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ENTRE COPAS

Homenaje al escultor de vinos únicos

Publicado por
FERNANDO LÁZARO
Valladolid

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Si hay una figura esencial en la historia del vino en Castilla y León –y en España– es la de Mariano García. Enólogo –escultor de vinos, más bien–, nació y se crió en la finca Vega Sicilia, donde su padre era encargado de campo y donde muy joven, con sólo 24 años, firmó su primera cosecha. No le fue mal: aquel 68 del siglo pasado con el que se estrenó es todavía uno de los vinos icónicos de esta emblemática bodega, aunque él muestra predilección por los Únicos del 70.

En 1978 –una añada especialmente complicada– nació de manera modesta su proyecto más personal: bodegas Mauro, una pequeña partida de 3.000 botellas bautizadas con el nombre de su padre, un homenaje a su progenitor que además permitió salvar una vieja viña condenada al arranque. Poco a poco, Mauro se convirtió en una enseña de calidad, un estandarte que nació como vino de mesa –Tudela de Duero, donde todavía se asienta la bodega, está en el Duero aunque fuera de los límites oficiales la DO Ribera– y donde ya se perciben puntales hoy en boga en las elaboraciones pero entonces rara avis: un uso sabio de la madera, vinos con un marcado carácter frutal, capacidad de envejecimiento y que transmiten la esencia del terruño. El mito no tardó en crecer y Mauro se convirtió pronto en el vino de moda. Y todavía sigue.

Después llegó el salto a Toro, tierra denostada durante años pero donde intuyó que controlando el momento de la maduración se podía dar vida a vinos con capacidad de envejecimiento, lo que abrió la puerta a que esta denominación se convirtiera en el nuevo ‘El Dorado’ del vino en España con la llegada de importantes grupos bodegueros. Y, entre otros proyectos, ahora está a punto de nacer –junto con sus hijos Alberto y Eduardo– Garmón, que verá la luz a finales de año con la 2014 como añada de estreno con uva de La Aguilera, Moradillo y Baños de Valdearados. Otro vino llamado a la gloria.

Y es que todo lo que toca este genio del vino se convierte en oro, enológicamente hablando. Y para reconocer su trabajo y trayectoria, el genial creador de vinos recibió esta semana su enésimo reconocimiento, que esta vez –una más– le convierte en profeta en su tierra:la Fundación Universidad Europea Miguel de Cervantes de Valladolid le hizo un emotivo reconocimiento con el premio ‘Por toda una vida dedicada al mundo del vino’.

Una nueva medalla para un artista al que el éxito y la fama no ha mutado su carácter cercano y afable, para un gastrónomo impenitente que recorre cada año miles de kilómetros buscando nuevos sabores y vinos, amante de los placeres sencillos, de la buena conversación y de los vinos «con ciertas imperfecciones, que no es lo mismo que vinos imperfectos. La perfección supone una pérdida de personalidad». Genio y figura.