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SARA BAYÓN MIS FAVORITOS: La Traserilla (PALENCIA)

Plata olímpica y sabor palentino

APUESTA SEGURA. Sara Bayón espera el servicio del vino para degustar una de sus ensaladas preferidas.-BRÁGIMO

Publicado por
Almudena Álvarez

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Llega a Palencia con una plata que supo a oro, la que se llevaron sus chicas de gimnasia rítmica de los Juegos Olímpicos de Río y colocó a España en lo más alto del pódium. Hasta donde le llega el recuerdo es embajadora de Palencia allá por donde va y dice que, al menos una vez al mes, –vive en Madrid desde los 15 años–, necesita «recargar pilas» a orillas del Carrión. No siempre es fácil, porque trabaja de lunes a sábado y las competiciones siempre son en fin de semana, así que se ha convertido en campeona en «estirar el fin de semana al máximo» para que le dé tiempo a compartirlo con familia y amigos.

Dice que el primer sitio que pisa en todas sus visitas a Palencia es El Barsket, donde aprovecha para ponerse al día con sus padres mientras disfrutan de un buen ribera y unas tapas. Conversación que continúan justo al lado, en El Gallego. «Su pincho de tortilla para mi es sagrado», asegura. Tan sagrado que nada más verla entrar por la puerta, Andrés ya tiene el plato preparado. O el huevo de El Perico, eso también es sagrado. El caso es que en esos días la conversación se alarga tanto que «casi nunca llegamos a comer a casa y eso me encanta porque en Madrid no es tan fácil comer de tapas, la mayoría gratis, y con los sitios tan seguidos».

Si la reunión familiar es más seria se saltan el picoteo y directamente se sientan en la mesa de La Traserilla, donde nunca renuncia a las ensaladas «que siempre tienen un toque diferente», sobre todo la ensalada de queso con anchoas –su preferida–, a las chuletillas de lechazo, que para eso estamos en Castilla, o a cualquiera de los pescados que, en esta casa siempre preparan de una forma «muy original». A veces, hasta hay sitio para algún postre. Eso ahora que «ya estoy retirada de la gimnasia», bromea mientras saborea una tarta de queso y recuerda que antes, aunque podía comer de todo, tenía que controlarse un poquillo.

Dice que desde que ella empezó en esto de la rítmica, las cosas han cambiado mucho. «Antes éramos muy jóvenes, vivíamos recluidas y tuteladas porque todas éramos menores. Ahora las gimnastas son más mayores, viven en residencias, se relacionan con deportistas de otras disciplinas y tienen su vida».

Ella empezó a entrenar cuando solo tenía 7 años y a los 15 ya se fue al Centro de Alto Rendimiento de Madrid para cumplir su sueño de formar parte del equipo nacional, justo cuando las españolas acababan de quedar campeonas olímpicas en Atlanta 96. La seleccionaron en la modalidad de conjunto y acabó entrando en el grupo «selecto» de las seis gimnastas que luego participarían, durante tres años, en mundiales y campeonatos de Europa, hasta lograr el título de campeonas del mundo.

La llegada de una nueva entrenadora que prescindió de ella, la dejó con la espinita de participar en la Olimpiada de Sidney como deportista. Espinita que se ha sacado 16 años después como entrenadora de la selección nacional que compitió en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro, donde sus chicas se llevaron la medalla de plata. Antes lo intentaron en Pekín y en Londres, pero se quedaron a la puerta del bronce y volverán a intentarlo no tardando, en Tokyo.

Dice también que la disciplina deportiva la ha enseñado desde muy pequeña a organizarse y a aprovechar el tiempo al máximo. Eso y la exigencia de un deporte en el que «no te puedes permitir el más mínimo error» en el que hay que «trabajar día a día y marcarse objetivos muy a largo plazo», han modelado el carácter de esta palentina, la única deportista española que ha sido campeona del mundo como deportista y como entrenadora en gimnasia rítmica, algo que solo han conseguido otras dos mujeres en el mundo.

Quizá por eso no se cansa nunca de aclarar que es de Palencia «con P» y siempre que puede se trae a los amigos de Madrid, para enseñarles a poner su casa en el mapa y mostrarles los encantos de Palencia de día y de noche.

Es entonces, por la noche, cuando aprovecha para salir con la pandilla, todas amigas de su época palentina como gimnasta, para disfrutar de «buenos riberas» en rutas alternativas que pasan por El Gato Negro, La Barra de Villoldo, La Mejillonera o La Galería. Y terminan con una copa en Y un cuerno y otra en El Sabana, para ir a ver a Pili, a Pilar Rodrigo, que fue compañera del equipo nacional.

Confiesa que la provincia de Palencia está entre sus asignaturas pendientes porque nunca tiene «tiempo material» para recorrerla. La última salida aprovechó para comer lechazo asado con los amigos en el Mesón de los Templarios en Villalcázar de Sirga. Pero generalmente sus viajes de fin de semana los marca el calendario deportivo, que no le deja demasiado espacio para el turismo. Recuerda con especial cariño la Copa del Mundo que se celebró este año en Guadalajara y que fue «una auténtica locura». No solo porque se hicieron con el oro, sino porque «en España hay muchísima afición a la gimnasia rítmica y no había un solo hueco en el pabellón». De hecho «todas las gimnastas extranjeras quieren venir a España. Dicen que es su país preferido para competir porque sienten el calor de la afición», asegura.

Además allí grabaron parte de las imágenes del reportaje que se está preparando para el anuncio de Freixenet 2016, en las que las burbujas de la rítmica vuelven a ser protagonistas. Así que en esas está ahora Sara Bayón, preparando la coreografía con la que se brindará estas Navidades mientras sigue entrenando al conjunto de Río y a gimnastas nuevas para que el nivel de España en la rítmica no baje. A largo plazo con las ilusiones puestas en un nuevo podio. Y a más corto, pensando en el próximo brindis de burbujas con toda su gente.

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