Tentáculos marinos de tierra adentro

«No hay nadie en toda Europa que cueza más pulpo que nosotros». Con esa frase resume Conrado Merino la dimensión que ha alcanzado Viveros Merimar en los últimos años. Cuatro millones de kilos de pulpo saldrán por las puertas de sus instalaciones del Polígono Industrial de Palencia este año, el 70% cocido y el resto fresco o congelado. Cifra que convierte a esta empresa en líder en comercialización de pulpo cocido en Europa. «Y yo diría que en el mundo», apostilla el empresario.

Llegar hasta aquí no ha sido fácil. Perseverancia, riesgo, ilusión, innovación constante y, sobre todo, «hacer algo natural y sin trampas», son las claves de un éxito que Conrado Merino ha apoyado sobre los tentáculos de su producto estrella, el pulpo.

El primer contacto que este emprendedor –cuando la palabra todavía no se había inventado– tuvo con el pescado fue en el puesto que regentaba su abuela Teodora, y después su padre, en la Plaza de Abastos de Palencia. Allí empezó todo, «con un puesto de seis metros y un Renault 6» que hoy ha transformado (a toque de empeño y visión de futuro, que no de varita mágica) en unas instalaciones de 5.000 metros cuadrados y una flota de camiones isotermo con los que distribuye sus productos por toda España.

Pero fue en aquel puesto donde Conrado, con tan sólo 20 años, aprendió que el negocio del pescado no era nada fácil y que había ya gente muy buena que le daba cien vueltas. Así que en lugar de competir, decidió mirar hacia otro lado y poner en marcha el que fue el primer vivero industrial de mariscos de Palencia. «Vendimos miles de kilos de marisco vivo, bueyes, centollos, nécoras, por todas las provincias de Castilla y León», recuerda. «Creo que vendimos tanto marisco que saturamos el mercado», añade. Así que poco después se instaló en el Polígono Industrial de Villalobón, donde empezó a vender también pescado. Durante ocho años, Merimar sirvió pescado fresco a toda España desde tierra adentro, lo cual tiene su mérito, aunque Merino le reste importancia.

Pero la gran apuesta llegó en 2005, cuando sólo se comía pulpo en Galicia. Conrado pensó que ya era hora de servirlo en otras mesas. Así que empezó con un cocedero pequeño que se ha ido ampliando a medida de las necesidades. Ayudó bastante la dificultad que tiene la cocción del cefalópodo, que desanimaba a muchos y lo convertía en un producto con el que sólo se atrevían unos pocos.

Así que, cuando Merimar decidió servirlo en bandeja, con la marca Meripul, el éxito era cuestión de tiempo. «Abres el envase, le echas pimentón, sal y aceite, lo calientas en el microondas y a servir. Más fácil imposible y además hay tantos formatos como necesidades y gustos», explica.

El secreto está en la calidad del producto, que viene de Marruecos, y en la cocción, que se hace de forma artesanal con agua, sal y laurel, sin conservantes ni colorantes. Merimar se ha especializado en un proceso de pasteurización que imita el proceso que hacían las abuelas cuando embotaban envasando al vacío, y que garantiza la calidad y la conservación sin perder ninguna propiedad. En cuanto a la materia prima, Conrado afirma que el pulpo de Merimar es de muchísima calidad. «A Palencia llega congelado el mejor pulpo que hay en el mundo», que se captura con métodos de pesca tradicional en aguas de Marruecos, explica, desmontando el mito del pulpo gallego, «que es de mucha calidad, pero muy escaso».

Con su apuesta, ha conseguido que el pulpo figure en la carta de muchos restaurantes y se encuentre fácilmente en las estanterías de todos los supermercados. Para eso, este año saldrán de sus instalaciones cuatro millones de kilos de pulpo. El 70% cocido para abastecer a las grandes superficies de toda España, y el resto fresco, sólo para Portugal «que son muy pulperos», y congelado, para las pulperías gallegas.

Con estas cifras, Merimar tiene previsto incrementar sus ventas en un 15% este año, siguiendo la tendencia de la última década. Mientras tanto, está introduciendo sus productos en otros países europeos. Y aunque esa apuesta va muy despacio, porque no hay mucha costumbre pulpera fuera de España, ya ha posado algún tentáculo en Francia, Italia, Bélgica y Alemania. De hecho, Merimar es líder en Europa en pulpo cocido, a mucha distancia de su siguiente competidor, que cuece unas 600 toneladas. Pero, además del pulpo, Merimar vende mucha langosta, sepia y navajas. Y pescado fresco, que representa el 20% del negocio.

De mover todo este volumen se encargan 120 trabajadores, cifra que se podrá incrementar a medida que crezca el negocio de la exportación. Porque si algo no ha perdido Conrado es la ilusión de seguir apostando por el futuro. Cualidad que le ha servido para ir de un modelo de negocio a otro sin miedo a equivocarse. «Siempre pienso que lo que hago va a salir adelante», asegura. Y así lo pensaba cuando tenía 13 años y ayudaba a su padre con las comidas en el bar RES. «Cobrábamos por un menú 110 pesetas y yo me recorría todas las obras repartiendo vales para los menús entre los albañiles».

Y a los 16, cuando para pagarse un viaje a Mallorca, empezó a vender churros entre sus vecinos y acabó teniendo a diez personas repartiendo en moto docenas y docenas. «Creo que inventamos el reparto a domicilio», bromea, mientras se le van los recuerdos al que sin duda fue su primer negocio.

LA FICHA DE LA EMPRESA

Creación . Conrado Merino crea Viveros Merimar en 1991, aunque el origen de esta empresa se remonta a la década de los años 40 en un puesto de pescados de la Plaza de Abastos de Palencia que antes regentaron su abuela y su padre.

Facturación . El pulpo supone el 80% del volumen de negocio de Merimar, y sólo el 20% de su facturación viene de la venta de pescados y mariscos.

Ventas . Ha comenzado a introducir sus productos en Europa y tiene previsto este año incrementar sus ventas un 15%.