PRODUCCIÓN
Vino de mujer
El número de enólogas en las bodegas se ha incrementado a partir de los 90. Beatriz Herranz, Verónica Ortega, Marta Baquerizo, Águeda del Val, Sophie Kuhn, Victoria Pariente y Begoña Jovellar hablan de su experiencia
En la poda y vendimiando. Seleccionando uva y remontado. Analizando y catando. La presencia de enólogas en las bodegas de la Comunidad no llama la atención. Es tan habitual, tan normal como lo es en otros sectores laborales. Una ‘normalidad’ que, sin embargo, tiene una trayectoria corta. Según los datos de la Asociación de Enólogos de Castilla yLeón, el mayor incremento de estas profesionales se ha registrado a partir de finales de la década de los 90, cuando comenzaron a salir los primeros licenciados en Enología. Según señala su secretario, Carlos Gallego, cuando la asociación se formó el 22 de marzo de 1986, en Tordesillas, «se inscribieron 30 enólogos, entre ellos Victoria [Pariente] y Águeda [Del Val]».
En la actualidad, en el registro de la asociación figuran 240 profesionales de los que 74 son enólogas. Por provincias la distribución es la siguiente: 38 en Valladolid, 10 en León, 9 en Burgos, 3 en Salamanca y 3 en Zamora. Además, 5 son de Pontevedra, 2 de Asturias, 2 de Madrid, una de Pamplona y una más de Orense. Hay que aclarar que estas cinco provincias también forman parte de la asociación castellano y leonesa.
Misericordia Bello, Charlotte Allen, Nerea Pérez, Berta Laguna, Belén Sanz, Inés Salas, Patricia Gil, Silvia García, María Alfonso, Ada Prada, María del Yerro... el listado de enólogas es amplio. Siete de ellas nos trasladan el testimonio se su experiencia, más o menos larga en el tiempo y siempre interesante.
Beatriz Herranz. Bodega Barco del Corneta (VTCyL) (Medina del Campo, Valladolid): «Noto que vamos a vinos más ligeros, con menos madera y más elegancia»
Rueda, Arribes y Cebreros son comarcas por las que Beatriz Herranz ha apostado para extraeraer todo el potencial de sus variedades verdejo, Juan García y garnacha, respectivamente. Uvas de viñas abandonadas, como en Fermoselle, o prefiloxéricas. En su índice de vinos figuran El Barco del Corneta y Cucú, blancos monovarietales de verdejo elaborados en Medina del Campo; La Fábula, una garnacha de Cebreros, y Trapetisco, un tinto ecológico de Juan García recogida «en cinco viñas, de entre 60 y 80 años, que suman tres hectáreas. De la primera añada de este tinto de Arribes ha encorchado «4.600 botellas de la cosecha 2014». «Tiene un año de barrica francesa usada y casi seis meses de depósito», señala. Discrepa de cuantos opinan que un vino es diferente si lo elabora una mujer o un hombre. Lejos de esa dicotomía ve el mundo del vino dividido de otra forma: «grandes bodegas entendidas como negocio, súpercomerciales y el resto». «Dicen que las mujeres tenemos más sensibilidad. No es cuestión de género. El olfato y el gusto se educan con el tiempo». «Lo que noto es que vamos a vinos más ligeros, con menos madera y más elegancia». «A los vinos les pido estructura, elaboraciones con menos extracción y menos madera», añade.
Águeda del Val. Prta. Asociación Enólogos Castilla y León y dtora. téc. consejo DOP Cigales: «No hay vinos masculinos o femeninos, sí más o menos estructurados y complejos»
La presidenta de la Asociación Castellano Leonesa de Enólogos y directora técnica del consejo regulador de la DOP Cigales llegó a la profesión hace 30 años. El panorama laboral de entonces, recuerda, «era muy diferente al de ahora». «Hace 30 años había mujeres en el laboratorio, pero la Enología era cosa de hombres». Ahora la presencia de mujeres está más igualada, «hay mitad y mitad», señala.
Sus sentidos analizan cientos de muestras. Su cerebro procesa miles de datos y recuerda numerosas vendimias, fermentaciones y problemas a los que dar solución. «Mi aporte a la Enologíaa ha sido de cabeza, no de fuerza», añade. Se licenció en Ciencias Químicas y completó la formación específica en el Curso de Enología, Legislación y Viticultura que se impartía en Madrid. Comenzó a trabajar en 1986 y su rostro se identifica con Cigales desde 1988. En su opinión «no hay vinos masculinos y femeninos, los hay más o menos estructurados, con más o menos madera, más o menos complejos». «Cuando un prescriptor dice que un vino es ‘femenino’ define algo que no es real, existe esa manía, lo identifican con un vino no muy complicado de beber», comenta.
Victoria Pariente. Bodega José Pariente (DOP Rueda) (La Seca, Valladolid): «El mundo del vino es muy interesante, sacrificado y te llevas muchos disgustos»
Es la creadora de uno de los verdejos mejor situados en los restaurantes del país: José Pariente. «Las bodegueras no hacemos un vino pensando en mujeres, aunque algunas veces sí nos digan ‘cómo se nota que está hecho por mujeres’. Pero no hay vino ‘ni para’ ni ‘de mujeres’, otra cosa es que la mayoría de mujeres tiendan más al vino blanco, y lo ves en ferias o en comentarios como ‘pon lo que le guste a ella’». señala Victoria Pariente. Nació en Rueda y de pequeña iba a vendimiar a las viñas de su padre José. «Las mujeres vendimiaban pero no iban a la bodega», recuerda. Licenciada en Químicas, estudió Enología en Madrid y, como ella relata, fue «funcionaria durante 10 años en la Estación Enológica». Sin embargo, en 1998, «por inquietud, por estar más en contacto con el mundo del vino», decidió abandonar la ‘tranquilidad del funcionariado’ y emprender otra vida, la del riesgo de la empresa. «El volumen fue creciendo poco a poco. El mundo del vino es muy interesante y sacrificado, te llevas muchos disgustos porque hay que cultivar la uva, elaborar y vender». En su bodega trabajan 14 personas y 8 son mujeres. Elabora cinco vinos José Pariente: Verdejo, Sauvignon Blanc, Fermentado en Barrica, Cuvée Especial y Apasiondo.
Verónica Ortega. Bodega Verónica Ortega ROC (DOP Bierzo) (Valtuille, León): «Me identifico con los vinos bercianos, sus varied y cultura vinícola»
Para la bodeguera y enóloga Verónica Ortega «está claro que algo de carácter se le imprime al vino». Nacida en Cádiz, elaboró su primera añada en El Bierzo en 2010, comarca a la que llegó de la mano de sus amigos Raúl Pérez yRicardo Palacios. Más que de su mano, atraída por lo que ellos y sus vinos transmitían de esa zona. «Me identifico con los vinos bercianos, sus variedades y cultura vitícola, la forma de entender el vino como algo unido a la vida familiar, a lo popular». Ha trabajado en el Priorat para Clos Erasmus y Álvaro Palacios, en Borgoña y en el Ródano.
En 2010 realizó la primera prueba en la comarca leonesa y dos años después se instaló allí. «Son cinco vendimias y un proyecto joven», comenta. De la cosecha de 2016 ha obtenido una producción de 40.000 botellas. Sus marcas comerciales son Roc y Quite. Son tintos de mencía de viñas viejas. Arrancan la fermentación de forma espontánea y mientras Roc hace la maloláctica en roble francés usado, Quite lo realiza en roble francés y ánfora de barro de 800 litros, Su objetivo, indica, «es elaborar vinos elegantes y finos», lo que en su opinión «no tiene que ver con el género» de quien los elabora.
Marta Baquerizo. Bodegas Belondrade (DOPRueda y VTCyL) (La Seca, Valladolid): «¿Vino para mujeres? No. No tenemos un paladar diferente al de los hombres»
Cuando llegué a Rueda en el 99 solo estaban «Mariví, Victoria y Teresa». Lo recuerda Marta Baquerizo quien, tras estudiar Biológicas en Madrid y Enología en Burdeos, se implicó en el proyecto de Didier Belondrade en Rueda. Marta había trabajado en la Ribera del Duero y en el Médoc francés –«puedo decir que he dormido en Petrus porque éramos dos chicas y nos alojaron allí», dice como chascarrillo–. Reivindicativa, reconoce que cuando escucha calificar un vino de ‘femenino’ no es lo más le guste. «Entiendo lo que quieren decir, pero no me gusta». Hay que tomar las cosas con naturalidad. Crecemos engañadas pensando que la igualdad existe y no es verdad. Tenemos que luchar por la igualdad de derechos porque fisiológicamente no somos iguales». Y más reacia es a la expresión: «¿vino para mujeres? No. No puedo con ello». «No me gusta, no tenemos un paladar diferente. Tenemos los mismos neurotransmisores en el gusto», sentencia. Sus tres vinos son Belondrade y Lurton, el primer verdejo fermentado en barrica que se elaboró en la comarca, Quinta Apolonia, también verdejo, y Quinta Clarisa, un tinto de tempranillo.
Begoña Jovellar. Bodegas Tempos Vega Sicilia (DOP Ribera del Duero, DOP Toro, DOC Rioja, Hungría): «En la cata hay diferencias entre sexos como también hay diferencias entre mujeres»
Tras impartir Biología en un instituto de Enseñanza Media (es licenciada en esa materia) se dejó arrastrar por la Enología tras asistir al primer máster de Viticultura y Enología que impartió la Uva, entre 1991 y 1993. «Entré en el mundo del vino y no salí», recuerda con satisfacción. Comenzó en la Estación Enológica de Rueda y en 1995 tuvo la oportunidad de presenciar la primera vendimia que Vega Sicilia realizó en Tokaj (Hungría) por mediación de Mariano García. Ya no salió del grupo. Begoña trabaja con el director técnico de Tempos Vega Sicilia, Gonzalo Iturriaga. Controla directamente los Valbuena, Único y Único Reserva Especial que se elaboran en la finca de Valbuena de Duero. «En Vega entra una media de 400.000 kilos de uva por vendimia», comenta; los Alión de la cercana bodega de Padilla y los Pintia toresanos. A pesar de su carácter amable es crítica con expresiones de mercadotecnia que aluden a que ciertos vinos estén orientados «al mercado femenino». «Que se haga esa diferencia no me gusta, no habría que planteárselo», señala. «A la hora de catar hay diferencias entre sexos, pero también hay diferencias entre mujeres y hombres entre sí».
Sophie Kuhn. Bodegas Hacienda Solano, Gallego Zapatero y De Blas Serrano (DOP Ribera del Duero) (Burgos): «Me gustaría que mis vinos fuesen fáciles de beber, que no es algo negativo»
Sophie Kuhn llego a la Ribera del Duero en 2003 para hacer una vendimia en Cillar de Silos. «Veía que aquí había posibilidades de hacer vinos serios», señala. En su mochila llevaba su formación en Borgoña y su trabajo en Cheval Blanc (San Emilión, Francia), en Toscana (Italia) y en Australia. Elabora los vinos de tres bodegas de carácter familiar de la Ribera del Duero burgalesa, con tres aspectos en común como son el trabajo de la tempranillo, viñas de poca producción y respeto al terruño. Son estas: Hacienda Solano y sus vinos Hacienda Solano, Hacienda Solano Viñas Viejas, y los Peña Lobera y Finca Cascorrales, ambos vinos de pago. Gallego Zapatero, donde embotella los Yotuel Roble y Selección, y los de pago La Nava, San Miguel y Valdepalacios. Por último, De Blas Serrano, donde firma el Phylos, De Blas Serrano y el vino de pago Mathis. «Mis vinos son frescos, me gustaría que fueran elegantes, típicos de la zona y que reflejasen las condiciones de la añada, ¡y que fuesen fáciles de beber, que no es algo negativo!». Uno de sus preferidos es un blanco de albillo, de De Blas Serrano, que envejece en barrica usada de 500 litros.