Diario de Valladolid

DE VINOS

La irresistible Galia

El viticultor Jérôme Bougnaud busca la esencia del valle del Duero a través de viejos viñedos de pie franco cuya uva transforma en vinos con equilibrio, elegancia y mineralidad y donde la fruta se impone

El viticultor y enólogo Jérôme Bougnaud junto a una de las tinas para elaborar Galia.-I. M.

El viticultor y enólogo Jérôme Bougnaud junto a una de las tinas para elaborar Galia.-I. M.

Publicado por
F. LÁZARO
Valladolid

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Su leve acento le ancla con sus raíces francesas, aunque ya es castellano de pura cepa. Y sus ancestros le unen vitalmente con la viticultura, a la que se ha dedicado su familia desde hace varias generaciones en la región de Cognac. Jérôme Bougnaud recaló en el Duero casi por casualidad, para hacerse cargo una pequeña temporada del viñedo de Hacienda Monasterio, lo que compaginaba como vigneron de las viñas de Pingus –donde sigue–, hasta que en 1999 comienza a gestarse Quinta Sardonia y Peter Sisseck se hace cargo del proyecto e implica a Bougnaud, quien lo desarrolla plenamente.

Y su alma de vigneron se impone, dando vida desde cero a un proyecto singular en el que todo se desarrolla desde el campo, desde el viñedo que comenzaron a plantar ese mismo año.

Y con la máxima de que el vino empieza en la viña, en 2009 comenzó su proyecto más personal:Galia, impulsado junto a DanielGarcía Pita, de El Regajal. El ‘culpable’ fue un viñedo situado en la pequeña localidad soriana de Piquera de San Esteban, lindando con San Esteban de Gormaz pero fuera de la Ribera del Duero. Un pequeño vidueño hincado en pie franco, a 970 metros de altitud, con un suelo de grava y un paraje alrededor de gran belleza natural y del que se enamoró a primera vista y que trabaja en biodinámica y labra con caballos... Puro mimo.

Tras una primera vinificación, en 2009 esta viña pasó a formar parte del coupage de parcelas de Galia, pero su personalidad es tan arrolladora que desde la añada 2013 forma parte de un pequeño proyecto que embotella como vinos de parcela.

Después del viñedo de Piquera encontró otro, también de pie franco, en Trigueros del Valle, al que ha sumado otro majuelo increíble en Fuentel césped –también de pie franco– que se iba a arrancar porque tenía mucha uva blanca, hasta un 18% de albillo que vinifica con las castas tintas, otro más en Quintanilla de Onésimo (que suma al tempranillo garnacha y algo de cabernet y merlot), más otro en la localidad segoviana de Cuevas de Provanco, en la cabecera del valle del Botijas... En total, 10 hectáreas repartidas en 53 viñedos que estaban condenados irremediablemente al abandono por su baja productividad y su difícil laboreo pero que bien trabajados muestran la esencia de parajes únicos.

Un puzle de terruños y viñedos con el Duero como eje en suelos sorianos, burgaleses, segovianos y vallisoletanos que, sorprendentemente, maduran casi al mismo tiempo –la vendimia se realiza en unos cinco días y la uva llega a la bodega en un pequeño camión frigorífico– y se complementan a la perfección.

El equilibrio llega desde el viñedo y con el trabajo de este vigneron se logra una visión inédita y global del valle delDuero, con un vino puro y sincero que llega desde el respeto más absoluto a la esencia del viñedo. La pasada añada, Bougnaud ha estrenado una pequeña bodega en Villanueva de Duero, que le ha permitido incrementar la producción hasta 15.000 botellas (el proyecto no pasará de 20.000) y donde vinifica eliminando todo lo superfluo de la enología moderna y trabaja con extracciones suaves, fermenta con levaduras autóctonas –con pie de cuba– y elabora en pequeñas cubas abiertas (tenía ¡42! en la última vendimia) sin control de temperatura (salvo las uvas de Cuevas, que fermenta en dos pequeños depósitos de hormigón porque necesitan más calor) a las que realiza un ligero pigeage diario. Cuando finaliza la fermentación, el vino pasa a las barricas, donde le somete a crianzas largas de entorno a 20 meses.

El resultado es la expresión pura de un vino sincero que respeta la esencia de una fruta verdadera y de sus terruños y que, a pesar de los 20 meses de crianza, se presenta como si apenas hubiesen pasado unas semanas, con un punto de complejidad de evolución pero con toda la esencia frutal.

Galia ha ido creciendo en pureza frutal y la añada 2014, la próxima en salir al mercado (10.000 botellas de un coupage de tempranillo, garnacha y albillo), se presenta impresionante, mineral, equilibrado y muy elegante. La quinta esencia de unDuero de altura. ¡Chapeau!

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