‘La misión' de los Sanz

De los hermanos Sanz puede decirse que ‘han mamado’ el vino. No es de extrañar, por eso, que cuando empiezan a pergeñar una idea la enlacen con otras que, de forma no tan secundaria, van surgiendo a la par. Los tres hijos de Antonio Sanz (creador de Bodegas de Crianza Castilla la Vieja, de Rueda Palacio de Bornos), Marco, Richard y Sandra levantaron vuelo independiente en 2005 con el proyecto Menade, en Rueda. Una iniciativa para elaborar vinos blancos ecológicos con la que, 11 años después, han conseguido exportar el 60% de la producción a 25 países.

Ahora, a la gama de los cinco vinos ecológicos que ya tienen posicionados en el mercado –los tres Menade verdejo (DOPRueda), sauvignon, sauvignon dulce, y Nosso verdejo sin sulfitos (los tres VTCyL)–. suman uno más: La Misión (VTCyL) de la cosecha 2014. Un vino elaborado con uvas ‘verdejas’ procedentes de viñas viejas con el que introducen la idea de ‘vinos de finca’. «Fincas clasificadas por el tipo de suelo y el de La Misión es franco arcilloso y arenoso», señalan.

El nuevo vino procede de ocho hectáreas de viña prefiloxérica, de 1890, cultivada en vaso, en el término de Pollos, a 748 metros de altitud, con una producción de 2.000 kilos por hectárea. Tras la fermentación en depósitos de acero inoxidable con levaduras propias permaneció 10 meses con sus lías en tres recipientes: una parte en botas de 500 litros de roble francés, otra en tinajas de barro fabricadas con un porcentaje de arcilla de las fincas de la bodega y una tercera parte en tinas de madera de 5.000 y 10.000 litros. Se embotelló en junio de 2016.

Para este proyecto cuentan con las instalaciones de La Seca, la bodega Sécala, donde la familia Sanz comenzó a elaborar vino en el siglo XIX, antes de trasladarse a Medina del Campo y Rueda. Dispone de una cava subterránea de 1820 y un kilómetro de galerías que mantienen una temperatura constante de entre 10 y 12 grados y un 88% de humedad. Esta bodega es la destinada a albergar la crianza de los vinos en madera, barro y botella hasta su comercialización.

Es una vuelta al origen ‘espacial’ como lo fue la apuesta decidida por lo natural, lo ecológico hasta el punto de no añadir sulfitos conservantes a uno de sus vinos, Nosso. Aplican métodos naturales para el trabajo en el campo al más puro estilo preventivo y de ‘manipulación’ de los animales: utilizan árboles, aún pequeños, que transportan en remolques para ahuyentar a los insectos en función de la necesidad de la viña en un momento determinado, el abonado es natural y se previenen problemas de las plantas con otros vegetales.

Así se trabaja en las 180 hectáreas de viñedo ecológico que poseen. Son propietarios de 60 y el resto está gestionado por ellos. La gran parte es verdejo, solo 20 hectáreas son sauvignon blanc y 10, viura. Esta campaña han recogio 1,5 millones de kilos de uva. Etiquetarán con sus marcas 834.000 botellas.

Además, Menade presenta un cambio de imagen: renueva etiquetas y abandona el color verde. Diseñadas por Carlos Mena, en papel algodón biodegradable, introducen el dibujo de animales de la comarca: un caracol para Nosso (que lleva cápsula de cera), una liebre para Menade verdejo, el galgo para Menade sauvignon y un erizo para el dulce. La Misión luce una geometría lineal de sarmientos y racimos.