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NATURALEZA

El paraíso en la montaña

La nieve tiñe de blanco los dos miles de la Montaña Palentina y permite descubrir espacios repletos de belleza excepcional, como el que rodea el pozo de Las Lomas

Dos montañeros ascienden hacia el pozo de Las Lomas, con la inconfundible silueta del Pico Espigüete (2.450 metros) de fondo. Debajo, primeros pasos de la ruta desde Cardaño de Arriba.-I. M.

Publicado por
FERNÁNDO LÁZARO
Valladolid

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La nieve ha sido pacata este año, pero todavía regala postales únicas, cuya belleza merece la pena descubrir. Y la que ofrece la Montaña Palentina, en el entorno de Cardaño de Arriba, buscando las cumbres que abrazan el Pozo de Las Lomas, es espectacular.

Este camino es recorrido por senderistas y trotamundos que buscan la magia de una montaña de gran belleza, aunque en realidad siguen la estela de los caminos que frecuentaban los pastores que hacían la trashumancia con ovejas merinas, en puertos que todavía hoy son aprovechados por el ganado de los cercanos valles cántabros de Liébana. Pero eso es con el buen tiempo: ahora la nieve cubre los pastos y dibuja una estampa blanca repleta de belleza, en la que el glaciar ha modelado un entorno espectacular, creando pequeñas lagunas como la del Pozo de las Lomas, localizada a 2.080 metros de altitud y situada a los pies de Peña Prieta.

El camino para llegar hasta este enclave tiene una longitud de 12 kilómetros (ida y vuelta) que se recorren cómodamente en cinco horas de marcha desde el pequeño aparcamiento, situado a 1.420 metros y que marca el inicio en Cardaño de Arriba, localidad ahora deshabitada aunque conserva su caserío en perfecto estado y que lleva a gala ser el pueblo palentino que menos horas de sol recibe, ya que está encajado entre montañas.

La ruta se inicia protegida por la imponente cumbre del Espigüete (2.450 metros), que iremos dejando a nuestra espalda en la ascensión, y que dominará el paisaje de vuelta cuando descendamos por la misma vía. El camino está perfectamente balizado –la Fundación de Patrimonio Natural, junto con el ayuntamiento de Velilla del Río Carrión y la colaboración del Centro de Iniciativas Turísticas ha colocado señales más altas en la zona superior, ya que las habituales de madera están cubiertas por la nieve– y dibuja un recorrido coronado de frente por las cumbres que marcan los picos Cuartas (2.451 metros), Las Lomas (2.438), el Alto de Fuentes Carrionas (2.497) y las hermosas Agujas de Cardaño (2.386), que desde que aparecen en el camino ejercen de faro para alcanzar nuestro destino.

Este paisaje se configuró durante el glaciarismo del Cuaternario, cuando la vertiente meridional de Peña Prieta (2.536 metros) dio origen al glaciar del Valle de Cardaño, que se alimentaba con un conjunto de pequeños circos glaciares situados entre los picos Murcia al oeste y el alto del Ves al este, ambos con 2.430 metros, y con Peña Prieta por el centro.

El camino hacia las alturas arranca amable siguiendo el curso del arroyo de Las Lomas, salvando un kilómetro más adelante el cauce del pequeño arroyo Valcabe, para seguir en paralelo junto al agua de Las Lomas recorriendo una zona de praderas, ahora cubiertas por nieve virgen sólo desdibujada por las pisadas de algún animal o de algún esquiador, hasta llegar al alto de la Majada de las Vacas, donde la vía se bifurca: a la derecha –sin balizar– nace la senda que conduce hasta el pozo del Ves y permite descubrir este salto de agua, ahora bien nutrido por las nieves; y, a la izquierda, la que llega hasta el pozo de Las Lomas siguiendo el recorrido de un hermoso valle glaciar.

El Ves, cercano al Curavacas, es una cumbre emblemática, con lagunas y pozos que rebosan su agua formando llamativas cascadas a lo largo de la ladera, bautizadas como las ‘escaleras del Ves’ y que precipitan hacia el valle de Pineda, al otro lado del que estamos recorriendo, para formar parte de las aguas del Carrión. Aunque por nuestro valle no disfrutemos de este espectáculo, el cauce del arroyo Hormaz cae vertiginoso desde el collado de Ves hacia el de Las Lomas, formando una vistosa sucesión de cascadas.

Poco a poco la senda avanza sin complicaciones y con algo más de desnivel, bordeando la falda de una gran ladera desde donde algún corzo curioso observa la travesía hasta cruzar –2,6 kilómetros más adelante– hacia la derecha el arroyo Las Lomas por un puente de madera que enfila ya nuestros pasos hacia el destino, situado a 2,2 kilómetros.

El camino va acompañado en esta primera etapa por el arrullo de las aguas del arroyo, más cercanas al comienzo y lejanas a medida que se asciende, y por el crepitar de la nieve cuando el sol comienza a calentar. Desde lo alto, no es raro encontrar algún ejemplar de corzo escudriñando curioso el recorrido de los senderistas. En primavera, cuando los pastizales rebosan verdor, es posible cruzarse con algún oso pardo en las praderas de las zonas más altas, además de lobos, rebecos...

A medida que el camino va ganando altura, los cercados de piedra y los abedulares de ribera van cediendo su espacio a pequeños matorrales y piornales, la formación vegetal más abundante a medida que se gana altura y que convive con herbáceas como el torvisco o el acónito.

A partir de este punto, la pendiente se hace más pronunciada en un primer repecho que nos lleva a alcanzar el alto La Lomba, desde el que ya se otea nuestro objetivo protegido por las inconfundibles agujas de Cardaño, que ejercen de guía durante el recorrido. Las ruinas de un antiguo chozo de pastores aparecen a nuestra derecha, mientras la nieve cubre por completo la escasa vegetación, con algunos piornos y brezos que muestran tímidamente sus puntas buscando el sol, superando una capa de nieve que tapa los postes de madera de señalización de la senda.

Desde este punto, el circo glaciar en cuya base está el pozo de Las Lomas se vislumbra protegido por las cumbres del Tío Celestino (2.394 metros), el Alto de Fuentes Carrionas, las Agujas de Cardaño y el Alto de Las Lomas (2.430). A nuestra espalda dejamos el Espigüete y a nuestra derecha aparece el Curavacas.

Un nuevo esfuerzo conduce ya hasta el pozo de Las Lomas, que presenta el paisaje típico de un circo glaciar con el lago rodeado de escorrentías y piedra conglomerada y que ahora permanece completamente helado. La vista recompensa todo el esfuerzo:desde este punto se disfruta de frente de la majestuosa silueta del Espigüete, al comienzo del valle, del Pico Murcia (2.341 metros), del Pico Cuartas (2.451), del Mojón Tres Provincias (2.497) –a caballo entre Palencia, León y Cantabria, de ahí su nombre–, Peña Prieta (2.536) y Hoya Continua (2.392). Una hilera de cumbres teñidas de blanco que van difuminando su contorno en el horizonte con una sucesión de luces y sombras que sobrecoge.

Desde aquí, la paz es inmensa y la calma absoluta. Si aún se conservan fuerzas, la ruta puede continuar hasta coronar las cumbres de Fuentes Carrionas, que se abren al valle de Pineda y donde se encuentra, entre otras, la laguna de Fuentes Carrionas, encajada en un embudo glaciar y donde nace el río Carrión, con otra ruta espectacular...