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CALIDAD

Nace una estrella vitivinícola

El camino para reconocer a Cebreros como Denominación de Origen Protegida convertirá el próximo año a esta comarca abulense en la decimotercera figura de calidad vitivinícola de Castilla y León

Bodegueros, viticultores y otros integrantes de la Asociación de Vinos de Cebreros brindan en una viña de la comarca por el logro de la denominación de origen.-Antonio García

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Antonio García

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Es un sueño que puede plasmarse en realidad». Esta afirmación de Rafael Mancebo, de la bodega Garnacha Alto Alberche, de Navaluenga, resume el espíritu con el que los viticultores, bodegueros, hosteleros y hoteleros de la zona de Cebreros (Ávila) han acogido el anuncio del inicio por parte de la Junta del procedimiento para el reconocimiento oficial de la Denominación de Origen Protegida (DOP) Vino de Cebreros.

Mancebo, que además es presidente de la Asociación Vinos de Cebreros, creada hace dos años para encauzar este deseo de todos los sectores implicados en este «sueño», sabe muy bien lo que ha costado llegar a este punto. Su bodega fue una de las primeras que hace una década decidió instalarse en la zona y apostar desde Navaluenga por la garnacha.

Antes ya se venía trabajando en esta misma dirección con una fiesta anual en torno a esta variedad no siempre reconocida, pese a sus propiedades. Por ello, Fernando Domínguez, de la bodega Don Juan del Águila, de El Barraco, afirma: «Espero que se empiece a valorar el vino de garnacha, que está un poco olvidado».

Esta opinión es compartida, en general, por los elaboradores de la zona durante la reunión a la que les convocó LAPOSADA en unas viñas situadas en el municipio de San Juan de la Nava, uno de los 35 que comprende esta área geográfica situada al sureste de la provincia de Ávila.

En unas viñas casi centenarias, que fueron propiedad en su momento de los bisabuelos del secretario de la Asociación, Marcos Peral, se dieron cita una veintena de elaboradores, viticultores y hosteleros –algunos en proceso de serlo– con la ilusión dibujada en los labios.

El acto tenía su significado, ya que no sólo se trataba de una foto para festejar lo que parece la parte final de un trayecto que comenzó hace más de una década, sino también de celebrar una reunión difícil de conseguir, tal y como el propio Rafael Mancebo recordaba entre risas. Y todo ello, mientras extraían de las cajas las copas de vino para brindar por este acontecimiento con los vinos de la tierra. Eso sí, en una tierra como Ávila no podían faltar las viandas características de este tipo de celebraciones: chorizo, lomo…

2.500 hectáreas de viña. Entre sorbo y sorbo, los implicados en este proyecto departían en torno a una pasión que probablemente a finales del próximo año o principios de 2017 obtenga el reconocimiento de las diferentes instituciones, antes de que la Comisión Europea dé el visto bueno definitivo a esta zona que cuenta con unas 2.500 hectáreas de viñedos, el 70% de las cuales son de la variedad garnacha tinta. De ella se obtienen los rosados y tintos, sin olvidar la variedad albillo real, de la que se logran también los blancos.

Los viñedos de esta zona se caracterizan por tener una «identidad parcelaria» específica, ya que la mayoría de los propietarios cuentan con una o dos hectáreas para su cultivo. A esta circunstancia se suma un terruño situado a una altitud de entre 700 y 1.000 metros, algo que otorga a los vinos una «identidad» muy marcada.

Cultivo de altura. Pero si hay un aspecto que marca los vinos de esta comarca que abarca 35 municipios del Alberche, Tiétar y Pinares es la antigüedad de los viñedos. El 94% de los mismos tiene más de 50 años, pero es que el 37% supera los 80. Apenas un 1% tienen menos de 30 años.

El futuro reconocimiento de la denominación de origen puede suponer un empujón económico para esta comarca próxima a la Comunidad de Madrid, pero también se espera que contribuya a frenar la venta de derechos de estos viñedos históricos y para que los jóvenes retornen a la zona para apostar por un producto de calidad, en torno al cual se abren un montón de sinergias.

Así lo espera el hostelero Alberto Parra, propietario del hotel rural ‘El Arca de Noé’, en El Tiemblo, que expresa su decidida apuesta por el enoturismo, de ahí su pertenencia a esta asociación a la que también se ha sumado José María Sánchez, un joven viticultor de 22 años. Aunque vive en Ávila, su intención es mantener y ampliar los 8.000 metros cuadrados de viñas que sus padres conservan en Navatalgordo. Una vez acabado el grado medio de vitivinicultura en la Universidad de Valladolid, su intención es realizar un módulo superior en Madrid el próximo curso.

Este es un ejemplo de lo que puede esperar a esta zona de la provincia de Ávila en los próximos años, gracias a una DOP que hará que «el futuro pueda ser algo mejor, porque aquí la uva ha estado muy desprestigiada y ahora parece que empieza a coger fuerza».

Sin embargo, este futuro reconocimiento con una figura de calidad no viene de ahora, tal y como recuerda Daniel Ramos, de la bodega del mismo nombre situada en El Tiemblo. Ramos, que empezó a elaborar en la zona en 1999, apunta que ya en el siglo XVII la comarca estuvo a punto de contar con una denominación de origen que «no terminó de ser».

«Ahora queremos volver a recuperar esa historia que tenemos y que está escrita», añade, para después defender la necesidad de que «se deje de perder viñedos por la venta de derechos», de manera que cada vez exista más gente joven que «trabaje los viñedos de sus abuelos, haga su propio vino y desarrolle un porvenir en la zona».

Daniel Ramos, como el resto de los miembros de la asociación, coinciden en este argumento, así como en el hecho de destacar la «personalidad» que el entorno da a los vinos que se elaboran en una zona situada en las proximidades de la Sierra de Gredos y de la Reserva Natural del Valle de Iruelas.

En este contexto, Juan Luis Beltrán, de Vinos y Viñedos Hoyanko, de El Hoyo de Pinares, considera que la DOP servirá para «poner la zona en el mapa vitivinícola». En su caso, asegura que su proyecto nació con el objetivo de «salvar viñedos del arranque» y para «poner en valor lo que hay en la comarca».

En este sentido, Rubén Díaz, que además de trabajar en la bodega Las Dehesillas, de Cebreros, elabora los suyos propios en la bodega Rubor junto a otro socio, cree que la DOP servirá para «poder defender un producto perteneciente a una zona». De hecho, en los últimos quince años ya ha detectado una «diferencia abismal», ya que entonces apenas eran «tres elaboradores contados» y ahora existen entre quince y veinte proyectos. Además, «antes sólo se arrancaban viñas e iba todo para abajo y ahora estamos estabilizados y en muchos casos subiendo rápido», argumenta Díaz.

Por su parte, Víctor Gómez, que elabora el vino Flor de Garnacha en la bodega de Daniel Ramos, afirma que «Ávila merece desde hace mucho tiempo» este reconocimiento, teniendo en cuenta «la calidad del viñedos y de los vinos» que se producen en la zona. Además, subraya el «grandísimo potencial ecoturístico» de esta zona que destaca por una elaboración «artesanal» que otorga a los vinos una personalidad muy marcada, junto a la antigüedad de sus viñas.

Entre tantos hombres también figura una mujer, Elvira Sánchez, que aunque no tiene una marca comercializada, está en un proceso de aprendizaje para poder contar con su propia marca desde las cerca de dos hectáreas que tiene en el municipio de El Tiemblo. «Estoy aprendiendo», reconoce, antes de apostar por una comarca «con mucho futuro y con una garnacha que es de las mejores uvas».

En la misma dirección se expresa Mariano Gómez, de la Cooperativa Santiago Apóstol de Cebreros, quien confía en que la DOP «dé un auge muy importante a la zona», de manera que «los viticultores empiecen a amar y a creer que se puede conseguir mucho más de lo logrado hasta ahora».

«Puede suponer un revulsivo si hacemos las cosas bien», añade Gómez, que apuesta por un proyecto que a juicio de David Bustos, también de Bodegas Don Juan del Águila, tendrá «un efecto llamada para los jóvenes».

Desde su punto de vista, este proyecto va a ser «muy importante» para «establecer sinergias como asociación» y para poder «maniobrar de forma conjunta y eficaz» en el futuro, defendiendo un producto en el que prima «la identidad» y la «tradición».

El presidente de la Asociación Vinos de Cebreros, Rafael Mancebo, no puede ocultar el orgullo de haber llegado a este punto sin retorno, tras una larga travesía repleta de dificultades. Sin embargo, el trabajo está a punto de obtener unos resultados que pondrán en valor «un producto muy bueno y reconocido nacional e internacionalmente».

Dentro de un año y medio, la denominación de origen protegida Vino de Calidad de Cebreros se convertirá en la decimotercera denominación de estas características en Castilla y León. En este caso, el 13 no es el número de la mala suerte, sino el de «la ilusión» para una comarca que lleva años esperando esta distinción.