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Torres más altas que no han caído

Torre de la iglesia de San Boal, en Pozaldez. A la derecha, detalle de San Pedro, de Villagarcía de Campos.-M.T.

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M.T.
Valladolid

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Uno de los atractivos de la provincia vallisoletana es el legado histórico artístico que dejaron los encargos civiles y religiosos a lo largo de los siglos. Las torres de sus templos, por ejemplo, se yerguen como obeliscos, como hitos que señalan un punto en la llanura. Vamos pues a recorrer la provincia para admirar algunos de estos miradores, soporte de sonidos de bronce que, a ritmo de tañido, inundan las campiñas.

Es preciso señalar que la elección se ha efectuado siguiendo criterios puramente estéticos, sin tener en cuenta estilo arquitectónico ni materiales constructivos. No se pretende realizar un estudio de estas piezas arquitectónicas, sino contemplar la obra en sí misma y en cuanto a su presencia en el medio.

Comencemos pues la ruta por la tierra de Alaejos. Las torres de San Pedro y Santa María se alzan en la llanura rivalizando en esbeltez y belleza. Ambos templos iniciaron su construcción en el siglo XVI. Ambos, en ladrillo y argamasa de cal y yeso. Su interior también fue ricamente amueblado: mientras la primera cuenta con varios retablos, un coro con facistol de nogal y órgano barrocos; la segunda (hoy Museo de Arte Sacro) debe su retablo mayor a Esteban Jordán (siglo XVI). Para curiosos: la torre de Santa María mide 64 metros.

La tercera torre es la de Santa María Magdalena, en Matapozuelos. (Y 62 metros de altura). Presenta planta cuadrada y sobre zócalo de piedra se alzan tres cuerpos en ladrillo y remate en el que se combina este material con piedra. Francisco de las Heras se encargó de la construcción del primer cuerpo y del remate Matías Machuca.

Al sur del Duero también hay que destacar la torre de San Boal, en Pozaldez, en el corazón de la DO Rueda. El templo comenzó a construirse en el siglo XIII, en estilo románico mudéjar, y continuó su edificación en siglos posteriores como su torre, un elemento barroco del siglo XVIII. Consta de cinco cuerpos en altura y esta erigida en fábrica de ladrillo.

Siguiendo ruta hacia el norte es preciso parar en Ciguñuela, donde espera la torre de San Ginés. La iglesia, del siglo XVI, fue reformada en los siglos XVIIy XIX. Su torre campanario es de cuatro cuerpos, está fechada a finales del XVI y, como el resto del edificio, levantada en sillares de piedra caliza.

Tras la transición que marca las cuestas de los Torozos se llega a Tierra de Campos y, en esta comarca, entre los numerosos y notables testimonios arquitectónicos que conserva merece la pena señalar, en Medina de Rioseco, la torre de Santa María; en Villalón, San Pedro; San Pedro también en Villagarcía y la de San Pelayo en Villavicencio.

La de Santa María de Mediavilla de Medina de Rioseco, no es la más alta pero sí de las más bellas. La iglesia, de un gótico del XV, guarda en su interior varias de la piezas más interesantes de la escultura del XVI como son el retablo, obra de Gaspar Becerra, Juan de Juni y Esteban Jordán y la Capilla de los Benavente, de Juan y Jerónimo Corral de Villalpando. La torre barroca es obra de Pedro de Sierra.

Hacia el norte, la torre de San Pedro rompe el perfil de Villalón de Campos. La torre de ladrillo mudéjar presenta cinco cuerpos en altura, los tres últimos calados con vanos de dos y tres arcos para alojar las campanas, resultado un conjunto ligero y esbelto.

También bajo la advocación de San Pedro se construyó la parroquial de Villagarcía de Campos. Su torre de planta rectangular, de ladrillo y en un mudéjar del siglo XV, se levanta sobre tres cuerpos de diferente altura. Los dos últimos con vanos en medio punto, y el que remata el conjunto con hileras de seis y dos ventanas en cada uno de los lados.

La torre de la desaparecida iglesia de San Pelayo, en Villavicencio de los Caballeros. Con 28 metros de altura recibe el apodo de ‘faro de Campos’. Se construyó en un estilo gótico mudéjar de los siglos XIV y XV. Presenta cinco cuerpos de ladrillo sobre basamento de piedra, que se van retranqueado en altura. Los tres superiores están calados con series de tres, cuatro y cinco vanos que dan gran ligereza a la construcción. Seguro que cada lector tiene en mente una torre. Esa es la décima de esta lista.