Diario de Valladolid

DE VINOS

Tempranillos por origen

Inició la plantación de viñedo a finales de los 80 en Peñafiel y una década después elaboró la primera cosecha. Comercializa cerca de 100.000 botellas, tres referencias de tinto y una de verdejo

Antonio Polo junto a los depósitos de acero inoxidable de la bodega que elabora los tintos Pagos de Peñafiel. Abajo, una de las viñas.-M. T.

Antonio Polo junto a los depósitos de acero inoxidable de la bodega que elabora los tintos Pagos de Peñafiel. Abajo, una de las viñas.-M. T.

Publicado por
MAR TORRES
Valladolid

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Lo primero que se plantó fue hacia 1988 y hace cerca de 17 años se elaboraron tres depósitos de 10.000 litros cada uno, unos 25.000 o 26.000 kilos por probar y ver cómo funcionaba». «Se sacaron 13.000 botellas de joven roble y otras tantas de crianza. En 2000 estaba casi todo vendido entre Puerto Rico, y Alemania y un año después también a México».

El recuerdo de aquel inicio se hace presente cuando Antonio Polo mira hacia atrás y reconoce que el camino recorrido desde entonces ha sido duro y, a la vez, reconfortante. Antonio es uno de los socios, junto a su hermana Esther y Teodoro Arenales, de la bodega Hijos de Antonio Polo, situada en el núcleo urbano de Peñafiel, el corazón de la Ribera del Duero vallisoletana.

La empresa se fundó en 1999 y en la actualidad comercializan cerca de 100.000 botellas y cuatro referencias: tres monovarietales de tempranillo y diferente tiempo en madera, y un verdejo.

La bodega se nutre de algo más de 14 hectáreas propias en producción y de la uva de otras casi cuatro hectáreas arrendadas. Se encuentran en los pagos de La Asperilla, Molino Lobo, El Roble y Fuente la Salud. «Todo está en el término de Peñafiel», señala Antonio, «en suelos diferentes, de tierra roja, calcárea y otros bastante fuertes».

La cepas se conducen en espaldera excepto una pequeña parte, casi cuatro hectáreas, que crecen en vaso. «Hay una parte de más de 80 años, de tinto zaragozano, garnacha, de mucho tiempo que se está secando y eso se está poniendo en espaldera», indica. La producción media «de un año normal» es de 4.200 a 4.800 kilos por hectárea. «Este año se cogieron entre 3.600 y 3.800 kilos por la falta de agua, que provocó que la uva se quedara muy pequeña de grano y diámetro». comenta. Desde hace cuatro años sólo entra en bodega uva propia y de la viña arrendada. «Hace años comprábamos la uva de los viñedos que conocíamos cómo se cultivaban, este año ha sido algo anecdótico, 1.200 kilos».

Como casi todos los comienzos, el suyo también fue difícil y reconocen que, en aquellos años, los vinos salieron adelante por la ayuda de «bastante gente». «Teodoro había trabajado en Vega [Sicilia] y conocía a mucha gente que nos prestó su ayuda. Les pedíamos consejos sobre los depósitos ... de todo... a Mariano, Peter, Ángel...», reconoce Polo.

Las instalaciones de elaboración se encuentran dentro del pueblo. Dispone de una nave inicial de 225 metros cuadrados, donde se elaboraba y envejecía en madera, y otra de 190 que se levantó en 2011 para reubicar allí las barricas y producto terminado. Tiene capacidad para elaborar 110.000 litros. Posee nueve depósitos de 10.000 litros, dos de 7.500, dos de 5.000, uno de 2.000, cinco de 1.000 y uno más de 800 litros. El parque de barricas se compone de «225 unidades, de roble francés y americano al 50%. «Se rotan entre el tercer y el cuarto año, en función de la añada y del vino», señala.

La vendimia se efectúa por parcelas de forma manual. La uva se descarga a un remolque pequeño, «con 30 centímetros de altura». «Se descarga con tolvas manuales pequeñas y lo deja en la primera mesa de selección. De ahí pasa a la despalilladora y después a una segunda mesa de selección donde se retiran restos de verde, peciolos que hayan quedado,... y con una bomba de vendimia se conduce a los depósitos», describe el bodeguero.

Antes de iniciar la fermentación se aplica un golpe de frío para rebajar la temperatura de la uva, que se deja macerar durante dos días a entre 5 y 10 grados. Tras aumentar la temperatura de los depósitos, la fermentación arranca de forma espontánea. La temperatura durante el proceso no sube de 24 o 25 grados, Finalizada, se prensa todo y da comienzo la fermentación maloláctica. Parte se realiza en depósito, a 21 grados, y parte en madera nueva, barricas de roble francés y americano. Tras dejar reposar al vino durante mes o mes y medio, se traslada a barricas y después se embotella. Al catalogo de los tres tintos etiquetados como Pagos de Peñafiel (a la venta con 9, 14 y 16 meses de envejecimiento en barrica), hace tres años sumaron un blanco de verdejo, Aldealbar, que elabora Cerrosol en Santiuste para «dar respuesta a una demanda del público». Un proyecto que queda ahí pero no irá a más, «no se contempla ni elaborar, ni nada», añaden. Lo suyo es el tinto.

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