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GRANJA AVÍCOLA REDONDO

Los ‘huevos’ de Lucio escuchan ópera en El Barraco

La granja abulense Redondo mima a sus gallinas de los huevos de oro con música, con jaulas ‘de lujo’ y con chalés con vistas. Es la única de España con los cuatro tipos de crianza y lleva toda su producción diaria, 280.00 unidades, a las mesas más ‘gourmet’ de España

César Redondo posa con una de las gallinas que vive en los chalés de la Granja Redondo.-E. M.

Publicado por
Mar Peláez

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Ávila mima a sus gallinas de los huevos de oro. Ópera para relajar sus puestas, aporte de luz natural, aire acondicionado ecológico para sofocar su temperatura corporal. Sueño regulado durante ocho horas, alimentación «cien por cien natural», aderezada con esencia de miel, superficie suficiente para moverse dentro de la jaula y hasta baño etológico, a modo de ‘salón de belleza’ para asearse y limarse las uñas. Eso dentro, porque fuera hay gallinas que hacen vida al aire libre y duermen en ‘chalés’ de madera.

No es un hotel de lujo con vistas. Estamos en la Granja Avícola Redondo, en El Barraco, al pie de la sierra de Gredos, la única de España que cuenta con los cuatro tipos de crianza: en jaula, en suelo, campero y ecológico. Sus 300.000 gallinas viven como reinas y dan su ‘do de pecho’ para producir 280.000 huevos al día que viajan íntegramente hasta las más prestigiosas mesas ‘gourmet’. El lema de la granja es «mimar tanto a las gallinas, como a los clientes», porque ambos son el «motor» que les da de comer.

Los Redondo ponen la ‘estrella’ a los huevos de Lucio, su mejor embajador, pero también a los platos de la Casa Botín y a hoteles como el Palace, el Ritz, el Villamagna, el Sheraton, el Hilton, o al selecto Club Matador. Llegaban de forma asidua a la mesa del rey Juan Carlos. El rey Felipe VI, en cambio, ha optado por sacarlo a concurso, al que optarán en la próxima ocasión.

Poco podía imaginar este éxito César Redondo cuando en 1956, al regresar de Madrid a El Barraco, atendió el consejo de un pariente exiliado en Francia de abrir una pequeña granja en el pueblo familiar. Con 200 gallinas de suelo y camperas, por aquello de que aún no existían las jaulas, creó dos años después la primera granja de ganado intensivo de España.

Tampoco podía soñar con llegar a facturar los ocho millones de euros actuales su hijo mayor, José Ignacio, cuando en 1982 su padre le dio el relevo. Ni en 1997 cuando se sumaron al negocio otros dos de los cinco hijos. César y Antonio. «Si sólo queríamos ser granjeros», comenta entre risas César Redondo hijo. Pero pronto, al sustantivo granjero le añadieron el adjetivo emprendedor.

Sin apenas clientes, se despidieron de su único recovero e iniciaron su andadura como comerciales de sus propios huevos. No dudaron en ‘patearse’ todo Madrid, de la mano del propietario del Mesón de la Tortilla, al que estarán eternamente agradecidos. «En una noche» lograron hacer clientes a todos los restaurantes de la castiza Cava Baja, y hoy ya son más de 2.500 en Madrid, pero también en Ávila y en las limítrofes Toledo, Salamanca y Valladolid e incluso, desde hace dos años, en Barcelona.

No les doblegó, ni siquiera, la mayor crisis avícola del país de principios de esta década. A los seis meses de iniciar la gran reconversión sufrieron un ‘picotazo’ en forma de 432.000 euros de pérdidas, por la subida del precio del pienso y la caída del precio de los huevos, que sortearon «gracias a la paciencia» de sus proveedores. Su propósito era convertirse en la primera granja de España en adaptarse a los estrictos requisitos europeos. Y lo lograron dos años antes de lo exigido. Fue la segunda de Europa en hacerlo.

Tres millones de euros invertidos, y hasta hilo musical por el que se cuelan arias, música clásica de Mozart o de Wagner, el saxofón del estadounidense Kenny G... «Les gusta todo tipo de música, salvo el rock duro». César Redondo copió una experiencia de Israel que leyó en una revista y, desde entonces, sus ponedoras se despiertan y trabajan con ritmo. ¿Mejora su productividad? «No, pero sí la calidad del huevo, porque nunca están estrenadas y no se espantan con la voz humana», comenta. Ni de la de César, José Ignacio o Antonio, ni de las de sus otros 22 trabajadores de la granja. Ni, por supuesto, de la voz del fundador que, a sus 88 años, continúa actuando de maestro.

Y de la música, a los chalés. También se erigieron como los primeros de España en habilitar chalés para sus gallinas camperas. Son 20 casitas de madera acondicionadas con vistas a la sierra, donde duermen 200 gallinas tras pasar todo el día a sus anchas en un terreno anexo a la granja. Pronto sumarán otras 40 pequeñas construcciones, con lo que su capacidad ascenderá a las 600.

Huevos blancos, morenos, camperos, ecológicos. De sus siete naves, salen a diario 280.000 unidades. «La granja queda limpia todos los días». Es decir, venden todo lo que producen a diario sus gallinas, nacidas en Navarra y ‘adoptadas’ por la familia Redondo a las 17 semanas. Ocho furgonetas componen su pequeña flota de distribución, que lleva desde la granja los productos a los fogones de los restaurantes dos veces a la semana. Reparten los 365 días del año y no es de extrañar que César o sus hermanos atiendan pedidos un domingo por la noche.

La granja, con sus siete naves, les ha supuesto una inversión de ocho millones de euros, que han costeado sin ayudas públicas porque no las quieren. Acaban de pagar una inversión y ya piensan en la siguiente. Han concluido una granja ecológica que aspira a convertirse en «la más sostenible del mundo», con energía solar, agua de manantial para los animales y cultivos de pienso ecológico.

Han adquirido solares para tener en un kilómetro cuadrado toda la producción y trabajan, además, por poseer la granja campera «más moderna de Europa». Un ordenador vigilará cada movimiento de sus gallinas, sus puestas, su consumo... Será el «gran hermano» de las gallinas.

LA FICHA DE LA EMPRESA

Historia. Su padre fundó una pequeña granja en El Barraco en 1956 con 200 gallinas. Tres de sus hijos se adelantaron dos años a la gran reconversión exigida por la UE.

Facturación. La granja avícola factura entre 7 y 8 millones de euros al año.

Plantilla. Cuenta con 22 trabajadores, además de los tres propietarios, y en breve contratarán a dos más.