Asador Los Canteros
La estrella de Mingorría
Sonia y David, con el cabrito, el cochinillo y el lechazo, iconos de su asador abulense.-ARGI
Llevan nueve años y no han perdido frescura. Sonia es nieta de canteros –de ahí el nombre del asador- y David, un cocinero cargado de ilusión y oficio. Ambos descienden de la localidad abulense de Mingorría. Están al frente de una joven y estable plantilla de sala y cocina que, además, sabe sonreír y atender, claves en el valor gastronómico de un restaurante. Este asador brilla con fundamento y su estrella tiene tres puntas. La primera es el triángulo que forman el horno de leña, la parrilla y la cocina de carbón. Todo está de cara al público. La segunda es el triunvirato del asado: cabrito, lechazo y cochinillo. De hecho, es uno de los escasos asadores españoles que tiene las tres carnes. La tercera punta es que nunca faltan los tres productos abulenses por antonomasia, como son las carnes rojas de Ávila, los quesos de cabra del Tiétar y las legumbres de El Barco. Si a todo esto se suman más se seis referencias de tintos de garnachas de Cebreros y guiños al recetario tradicional abulense, estamos ante una auténtica estrella de la cocina de esta provincia, que brilla con fuerza en Castilla y León.
Lo que más impacta es la puesta en escena, frente al comensal, con ese agradable aroma de asador que inunda el comedor. David se curra mucho los postres, pero también las ensaladas y las croquetas, célebres por sus tres ingredientes: boletus, queso de cabra y jamón. De igual modo hace unas revolconas que un foie casero con aroma de vainilla y crujiente de jamón. Pata de pulpo cocido en puchero de leña, manitas, potajes y legumbres del entorno completan la comanda del asador. Aquí se puede comer un digno menú del día por diez euros –son conscientes de que están en el medio rural- y, a la carta, entre 30 y 35 euros de media.
El asador Los Canteros está situado a doce kilómetros de la ciudad de Ávila, en la N-403, en el límite con la comarca natural de La Moraña. El restaurante está un tiro de piedra del verraco de Mingorría, un importante vestigio de la cultura vetona, al que hay que ir paseando después de comer, con o sin niños.