TURISMO
Iconos del Mudéjar
El legado cristiano musulmán en Castilla y León invita a visitar algunos de sus monumentos más destacados, reflejados en el estilo mudéjar de los castillos de Coca y La Mota o las iglesias de San Tirso de Sahagún y San Martín de Arévalo. El arte de los ‘mauri’, el único que presume de ‘indicación geográfica’ hispana
En un momento en que las fronteras actúan de muros de contención, en un tiempo en que con demasiada frecuencia se observa con desconfianza al ‘velado’, es preciso recordar que una de las páginas más destacas del arte hispano se escribió o mejor, la escribieron, los musulmanes que tenían en este suelo su ‘patria’. Porque de la interpretación que ellos hicieron de las corrientes extranjeras, románicas y góticas que llegaban de más allá de los Pirineos, nació el Mudéjar, el único estilo con ‘indicación geográfica’ hispana.
En Castilla y León todavía se conservan, con mayores o menores transformaciones posteriores, edificios singulares mudéjares levantados entre los siglos XII y XVI. La mayoría se localizan en las provincias de Ávila, Segovia y Valladolid, y cercanos al Camino de Santiago, en la comarca terracampina.
Muday-yan (sometido) o mauri , era el musulmán que vivían en los reinos cristianos de la Hispania medieval desde el siglo XI. Los mudéjares pagaban impuestos y mantenían religión y organización propia. En el territorio de la actual Castilla y León había una veintena de núcleos moriscos. En el siglo XV los más importantes se encontraban en Ávila, Arévalo y Valladolid.
A éstas les seguirían en importancia las comunidades establecidas en Palencia, Burgos, El Barco de Ávila, Medina del Campo y Piedrahíta. Asimismo, las de Aranda de Duero, Segovia, Carrión de los Condes, Sahagún y Peñafiel.
Básicamente, el estilo mudéjar se caracteriza por el empleo de ladrillo, mampostería, madera y yeso en la construcción, y la utilización de programas decorativos musulmanes en los que emplean estos materiales ‘pobres’.
En este sentido hay que recordar la importancia que en la arquitectura y la decoración dan a la luz, el juego de luces y sombras en constante movimiento, un fluir continuo reflejo de la vida. Como los mudayyan deben construir siguiendo trazas cristianas (románico y gótico, sobre todo), este sentido filosófico lo trasladan a la decoración de yeserías y ladrillo. Asimismo, es frecuente encontrar series de siete arcos, en referencia al simbolismo de este número en el Cristianismo y en el Islam.
Son numerosos los testimonios mudéjares que se conservan tanto en la arquitectura de ladrillo como en las artes decorativas. Por este motivo, vamos solo a indicar algunos ejemplos icónicos de estos edificios que abren la puerta a un recorrido más detenido por el ámbito geográfico en el que se localizan.
Castillo de Coca. Es obra del abulense Ali Caro. Su construcción se acometió entre los años 1485 y 1520. Fue un encargo de Alonso de Fonseca, sobrino homónimo del arzobispo de Sevilla que pidió permiso para su edificación al rey Juan IIde Castilla (padre de Isabel I). Tiene planta cuadrada, un patio central y cuatro torres: la del homenaje, cuadrada, una poligonal y dos albarranas. Después fue propiedad de la Casa de Alba hasta 1954, año en que lo ceden al Ministerio de Agricultura para instalar la Escuela de Capacitación Forestal.
Castillo de la Mota. Los 38 metros de altura de la torre del homenaje indican la importancia de la fortaleza medinense y, sobre todo, de quien la mandó levantar. Su origen está en la muralla del asentamiento de repoblación que ocupó la mota donde se encuentra y da nombre a la fortaleza de Medina del Campo.
Comenzó a levantarse en el siglo XIV, en el XV el rey Enrique IV ordena construir la torre del homenaje y los Reyes Católicos la barrera defensiva.
Tiene planta trapezoidal y dos recintos: el más exterior, de menor altura, dispone de cubos en ángulos y en el centro de los muros y un talud inclinado hacia el foso. El segundo, de mayor altura, también tiene los ángulos protegidos con torreones. La torre del homenaje, de planta cuadrada, está rematada con matacanes. La visita es guiada y se realiza con cita previa a través del Centro de Recepción de Visitantes.
Alcázar, Segovia. Palacio Real, cárcel y academia militar. Larga es la vida del alcázar: desde la etapa romana que yace bajo sus muros hasta el Museo y Archivo General Militar actual. Su planta se adapta al cerro donde se encuentra, ente los ríos Clamores y Eresma. La mano mudéjar se deja sentir en el siglo XIII, cuando el alcázar se reforma para transformarse en palacio (en 1258 se derrumbó una parte del castillo). En el XIV se decoran los salones más importantes en estilo mudéjar. Juce de Sahagún es autor de las yeserías y Xadel Alcalde del artesonado dorado que cubre el Salón del Solio (1456). También destacan las salas de los Reyes, de las Piñas y de la Galera, nombres que aluden a la decoración y forma de sus artesonados.
LA PEREGRINA, Sahagún. La capilla de la Peregrina (por la Virgen que así vestía) se levantó a mediados del XV, en estilo gótico mudéjar, en el convento de los franciscanos. Es la capilla funeraria de Diego López de Sandoval y en ella destacan, además de la decoración de arcos ciegos en el exterior, unas interesantes yeserías policromadas que cubren parte de los muros interiores.
No hay que dejar Sahagún sin visitar San Tirso, una joya del románico mudéjar del XII que, según los historiadores, es modelo del vecino templo de San Lorenzo y de los que se construyeron en otras provincias de la Comunidad. Tiene planta basilical con tres naves rematadas con ábsides semicirculares decorados en el exterior con dos órdenes de arcos ciegos superpuestos. Obviamente, todo de ladrillo.
San Martín, Arévalo. Este templo, transformado en centro cultural, forma parte de una interesante ruta mudéjar por Arévalo, localidad que albergó una importante morería en la Edad Media (este fin de semana celebra unas vistosas jornadas medievales). Al templo de San Martín también se le conoce como el de ‘las torres gemelas’ por las que flanquean la portada. Comenzó a edificarse en el siglo XII en estilo románico mudéjar.
El inventario mudéjar arevalense continúa por otros tres templos: El Salvador, Santo Domingo y Santa María la Mayor. El primero, fechado en los siglos XII y XIII, se convirtió en el preferido de la comunidad morisca a principios del XVI. De la iglesia de Santo Domingo destaca el ábside del siglo XIII, decorado con una línea de arcos ciegos que recorre todo el paño exterior. El resto del templo corresponde a modificaciones de los siglos XVI y XVII. Santa María, de los siglos XII y XIII, ofrece planta basilical y cabecera semicircular. Como en otros templos, el exterior del ábside está decorado con arcos ciegos. En este caso son tres cuerpos superpuestos.
Siguiendo el paseo mudéjar por Arévalo hay que acercarse hasta el palacio de los Gutiérrez Altamirano, el castillo de los Zúñiga, del siglo XV, y llegar, en la afueras de la villa, a la ermita de La Lugareja.
Lo que se conserva, del siglo XII, es la cabecera de la iglesia del convento cisterciense de Santa María de Gómez Román. La cabecera está formada por tres ábsides semicirculares y crucero con cimborrio. Su rica y vistosa decoración de ladrillo está compuesta por arcos ciegos dobles que recorren verticalmente los tres ábsides, y otras cuatro arcadas ciegas en los muros del cimborrio. Es cita obligada.
San Nicolás, Madrigal. Los 50 metros de altura de la torre de esta iglesia justifican el apellido de la localidad abulense. El templo data del siglo XIII, con modificaciones posteriores, y son los restos de esta etapa los que responden al estilo románico mudéjar: empleo de ladrillo y decoración de arquerías ciegas y frisos en esquina en los ábsides situados a los lados de la cabecera plana (posterior).
Otro de los tesoros mudéjares de la localidad es la muralla, de tapial de argamasa y ladrillo, comenzó a construirse en el XIII. En sus cuatro puertas levantaron torres albarranas defensivas que también ubicaron de trecho en trecho a lo largo del perímetro. Destacan las puertas de Medina y Cantalapiedra.
San Lorenzo EL REAL, Toro. De estilo románico mudéjar, el templo se levantó en el siglo XII, en ladrillo. Presenta planta de una nave rematada por ábside semicircular. En el exterior, los muros están decorados con superposición de arcos ciegos.
Además de San Lorenzo el Real destaca San Salvador de los Caballeros, fundada en el siglo XIII por la Orden del Temple. Es de planta basilical con tres naves rematadas en ábsides semicirculares que al exterior se decoran con la típica arcada ciega.
El tercer templo mudéjar de Toro es la ermita del Cristo de las Batallas, de una nave y profusamente decorada en el exterior con arcos ciegos.
San Martín, Cuéllar. Construida en el siglo XII frente al castillo de Cuéllar, esta iglesia de ladrillo y mampostería acoge desde 1997 el Centro de Interpretación del Arte Mudéjar. Un espacio didáctico donde a través de audiovisuales, juegos de luz y sonido, paneles, objetos y reproducciones, se muestra al visitante no solo la técnica constructiva y decorativa mudéjar, sino aspectos como la cultura, los movimientos de población y la integración y convivencia de las tres culturas y religiones en la Castilla de los siglos XII, XIII y XIV.
La Soterraña, Olmedo. La iglesia de San Miguel, donde se encuentra la capilla de La Soterraña, es uno los mejores testimonios del mudéjar en esta villa. Su construcción se inició en el siglo XIII, en estilo románico mudéjar. Como en otros edificios religiosos, el ábside semicircular está decorado con tres cuerpos de arcos doblados ciegos.
Del mismo estilo y momento de construcción es la cercana iglesia de San Andrés, cuyo ábside semicircular es uno de los mejores del románico mudéjar de la comarca. Tiene tres cuerpos de arcos dobles ciegos y está rematado con decoración de espiga.
En Olmedo también se encuentra el Parque Temático del Mudéjar: un recinto de cerca de 15.000 metros cuadrados, situado junto a la muralla, en el que se exhiben 21 réplicas de edificios mudéjares de Castilla y León construidas con ladrillos de pequeñas dimensiones.