Diario de Valladolid

MIS FAVORITOS: BODEGA CHIMENO (ZAMORA)

En busca de lo auténtico

un sitio puro. Carlos Piñel (d) comparte una caña con Juan Antonio Chimeno, propietario de la Bodega Chimeno (Zamora).-M. DENEIVA

un sitio puro. Carlos Piñel (d) comparte una caña con Juan Antonio Chimeno, propietario de la Bodega Chimeno (Zamora).-M. DENEIVA

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Jose Luis Cabrero

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Una tapa de queso de oveja zamorano y anchoas en aceite, con un vino tinto de la denominación de origen Toro, Dominio del Bendito para más señas, ponen fin a una conversación de más de dos horas en la que Carlos Piñel (Salamanca, 1951) ha ido desgranando sus gustos culinarios, muchos de ellos asociados a su infancia y a los viajes realizados por todo el mundo, y también su trayectoria vital y profesional, reflejadas en miles de papeles y documentos que en estos próximos meses tratará de ordenar, haciendo uso de la jubilación recién estrenada.

Entra dentro de lo natural que haya elegido la Bodega Chimeno. Se trata de un local ubicado en la parte alta de la plaza de Santa Eulalia, un espacio recoleto donde hay pisos que todavía tienen flores en los balcones, muy cerca de la Plaza Mayor de Zamora. Permanece abierto desde el año 1965, como recuerda un cartel bien visible en el establecimiento y corrobora Juan Antonio Chimeno, actualmente al frente del negocio.

«Es un sitio puro, que permanece como siempre, y no por nostalgia, es un lugar en el que nada se ha forzado, no es una escenografía imitando lo antiguo, es algo de verdad», dice Carlos Piñel mientras mira goloso las conservas de sardinillas en aceite que se exhiben bajo la campana de cristal junto a agujas, inmensos trozos de bonito, y lujosos chicharros nadando en escabeche. Porque la Bodega Chimeno tiene en las ensaladas, las conservas y los embutidos su punto fuerte, junto a una cuidada bodega con amplia presencia de vinos de la tierra.

Carlos Piñel, entre otras cosas, director del Museo Etnográfico de Castilla y León desde su fundación en el año 2002 hasta el pasado mes de mayo, es hijo del maestro de Cabrillas, un pequeño pueblo salmantino en el que empezó a fraguarse su pasión por conocer cómo vivían las gentes de otros pueblos y otros momentos, qué cocinaban, cómo celebraban las cosas buenas que les pasaban, de qué manera paliaban sus miedos, qué ingenios usaban para manejarse en el día a día, en el trabajo y en la casa.

«En mi casa viví un ambiente muy distinto al que había en las casas de mis amigos, hijos de pastores y de agricultores, y en las que había cosas que yo no veía en la mía, bordados, muebles populares, piezas de hierro forjado, herramientas», dice para explicar por qué con doce años, cuando tuvo que desplazarse a Salamanca para estudiar el bachilerato llevaba en una caja un docena de piezas de pequeño tamaño que le habían ido regalando al decir que le gustaban y que hoy están en el Museo Etnográfico. «Algunas cucharas pastoriles o un eslabón de hierro forjado que se usaba para encender», recuerda.

De ese contacto inicial con el pueblo conserva el gusto por los productos de la huerta y los embutidos, «los cocidos y los potajes» que bordaba su madre en los fogones de Cabrillas, un apego que su mujer sigue alimentando en casa y que busca también en algunos locales de Zamora como Bier o La Oronja. De la afición del padre a la caza, los recuerdos de las perdices y las liebres guisadas.

Fue un niño muy peculiar, hasta el punto de pedir como regalo de reyes un libro de arte precolombino, una anécdota que refleja su temprano interés por la arqueología y la prehistoria y que le permitió, incluso, dar a sus compañeros las prácticas de arqueología con las piezas que ya tenía en su colección particular. Aun así, empezó a estudiar Derecho y llegó hasta cuarto, ahí se le cruzó definitivamente «el amor al arte» que ya no le ha abandonado nunca, y que cultiva desde diferentes vertientes.

La etnografía ha sido su vida desde principios de los años 80, cuando, tras pasar durante breves periodos de tiempo por la Escuela de Bellas Artes de San Eloy y los museos de Salamanca, Ciudad Rodrigo y Zamora, recibió el encargo de la antigua Caja de Ahorros Provincial de Zamora de poner en marcha una colección de cerámica de la provincia, que luego se extendió a otros enseres y más tarde a otras provincias hasta abarcar Castilla y León, más de 10.000 piezas que fueron el germen del Museo Etnográfico de la Comunidad.

Pero Carlos Piñel es también un hombre de arte porque el dibujo, la pintura y la escultura están en su esencia. «Mi padre dibujaba muy bien», dice, y él realizó en Valladolid, con apenas 18 años, su primera exposición. «Con esa edad me iba a Francia y a Italia a ver exposiciones» y a otros muchos lugares, Grecia, Siria «un país que era apasionante».

De ese continuo viajar surgió también el gusto por «disfrutar de otras comidas, lo que veías que se tomaba en cada lugar», aunque siempre hay una vuelta a esa cocina mediterránea que sigue practicando y que busca en las tapas elaboradas de La Flaca o Viriato.

La pintura le ha dado grandes alegrías y se las sigue dando. «La cocina es muy parecida a la pintura», sentencia, y así la concibe cuando se sitúa frente a los fuegos.

Francia es, desde hace 40 años, una constante en su vida y, ahí, junto a la Costa Azul, practica Carlos Piñel la ciencia de los pescados a la brasa y el buen hacer con los arroces caldosos, mientras se dedica a los nietos y los pinceles.

«Mi gusto por la cocina está muchas veces asociada a los recuerdos y a las vivencias», apunta. Por eso, vuelve a la escalivada cuando está en Barcelona, se vuelca en el bacalao en Portugal o mima la miel de las colmenas que cuida en la sierra de la Demanda.

Felizmente jubilado, pero no apartado del arte y la etnografía. Recién llegado de Barcelona, ha recalado una semana en Zamora y se va de nuevo a un congreso sobre joyería, mientras sigue pintando sobre el libro Conjuros de Claudio Rodríguez y disfrutando de sus seis nietos.

SUS FAVORITOS

Bodega Chimeno. Plaza Santa Eulalia, 4. 49002 Zamora. T. 980 530 925

Restaurante Bier. C/ Benavente, 7. 49014 Zamora. T. 980 517 178

Restaurante La Oronja. C/ Santa Clara, 1. 49003 Zamora. T. 980 532 338

Taberna La Flaca. C/ Cervantes, 7. 49013 Zamora. T. 980 515 642

Café Viriato. C/ Viriato, 6. 49002 Zamora. T. 980 530 936

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