BOSQUES CON DUENDE
Magia en el bosque
Castilla yLeón cuenta con uno de los patrimonios forestales más diversos, complejos y hermosos que se puedan disfrutar. Más de 4,8 millones de hectáreas de monte, tres de ellas arboladas, que se erigen como un recurso fundamental del paisaje, la diversidad, la naturaleza... y el turismo. Proponemos un viaje por nueve de los más singulares entre los visitables, atendiendo a sus especies arbóreas, localización geográfica y peculiaridades. Un recorrido que seduce y envuelve en la magia de un patrimonio excepcional.
Castilla y León es la Comunidad autónoma más extensa de Europa Occidental. Asentada a lo largo y ancho de 94.000 kilómetros cuadrados –el 20% de la superficie de España, lo que la sitúa por encima de países como Hungría o Portugal–, es tierra de contrastes, de vastas llanuras y hermosas cumbres en una biodiversidad extraordinaria. Pero el tamaño, por sí solo, no explica la increíble diversidad ambiental de la Comunidad que se registra a todos los niveles:paisajística, botánica, zoológica, humana...
Esta tierra alberga 4,8 millones de hectáreas de monte, justo la mitad de su territorio, lo que la convierte en la autonomía con mayor superficie. Este espacio se suma a otros terrenos ocupados por masas arboladas, lo que incrementa todavía más el valor de una masa arbórea que, según el Inventario Forestal Nacional, donde se establece una estimación global teórica del valor del monte basada en los datos existentes y donde se trata de cuantificar sus múltiples funciones, el valor teórico de los montes de Castilla y León podría alcanzar los 40.000 millones de euros. Sin embargo, es imposible monetizar su valor ambiental y social.
Los datos son elocuentes: la superficie forestal arbolada en Castilla y León se ha incrementado en 1,1 millones de hectáreas en los últimos 40 años hasta el punto de que, por cada ciudadano de este tierra, hay casi dos hectáreas (1,9) de monte, tres veces más que la media nacional y cinco más que la europea. Si se pudiese hacer un ‘reparto’ imaginario, a cada vecino de esta tierra le corresponderían nada menos que 1.280 árboles.
Nueva percepción. No se trata sólo de una cuestión económica, que es importante; ni de superficie, que es sustancial. Quizá es todavía más relevante el cambio en la percepción que de ellos tiene la sociedad:han pasado de ser considerados como meros productores de madera y otros bienes de consumo a ser percibidos como parte fundamental del paisaje, la biodiversidad, la naturaleza... Y con una vertiente turística que día a día gana nuevos adeptos y que ha motivado que su gestión no obedezca ya sólo a criterios productivos, sino que se conjugue ahora con la conservación de su flora y fauna y su paisaje como elemento turístico.
Según datos de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura), cada año se pierden 10 millones de hectáreas de bosque en el mundo. Esta situación es justo la contraria de la que se registra en Castilla y León, donde la vegetación forestal no ha dejado de crecer como consecuencia de la mano de una notable política de repoblación y conservación y también de la despoblación rural.
La Comunidad alberga en sus montes un verdadero mundo de contrastes enriquecido por la diversidad del clima, la variedad de suelos y la acción del hombre, lo que permite hoy admirar desde selvas de coníferas de alta montaña hasta espesos montes mediterráneos o bosques caducifolios eurosiberianos. O deleitarse con los bosques termófilos de Arribes del Duero, únicos en Europa, o con montes pinariegos de arenales del interior. O con enormes extensiones de dehesas repletas de encinas, variadas mohedas de frondosas y coníferas mediterráneas o espectaculares robledales y hayedos.
Las extensas llanuras interiores están protegidas por un enorme reborde montañoso que, a modo de anillo, abraza toda la autonomía con cumbres que superan habitualmente los 2.000 metros sobre el nivel del mar (el 67% del territorio castellano y leonés está en una altitud comprendida entre los 600 y los 1.000 metros, y el 32% supera los 1.000).
Y, aunque lo habitual es que las masas boscosas se concentren en las zonas de montaña –los llanos han sido aprovechados para cultivos agrícolas o aprovechamientos ganaderos–, hay grandes bosques de llanura como los pinares de Valladolid y Segovia o la dehesa de encina y roble de Salamanca.
encina y rebollo. Según el libro ‘Monte: señal de vida en Castilla y León’, editado por la Junta de Castilla y León, la encina (Quercus ilex rotundifolia), con 724.000 hectáreas, y el rebollo (Quercus pyrenaica), con 722.800 hectáreas, son las especies que ocupan la mayor superficie arbolada en Castilla y León.
Ambas colonizan alrededor del 45 % de la superficie arbolada de la Comunidad y comparten este territorio con frondosas de bosque atlántico: árboles de hoja ancha y caduca como son el castaño, el rebollo, el haya y el roble, masas forestales que suelen estar acompañadas por una gran variedad de árboles y arbustos. También conviven con frondosas del monte mediterráneo: árboles de hoja pequeña como la encina, el alcornoque y el quejigo, perfectamente adaptados a los ambientes secos y a las oscilaciones térmicas del interior de Castilla y León. Y con frondosas de riberas, las que aparecen marcando el cauce de ríos y arroyos y que conforman la vegetación situada junto a los cauces, donde resaltan los sauces y los chopos.
Y con pinares y sabinares, coníferas compuestas por árboles de hoja perenne y acicular como son los pinos y enebros. La mayor parte de estas especies son resinosas y forman los pinares. Las coníferas más abundantes en Castilla y León son el pino negral y el pino silvestre, que ocupan, como especies dominantes, algo más de 600.000 hectáreas, de las que el 80 % son masas con buena densidad.
Junto a ellos, la superficie de riberas arboladas ligadas a los cursos de agua supone más de 55.500 hectáreas, el 3% de las frondosas aunque con un enorme valor faunístico y paisajístico en la meseta central.
diversidad única. Y, ¿en qué se traduce esta diversidad y enorme superficie de masa arbórea?En que en Castilla y León se puede disfrutar paseando por bosques milenarios como los tejedelos de Tosande (Palencia), Requejo de Sanabria (Zamora), Pinazares-Tártales (Burgos) o las comarcas leonesas de Villablino, Laciana y Ancares, cuya antigüedad, además de escasez, les ha convertido en un hábitat de especial protección en la Unión Europea. De bosques absolutamente únicos como el Faedo de Ciñera, en plena Reserva de la Biosfera del Alto Bernesga, un entorno mágico que recibió el premio de Bosque Mejor Conservado de España y donde se conserva imponente Fagus, un haya con más de cinco siglos de vida. De espacios maravillosos como la Reserva Natural del Valle de Iruelas, en Ávila, cercana a la Sierra de Gredos –con los 2.600 metros del Pico Almanzor como techo– y declarada en el año 2000 como Lugar de Importancia Comunitaria (LIC), aunque mucho antes fue Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA). No es para menos:entre la rica fauna de estos predios donde el pino resinero es la especie mayoritaria destaca el buitre negro, que cuenta aquí con una de las colonias más importantes de España y de Europa.
O en el magnífico espacio natural de la Sierra de Ancares, reserva de la Biosfera desde 2006 y que se descubre a través de infinidad de sendas y rutas que envuelven en un espacio de belleza única. O en la Montaña Palentina y sus espacios y parques naturales de Fuentes Carrionas y Fuente Cobre, Covalagua o Las Tuerces;o en la majestuosidad de Picos de Europa, refugio de rebecos, lobos y osos; o en Arribes del Duero, a caballo entre Salamanca y Zamora y marcando la frontera con Portugal, donde el Duero ha abierto un impresionante tajo que cobija formaciones vegetales únicas y un almez impresionante; o parajes impresionantes como el cañón del río Lobos (Soria), las hoces del Riaza (Segovia) y las delEbro (Burgos), junto con otros más sencillos pero de gran belleza como el valle del Cuco en Valladolid...
Una enorme riqueza paisajística que va de la mano de la faunística:Castilla y León cobija al 65% de los animales vertebrados de España, entre los que destacan 30 endemismos –especies únicas en la región– dentro de las 418 especies de vertebrados presentes en estos lares, de las cuales más de 100 están consideradas como amenazadas.
Entre las especies en peligro de extinción más emblemáticas que habitan en Castilla y León figuran el oso pardo, el águila imperial ibérica, el águila perdicera, el buitre negro, el urogallo cantábrico, la cigüeña negra, la alondra de Dupon y el quebrantahuesos.
Tentaciones de todos los colores y con árboles de todas las formas, edades y localizaciones para adentrarse en los bosques de Castilla y León y descubrir sus maravillas a través de sus senderos y recovecos que cuentan una historia a cada paso. Aquí proponemos nueve destinos, pero la lista podría ser casi interminable y tan variada como la naturaleza de esta tierra.