ILDEFONSO GREGORIO HIDALGO (VTCYL)
Por afición y convicción
El enólogo elabora entre 5.000 y 10.000 litros de tinto y rosado con uvas de tempranillo vendimiadas en Cigales, en unas pequeñas instalaciones ubicadas en la localidad de La Mudarra (Valladolid). Comercializa los vinos con la marca Candasera
Tempranillo y de Cigales. Esa es la uva con la que Ildefonso Gregorio Hidalgo elabora sus vinos, un tinto y un rosado, en la bodega familiar que posee en la localidad vallisoletana de La Mudarra.
Ildefonso, que vivió durante años la experiencia de elaborar más de un millón de litros de vino en la Cooperativa Comarcal del Cea, de Mayorga de Campos, desde 2003 produce a nivel artesanal y familiar ente 5.000 y 10.000 litros de rosado y tinto que embotella con la marca Candasera.
«Empecé a elaborar el vino familiar en 2003, cuando comencé a compaginar el trabajo en la cooperativa y en la explotación agrícola familiar de La Mudarra», relata el enólogo y señala que mantuvo esa situación hasta los años 2008–2009, cuando decidió apostar por el trabajo en la finca.
«Entonces alquilaba los depósitos en Mayorga y traía el vino elaborado aquí hasta que en 2010 realicé la primera fermentación en la bodega de La Mudarra», indica.
Las instalaciones ocupan una superficie de 80 metros cuadrados donde se alojan dos depósitos de acero inoxidable de 2.500 litros, otros tres de 1.000 y una veintena de barricas de roble americano (80%) y francés. «Cada año se meten cuatro o cinco nuevas», añade.
La base de la elaboración es la uva de la variedad tempranillo que compra desde hace años a un viticultor de Cigales, Francisco Pescador.
Descarta plantar viña en el páramo, sería el solo, señala y «la tinta, por su precio en Cigales y Toro, no merecería la pena plantarla y esperar seis, siete años para tener uva buena», afirma.
Siempre utiliza la uva del mismo pago de Cigales. «Una hectárea de viñedo de 25 años, cultivado en suelo de cascajo y conducido en espaldera». «La vendimia se realiza en cajas de 20 kilos y este año viene muy bien de calidad y sanidad», mantiene.
El mismo se encarga de contratar una cuadrilla y recoger la uva que transporta a la bodega, donde tiene lugar el despalillado, estrujado y encubado.
Elabora dos vinos, un rosado y un tinto con un año de barrica. «Para el rosado utilizo el mosto yema y descubo el depósito a las 12–13 horas. Lo que queda se descarga sobre los tintos, una doble pasta, y se deja fermentar, con siembra de levadura y control de temperatura». Tras la fermentación maloláctica el tinto permanece en roble durante un año.
Con anterioridad, las barricas se han empleado para fermentar un rosado que no elabora todos los años y apunta: «las ventas son complicadas por el precio, 4,50 euros la botella y, por otra parte, cuesta entrar en el mercado porque la gente dice que ‘como aquí no hay viñedo...’».
«Doy batonage cada dos días hasta Navidad y lo saco a depósito, donde está dos meses, y se comercializa en marzo», afirma.
El año pasado embotelló 4.000 litros de los que 1.500 fueron rosado sin fermentar en barrica y el resto tino. Esta cosecha prevé una producción de 2.000 litros de rosado y 4.000 de tinto.
Para Ildefonso el futuro pasa por seguir elaborando lo que «de tiempo» y no se plantea ampliar ni la producción ni la bodega.