restaurante EL HÁBITO (LA GRANJA, SEGOVIA)
Tranquilo, distinto y local
Camino de cumplir su primer decenio, este establecimiento ofrece una atractiva carta elaborada con productos de temporada y mercado local
No hacen asados ni ponche segoviano. Una vez que esto ha quedado claro, hay que hablar de unas espectaculares alcachofas confitadas y fritas; de croquetones de gongonzola, nueces y pasas, de otras primas croquetas gigantes de gambón y otras más de puerro con jamón, igualmente de tamaño XXL, y de unas patatas rellenas de rabo de toro, que son estandartes de la casa.
La carta de este acogedor restaurante, situado a escasos pasos de la plaza y Ayuntamiento del Real Sitio de San Ildefonso, camino del Pozo de las Nieves, es también ‘real’ como los sabores que ofrece.
Bautizaron el restaurante con el nombre de El Hábito, porque frente al establecimiento se alza la antigua iglesia que fue convento y destaca por las curiosas techumbres tipo mansardas. Las mismas que componen la imagen de las cartas para elegir menú.
Este nombre, El Hábito, que juega con sus muchas acepciones, ha hecho hábito entre sus clientes, principalmente granjeños y segovianos que saben de sus buenas maneras en cocina mediterránea y de temporada.
La oferta culinaria viaja por los sonidos y sabores castellanos como las mollejas salteadas con mojama de atún; los huevos estrellados y un taco de bacalao confitado con ajetes y trigueros. Pero incluye otros nombres más lejanos, con sabores a cuscús de pollo y verduras; éste último acaba de estrenar su reclamo entre los platos de invierno.
Abrieron en 2007 y desde entonces no cesan de innovar variaciones en la carta que antes de consolidarse se estudian y prueban minuciosamente.
Carmen Fernández Vellisca, la propietaria de este negocio familiar que tiene mucho de matriarcado en cocina, cuenta que un día de hace más de 20 años, llegó a La Granja de San Ildefonso con intención de pasar un verano. Ella y su marido, Valentín Quevedo, se enamoraron de los veranos de La Granja y decidieron vivirla todo el año.
Ahora Carmen se mueve con soltura en la cocina junto a Karima y Natalia. Las tres ordenan la cocina de un establecimiento con capacidad para 60 personas.
El local tiene una barra hermosa rodeada de mesas bien iluminadas y componen una estancia acogedora que muchos clientes prefieren para comer improvisadamente o picar algunas de las sugerencias.
Dentro, un comedor con aire clásico y vistas al Mar de los Jardines del Palacio, sirve con tranquilidad las comidas que llenan El Hábito los fines de semana.
«No se sirven dos turnos; no echamos de comer; aquí se viene, a ser posible, a disfrutar de la compañía y la tertulia comiendo tranquilamente», subraya su propietaria.
De ahí que no figuren en los restaurantes.com, ni efectúen reservas por Internet. Han huido intencionadamente de los buscadores de ofertas y descuentos sabiendo que su relación calidad–precio es ajustada. Conviene reservar y asegurarse ése tiempo de mesa y mantel esmerados.