo envases con sabores exquisitos. Naranja, cítricos o plátano con chocolate, pimiento asado, cebolla con verdejo o uva tinta de Ribera del Duero. Ésta última, de reciente creación, fue sugerida por una bodega de la zona, y ha sido de gran éxito.
Teresa indica que piensa en combinaciones que podrían quedar bien pero que no siempre salen como esperas. «Puedes inventar hasta cierto punto. Las ideas se me ocurren y voy probando. Hay muchas que acaban en la basura porque no quedan bien».
Sin embargo para cada una de ellas, aunque sean clásicas, intenta que salgan perfectas. Por ejemplo, la de moras recalca que cuesta mucho que quede bien y que en su caso ella no le echa manzana. «Es cuestión de más tiempo y al final el resultado tiene una suavidad llamativa». De hecho es esta variedad junto con la de fresa la que más se vende para niños y más mayores. «Los de mediana edad cuanto más amarga mejor y la que más les llama la atención es la de limón con zanahoria».
Teresa afirma que la principal diferencia con las mermeladas que se venden en los supermercados es clara. Las suyas tienen el color, la textura y el sabor de la fruta y no llevan ni espesantes ni conservantes, es cien por cien natural.
A pesar de que su clientela se basa principalmente en los turistas y veraneantes que pasan por Espinosa de los Monteros hay empresas que les compran directamente a ellos para luego actuar como distribuidores. Así, tienen puntos de venta también en Medina de Pomar, Miranda de Ebro y en Las Arenas, aunque a muy pequeña escala.
A día de hoy Teresa confirma que está muy satisfecha con la acogida que han tenido. «Cuando empezamos fue duro, es verdad que sigue siéndolo, pero estamos muy contentos con la evolución de nuestras ventas».
Nada más empezar, apenas llevaban una semana abiertos al público, se llevaron el tercer premio de alimentos elaborados en la Feria Agraria y Artesanal de Oña, y en la Feria del Dulce de Aguilar de Campoo se llevaron un galardón al dulce más original. «Ambos fueron una inyección de moral», recuerda Teresa orgullosa.
De momento quiere seguir ofreciendo sus productos con la intención de ampliar su local si fuera necesario, y si todo va bien y la demanda lo requiere. En cuanto a nuevas ideas para otras variedades Teresa asegura que su cabeza no dejará de pensar en combinaciones y mezclas de productos para deleite de su clientela, «seguirán surgiendo otros sabores, eso seguro».